SALVAJE

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Alba se giró entre la cama y las cobijas pensando que era un sueño solamente, mientras Abel recorría el pasillo cuál animal tras su presa.

-¡Ábreme la puta puerta!- grito mientras golpeaba

-¿Qué coño quieres?- le encaro con el torso desnudo- ¿Ya te ha ido a llorar?, es qué de verdad que la desconozco, ¿Quién putas es cuando está contigo?-

-Si no me dices lo que le hiciste te voy a romper la mandíbula- dijo sujetándolo de la quijada mientras entraban a la habitación

-Ella solo hizo lo de siempre...-

-¿Qué dices?- lo soltó

-Que dice que le encanta ir a la cama conmigo, pero ya sabes, no quiere nada mas- giro el rostro en la habitación, vio toda esa ropa en el suelo, la camisa de Alba, sus bragas... ella estaba dormida solo en top y vaqueros...- lo que ves es lo que existe, no sé qué te dijo, pero...- Abel se giró sobre sus talones como una bestia para regresar a la habitación.

Estaba muerto de celos, y tenía toda la información herrada en la cabeza. Entro poniendo llave, se sacó la camisa, los vaqueros y se fue sobre ella quien de golpe abrió los ojos con un grito ahogado.

-Te cogiste a ese petisero de mierda- dijo al tiempo que le arrancaba los vaqueros- vas y me haces el espectáculo de mujer enamorada ¿Para qué? Para venir y cogerte a ese hijo de puta.-

Alba tenía los ojos muy abiertos intentando entender lo que sucedía, sus manos se sujetaron a los brazos de Abel en un fallido intento por liberarse de su agarre. No pudo decir ni media palabra cuando sintió su lengua intentando romperle la boca al parecer. Recorrió su cuello, mordió sus hombros tomándola del cabello. Estaba furioso, y ella estaba tan caliente.

-Abel...espera...¡Abel!- apretó sus brazos marcando le las uñas haciendo que regresará a tierra un rato

-¿Me deseas?- susurro Abel suspirando en su cuello, no era la respuesta que esperaba, pero el calor de sus labios, sus manos y todo él le destrozaban los sentidos. Soltó su agarre asintiendo y dando pasó a ese animal ya conocido-¿Por qué te lo cogiste?- mastico entre dientes

-No sé de qué me hablas- logro decir mientras él le lamia los senos, pero no tuvo respuesta lo único que logro fue que la pusiera boca abajo presionando su cabeza contra la cama.

Sentía que le rompería la cadera, mientras le levantaba el trasero para poder penetrarla. Entro en ella sin más, soltando un quejido que inmediatamente termino de lubricarla. Entraba y salía sin ningún tipo de cuidado. Sentía que la partiría por la mitad, sentía que la cabeza le explotaría.

Soltó su cabeza para seguir sujetándose por las caderas, a lo lejos se escuchaba la puerta pero Abel comenzó a gemir como si nunca hubiese estado dentro de una mujer. Alba estaba perturbada entre el placer y lo que sucedía, no podía prestar atención y el orgasmo se le ahogaba en el cuerpo. El hombre se dio cuenta de ello, le pasaba lo mismo, salió de ella levantándola, ella intento empujarlo pero pronto se vio aprisionada entre su pecho y su boca respondiendo por inercia a sus besos.

Se sentó en el pequeño sofá de la habitación y de un tirón la atrajo sobre su erección. El gemido que salió de ella fue música pura. Él la sujetaba del trasero invitándola a moverse, pero no hizo falta. Pronto se comenzó a empalar dando saltos sobre su erección. Paso de movimientos lentos a desesperados sujetándose de sus hombros con la boca abierta y los ojos cerrados, sentía los pellizcos en los pezones y eso la volvía loca. Abel se enderezo para juntar sus cuerpos lo más que podía y esa falta de espacio, y esos movimientos de cadera que daban paso al placer pronto los llevo a explotar en mil pedazos. Abel se clavó en ella como si quisiera que absorbiera toda su hombría mientras la joven de piel rosada se desvanecía en sus brazos.

Fue como si la hubiese atacado un animal salvaje, su cuerpo aun palpitaba aferrado a la piel ajena. No quería separarse, no quería que le soltara, algo sucedió para que entrara en tal frenesí, pero no estaba segura de querer saberlo, nada que lo llevara a esos lugares era algo bueno.

-¿Estas bien?- le susurro mientras acariciaba su espalda desnuda

-Bien- respondió aun acurrucada en su pecho.

-¿Por qué te acostaste con Jacob esta noche?- soltó sin más

Alba se dejó enderezado de golpe, tomo el rostro molesto que miraba hacia un lado entre sus manos y fijo sus ojos grises en los suyos

-NO- dijo mirándolo- Yo NO me acosté con él-

-Fui a su cuarto y tus bragas estaban en el suelo, te quite el pantalón y no había bragas-

-Discutimos, y la conversación se salió de control, pero no tuvimos sexo-

-¿En qué discusión se sacan la ropa?-

-No me la quite yo- contesto soltando su rostro pero al ver como la furia retomaba en él le volvió a sujetar- Jacob esta frustrado. Hemos sido como una pareja durante 5 años y de un día para otro llego alguien más, ahora quiere hacer todo lo que nunca hizo-

-Como obligarte a recibirlo entre tus piernas. ¡Qué hijo de puta! – intento ponerse en pie pero la joven hizo peso para impedirlo

-No pasó nada. Cuando le pedí que se detuviera se detuvo, a diferencia de...-

-Se lo pediste sin bragas- y su mirada le traspasaba- ¿Cómo es posible que siempre termine siendo el malo?-

-Ya no continuare esta conversación, necesito poner en claro las cosas con Jacob lo sé, pero también contigo, no puedes seguir perdiendo el control sin antes hablar, por eso estamos así, porque no sabemos comunicarnos- Abel arrugó el entrecejo como un niño regañado pero no negó nada.

Se puso de pie llevándola a la cama, sin decir palabra. A pesar de todo lo sucedido no tenía intención en caminar por esas conversaciones. Se acurruco junto a ella, mientras cambiaban el tema, ninguno de los dos estaban preparados para las implicaciones que tenían el estar juntos. Él lo tenía claro, estaba enamorado de ella, le amaba, y quería pasar cada día a su lado fuese como fuese. Pero ella apenas si podía con todo lo que le sucedió los últimos meses.

Abel nunca durmió al lado de Alba, en realidad nunca durmió con una mujer en sus brazos. Delineo cada parte de su rostro, su clavícula, su espalda. Era hermosa, y era suya, aunque fuera por esos segundos, lo era, y lo seria hasta que decidiera que un monstruo como él no le merecía.

A Jacob la mañana le encontró sin poder dormir. Su cabeza no paraba, ¿Qué esperaba? Que ella simplemente de un día para otro abriera los ojos y sintiera todo lo que él esperaba, que se entregara y simplemente dejara atrás a ese hombre. No, eso no era así. Y aunque lo fuera, aun quedaría entre la espada y la pared con todas esas cosas que intentaba ocultar debajo de la alfombra.

En qué momento todo se había ido de sus manos. "Hasta los premios de consolación se esfuerzan" "Tus rubias" tenía razón golpeaba sus rodillas molesto. Él simplemente la había tenido en un rincón de su corazón como algo seguro, como la prenda que podría usar cualquier día. Se odiaba por ello.

Se recordaba cada noche sintiéndose miserable e incapaz de poder ser honesto con ella, podía tenerla y quería hacerlo, pero no estaba listo para ser sincero, así que siempre era mejor destender un poco su cama con algún cuerpo nuevo y así aligerar su mente. El solo la coloco en ese limbo donde no eran, donde algunas veces parecían, pero jamás, jamás serían...

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