LA NOCHE

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Cuando Abel y Belmont llegaron a su departamento en Houston estaba completamente desencajado. De alguna manera siempre se las arreglaba para convertirse en un maldito animal ante sus ojos, y ese tipo, ese tipo lo hizo adrede, quería hacerlo explotar, seguramente Alba le puso al tanto de su carácter y solo necesito que bajara la guardia para tentar al diablo y tenerlo de frente.

-No confió en ese tal Carmichel- soltó Abel sirviendo un trago

-Yo tampoco confié en el al inicio, así que lo investigue-

-¿Y bien?- le acerco un vaso de whisky

-Estuvo en prisión mientras joven, un lapso muy largo, pero es un buen trabajador, al parecer bajo el ritmo cuando estuvo con su madre y Alba, aún así siempre tiene algo en lo que no confió, no sé si me explico- Abel lo miro haciéndole notar que obviamente no se explicaba- no le desconfió el que este alrededor de Alba, le desconfió lo que hace cuando ella no le ve

-¿Crees qué sea peligroso?-

-No tanto así, es más bien un hombre de malas mañas, hasta donde sé era ludópata, y no creo que eso se cure mágicamente-

-Tú sabes de ello-

-Eres ludópata si jamás sabes retirarte- levanto las cejas divertido- pero en fin, lo que sí puedo asegurarte es que ella no le quiere, y que lo último que le importa es tener una relación con alguien, con él o con cualquiera, y en esa lista entras tu-

-Odio sentirme así, es la única mujer que me hace un pendejo- se recargo sobre su palma- pasaron años y me sigo sintiendo como cuando la vi por primera vez, eso es una mierda-

Belmont le miro con un toque de lastima, se preguntaba cómo era posible que dos personas que de alguna manera se pertenecen tuvieran esa mala suerte de no poder estar juntas.

Eran casi las 3 de la mañana, Abel repasó en su mente cada vez que pelearon en el pasado y lo torpe que fue al solo hacerse a un lado, a dejarle ir, a simplemente esperar que todo se solucionara mágicamente, esta vez no sería así.

El teléfono sonó varias veces, y por un momento creyó que no querría contestarle. Pero antes de que llegara el quinto timbre escucho como entraba la llamada.

-¿Chula?- soltó al escuchar vacío

-¿Acaso tú nunca duermes?- la escucho somnolienta

-Oye, ven aquí... estoy afuera del rancho...- En cuanto Alba escucho eso se sentó de golpe, por un momento pensó que estaba en casa de su abuelo, pero no, estaba en su casa, y Abel estaba esperándole entre la oscuridad.

-Dame unos minutos-

Pasaron menos de 10 minutos cuando le vio caminando hacia él, traía un pantalón corto de tela y una playera de algún concurso de equitación, su cabello estaba revuelto y sus manos estaban dentro del cárdigan gris enorme que traía sobre ella. Salió del lugar pasando por las rejas lo cual hizo reír a Abel que estaba dentro de la Cherokee con las luces apagadas.

-Creo que nos volvimos adolescentes- río mientras ella entraba a la camioneta

-Jacob es quien cierra, y estamos de acuerdo en que no iría a despertarle para que me abriera la puerta-

-Abel 1 Jacob 100 al parecer, pero voy encaminándome- le guiño el ojo mientras se ponía en marcha

-¿Me vas a secuestrar?- dijo sorprendida al ver que arrancaba

-Quizá, es algo que debí hacer hace muchos años- rio viendo cómo se frotaba las manos

-¿Sigues molesto por lo de Magdalena?-

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