VILLEGAS

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Lo curioso del tiempo, es la capacidad que tiene para sanar a las personas, y a la vez poner en marcha esa dualidad que las hace llenarse de veneno cada día más, todo depende del lado de la moneda que elijas.

Para Pedro cada día después del accidente fue una gota de veneno nuevo. La amargura y el desprecio porbsu propia persona le llenaban el alma. Estaba herido y resentido con sus propias decisiones, eso era lo peor.

Jamás tendría la capacidad de regresar en el tiempo, eso era obvio; aun así pasaba los días esperando poder encontrarle. En algún anuncio, en algún lugar, aunque fuera por error. Siempre que terminaba de repasar esos pensamientos en su mente la realidad le golpeaba, ella jamás querría verle de nuevo, y él era incapaz de dejar lo único bueno que le quedaba.  No importaba cuánto imaginara, sabía perfectamente que no valía la pena el riesgo.

Para El paraíso la amargura de Pedro les termino haciendo un bien. El lugar creció al mando de su persona, trabajaba hasta caer dormido de esa manera no pensaba en ella.

Algunas veces el pensamiento de que Abel la encontrara y vivieran en secreto, juntos y felices le carcomía la mente. Eso no podría ser posible, desde donde Pedro veía el mundo Abel era tan culpable como él.  Tomo las mismas decisiones erróneas, la lastimó tanto como lo hizo él.

Era el cumpleaños de Santiag, por petición de Doña Eliza acordaron reunirse todos para comer, todos menos Magdalena, quien seguía reacia a regresar a casa. Al menos sabían que estaba bien, solía llamar a Tomas para decirles que su vida ahora era grandiosa.

Pedro no tenía ninguna intención de jugar a la familia feliz, los años pasaron y aun con ello ninguno de los dos hermanos podían estar en paz; pero está vez no le quedó de otra y tuvo que ceder. Cuando regreso de la ciudad junto con sus hijas vio estacionada afuera esa Cherokee que tanto le repugnaba. Entro y de inmediato vio como las niñas corrían a saludar a su tío. Él las levanto a ambas besándoles las mejillas. Ese tipo de gestos eran los que les definían, mientras que Pedro sería incapaz de separar lo personal con la familia, para Abel era tan natural mostrar amor a sus hijas sin importar cuánto se detestaran.

Durante la comida todos hablaban de su premio en el rodeo, del mundo, de sus hijos, de sus graduaciones, en fin de todo ese mundo feliz que Pedro siempre vio como una mentira. Mientras la comida se volvía cena y las pláticas se alargaban pequeños detalles saltaron a su mirada, eran esos detalles en la risa de Abel, algo en la manera que miraba el móvil. Él ya conocía esos gestos, esa sonrisa, ese interés real por los demás, no era tonto y su mente guardaba celosa y hasta enfermamente esos recuerdos que al verlo ahora regresaban a la mesa. La había encontrado...

Al llegar la noche todos los hermanos se juntaron a beber y reír. Al igual que él sus hermanos notaron la felicidad que no cabía en el pecho de Abel. Era tan obvio, él jamás tenia término medio, o era completamente indiferente o se iba hacia la felicidad extrema.

-¿Cómo se llama?- pregunto Santiago

-¿De qué hablas?- intento ocultar su sonrisa

-De la mujer que te saco esa felicidad- le molesto Tomas haciendo changuitos para que no soltara el nombre de Alba, aunque dudaba mucho que alguien más le hiciera sentir así.

-Pues sí, sí que he encontrado a alguien- y el corazón de Pedro le subió a la garganta- Es muy bonita, bronceada, de cabello lacio y claro, canta Country muy mal- todos rieron y agradecieron el que Alba no saliera a la platica

-Que rápido olvidas- señalo Pedro molesto al ver como por segunda vez su hermano encontraba la felicidad.

-Pase años de mi vida esperando algo que podía encontrar en otro lugar- dijo como si fuera cualquier cosa. Y es que para él, Alba ahora era una persona diferente, era una nueva oportunidad.

-¿Dónde la conociste?- En Alabama- mintió- Es Jinete igual que yo- mentiras de nuevo

-Pues al parecer solo cambiaste el modelo por uno que si te mirara- Pedro no podía evitar ese veneno pero a sus hermanos no les importaba

Estaban felices, sabían que de alguna manera una de sus palabras eran mentiras, pero se sentían contentos de verlo así y mientras Pedro no buscará entrometerse de más, fuese verdad o falacia el que encontró a otra mujer sería la mayor bendición que pudieron desear para su hermano.

Alba siempre tuvo el poder de hacerlo crecer sin siquiera estar a su lado, así que era obvio que de un modo él había encontrado en esa nueva mujer algo de Alba, o era Alba, pero nadie quería indagar.

La paz, aunque fuera un tanto montada y falsa, existía en casa y no querían que eso cambiara. 

El ParaísoWhere stories live. Discover now