"El único brujo capaz de dirigir a su facción es Robinson Baker. Tiene la sangre de Mammón y eso lo hace más poderoso que cualquier otro de su clase"

Las palabras de Poseidón resonaban en mi cabeza a cada nada. Baker es una pieza fundamental para ganar esta guerra, y yo debo mantenerlo a raya a como dé lugar.

— No lo hago por ti, Aitanay — soltó. Lo divisé de reojo.

— Lo haces por mi madre. Lo tengo claro, Baker. Mi madre siempre será tu amor imposible — dije, antes de irme a ver a Sophia.

Entré con cierta molestia a ver a mi hermana. Conversar con Baker siempre me dejaba así, con un mal sabor de boca y un humor pésimo.

Soph estaba con la mirada perdida en el vacío; ella vestía un vestido holgado y blanco, con el cabello suelto. Se veía tan indefensa, ahí sentada; le contemplé el pronunciado vientre en donde mis pequeños sobrinos crecían, este subía y bajaba por la respiración de mi hermana, y ella no dejaba de acariciarlo.

— Hasta ahora no me dices de qué sexo son — comenté curiosa. Una sonrisa adolorida apareció en su rostro.

— Son dos niñas — respondió dejándome patidifusa. «Gemelas Scarlett, gemelas Darren...» —. Los genes de las Darren son fuertes.

— Ellas no serán como... — me callé al sentir el ventarrón detrás de mí. «Qué manera tan sutil de hacer su entrada» —. Bienvenido, Poseidón — saludé sin siquiera voltear, estaba segura de que era él.

— No, cariño. Me ofende muchísimo que me confundas con mi pequeño hermano — dijo paralizándome en nanosegundos. Esa voz, esa maldita voz, capaz de erizar a los guerreros más audaces y valientes de la historia, aquella que con solo alzar la mano tiene a un perro gigante de tres cabezas en su regazo.

— Ha-des — titubeé al verlo con mis propios ojos en la superficie.

Sophia se levantó de golpe, colocándose a la defensiva al igual que Maia, la pequeña licántropa transformó sus uñas en garras y dientes en colmillos, y mi hermana no dejaba de detallar al Dios del inframundo.

El rey de las tinieblas llevaba una camisa negra abotonada hasta la mitad, unos pantalones negros ceñidos a sus poderosas piernas, y su cabello largo y blanco como la melena de un león albino. Todo en él desprendía poder y superioridad.

— Tranquilicen a su mascota — dijo en son de burla por la pequeña Maia. Ella gruñó en respuesta —. ¿Quiere un bozal acaso? No tiene rabia, ¿verdad?

El sarcasmo de Hades era uno de lo más letales en toda la historia y entre los dioses del Olimpo.

— ¿Qué hace aquí? — preguntó Sophia sin perder los estribos. Hades la examinó detenidamente.

— Por fin nos conocemos cara a cara. Bueno, al menos en tu caso, es la primera vez. Un gusto conocerla, señorita Scarlett — Hades se acercó a ella para besarle el torso de la mano.

— Señora Kim — corrigió mi hermana. Rodé los ojos.

Hades rio, pero asintió aceptando la corrección.

— Venía de visita, "señora Kim" — hizo un ademán para sentarse. Mi hermana accedió.

— Lo lamento, pero en cualquier momento llegará a Poseidón. Y estaremos ocupados.

Hades no quitaba los ojos del vientre de mi hermana, activando cada vez más mis alertas y sentido de protección.

— ¡Felicidades por las dos niñas, señora Kim! — felicitó Hades, un ser tan enigmático, del cual que no podía descifrar lo que escondían sus palabras. Mi hermana arqueó las cejas —. Segunda generación de las gemelas Darren. Esperemos que esta versión no tenga ninguna hermana celosa y lunática como Adele Darren.

AMAR ENTRE REINOS [02]Where stories live. Discover now