Capítulo 10

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Killian Pimentel

No tenía ni la menor idea de porque acababa de confesarle eso, me odiaba por ser tan sincero a veces, pero él no se había mostrado desconforme en ningún momento por lo que tenía la ligera sospecha de que le había gustado.

—Zaid, yo...— empiezo a decir, pero no puedo continuar porque sus labios me lo prohíben.

Jadeo sorprendido contra su boca, mis manos se aferran a su camisa arrugándola con mis dedos, una de sus manos está anclada en mi cintura mientras que la otra sujetaba mi rostro con firmeza.

—Joder, es una mierda que tú seas un hombre activo.— siseó contra mi boca dejándome totalmente confuso—. Porque lo eres, ¿verdad?

—No lo sé.— admití remojando mis labios con mi lengua.

Y era cierto, porque a pesar de todo seguía siendo virgen, por muy jodido que me costara admitir la realidad.

—¿No lo sabes?— preguntó alzando una ceja—. Killian has estado en una relación con una mujer, ¿quien tomaba el mando a la hora del sexo?

—No había sexo, nunca lo hubo.— dije con firmeza—. Yo no veía eso como algo importante en una relación.

Lo escucho suspirar mientras baja sus labios a mi cuello, un escalofrío nació en mi columna vertebral y fue repartido por todo el cuerpo, mi piel cosquilleaba allí donde él me tocaba.

—Tú eres activo, ¿verdad?— pregunté sin poder evitarlo.

—¿Tú qué crees?— rozó sus dientes en mi piel antes de alejarse unos centímetros para poder mirarme—. ¿Tengo pinta de dejar que me follen, Pimentel?

Tragué saliva mirándolo a los ojos, en sus pupilas parecía chispear el fuego y a mi me prendió esa mirada.

—Responde, ¿crees que soy de los que se dejan?— preguntó ahora con la voz más ronca que antes, sus labios rozaron mi barbilla y se acercaron peligrosamente a mi boca.

—Creo que todos podemos hacer un sacrificio de vez en cuando.— respondí en su mismo tono de voz antes de ser yo quien cortara la distancia que quedaba entre nosotros.

Mis dedos comenzaron a desabotonar su camisa dándole a entender que no iba a dejarle tomar el mando, no esta vez. Ya estaba acostumbrado a eso así que no se lo haría tan monótono.

—Bien, Killian, por ti puedo hacer un sacrificio.— dijo antes de atrapar mi labio inferior con sus dientes.

Gimoteé con la acción y deslicé mis manos por su duro abdomen, mi mirada bajó por inercia para admirar su desnudez y me llevé una sorpresa al ver que en uno de sus duros pezones tenía un piercing.

—Pensé que solo tenías uno en la nariz.— susurré relamiendo mis labios.

—¿Sorpresa?— se encogió de hombros con una sonrisa ladeada en los labios.

Sorpresa la que te voy a dar yo a ti.

O eso espero.

Mis labios van directos a su cuello, de la misma forma que había hecho él conmigo minutos atrás, mi boca succiona suavemente su piel dejando una marca en su pálida piel. Desventajas de que él sea blanco nuclear.

Delineo su clavícula con mi lengua porque me apetecía hacerlo y bajo con besos húmedos por su pecho, voy directo al pezón que estaba adornado con un plateado piercing. Lo atrapo con mis labios y juego con mi lengua alrededor del metal.

—¿Disfrutando, Pimentel?

—Desde luego que si, Vélez.— susurro sobre su piel, mis manos bajan hasta su pantalón y con lentitud bajo su cremallera para liberar su polla. Me dejo caer de rodillas frente a él sin despegar mi mirada de la suya.

Una cosa era imaginarla y otra muy distinta es tenerla a centímetros del rostro.

Me relamo los labios bajando la mirada para apreciarla, era larga y lo suficientemente gruesa, un par de venas se marcaban en su tallo, la punta de su glande era rosado y goteaba líquido preseminal.

—¿Arrepintiéndote tan pronto?— cuestionó casi con burla.

—No.— dije con firmeza.

Pasé mi lengua por la punta recogiendo las gotas saladas que allí había, degusté el sabor en mi paladar haciendo que un gutural gruñido se escapara de mi garganta.

Me atreví a rodearlo con mis labios, agradecía que no fuera tan grueso porque sino me dolería la mandíbula más tarde, y empujé mi cabeza para sentirlo más dentro de mi boca. Repetí la acción un par de veces, moviendo mi cabeza de arriba a abajo y deslizando su polla dentro y fuera de mi boca.

—Cuidado con los dientes.— siseó cuando estes rascaron levemente su sensible piel, una de sus manos fue a parar a mi cabeza y tras enredar sus dedos en mi cabello empujó con más fuerza guiando mis movimientos—. Ahueca tus mejillas, Pimentel.

Mis manos habían parado en sus caderas, una de ellas fue cubierta por la cálida mano de Zaid, la palma se encontraba sudorosa.

—Killian, voy a correrme...— me informó cuando mi lengua jugueteaba a su alrededor—. Si no quieres que lo haga en tu boca...

Alcé la mirada para centrar mis ojos en los suyos, creo que entendió a la perfección porque se calló de inmediato. No rompió el contacto visual en ningún momento, ni cuando su polla golpeó en lo más profundo de mi garganta ni cuando el orgasmo explotó en su cuerpo.

Sus dedos agarraron con más fuerza mi cabello, tensó la mandíbula y dejó escapar un gemido entre sus jadeos.

El cálido y espeso líquido que salió de él llenó mi boca.

—Puedes escupir.— dijo con la respiración agitada.

Por supuesto que podía, pero no quería.

Tragué el semen sin ninguna complicación y relamí mis labios mientras veía a Zaid acomodarse la ropa.

ZallianWhere stories live. Discover now