Capítulo 7

467 75 20
                                    


Zaid Vélez

Con Killian solo llego a intercambiar un par de palabras, se le notaba más hablador cuando estaba borracho. Su madre me ofrece entrar a casa pero me niego con la excusa de que había dejado mucho trabajo pendiente, sabía que no debía de preocuparme por ello que mi padre se habría encargado de todo, pero no podía pasar más tiempo alrededor de un Pimentel.

Porque todo había tornado un tanto confuso cuando sus labios se pegaron a los míos la noche anterior, una acción que él parecía haber olvidado. ¿Tan poco había significado para Killian ese beso? Una borrachera no era excusa para olvidarlo, estoy seguro que yo aunque estuviera al borde del coma etílico me hubiera acordado.

Debería de estar enojado con él por esa mierda pero no soy capaz.

—Señor Vélez, su padre lo está esperando arriba.— informó la secretaria cuando entré al edificio de la empresa, sonreí como agradecimiento y empecé a subir las escaleras sin prisas.

Había dos opciones por las que mi padre estaba aquí:

La primera era por lo sucedido ayer con él tal Ricky Méndez, tal vez quiere aclarar las cosas y que su hijo (es decir; yo) no viva en la ignorancia.

La segunda era reprocharme por no haber dormido en casa, haber protagonizado la primera borrachera de Killian y más asuntos que lo involucraban a él.

Esperaba que fuera la primera, necesitaba respuestas a todas las preguntas y cero reclamaciones por mi comportamiento con el hijo del magnate Pimentel.

Abrí la puerta sin haber tocado antes, mi padre se encontraba de pie mirando al exterior. Ventajas de que una de paredes fuera una enorme cristalera, desde donde se tenían las mejores vistas de la ciudad.

—¿Qué haces aquí, papá?— cuestioné caminando hasta él, podía tener veinte años pero con mi padre siempre me sentiría como un jodido adolescente.

—Esta sigue siendo mi empresa, tengo derecho de venir siempre que quiera.— pongo los ojos en blanco al escucharlo decir esas palabras—. No me pongas los ojos en blanco, es una falta de respeto.

Frunzo ligeramente el ceño tratando de descubrir cómo se ha dado cuenta si ni siquiera estaba mirándome, entonces me fijo que en el reflejo del cristal se podía apreciar perfectamente.

—No evites el tema, eres un hombre directo así que te voy a pedir que vayas directo al grano.

—Soy directo cuando se trata de cualquier hijo de puta que no me interesa ni lo más mínimo, pero tú eres mi hijo y me importa que la gravedad de mis palabras vaya a afectarte.

—Papá, sabes que cuantas más vueltas le des al asunto será peor.

Él soltó un sonoro suspiro y asintió dándome la razón, acto seguido me indicó que tomara asiento en el sofá que estaba de decoración. Esperé a que él también lo hiciera para poder iniciar el tema de conversación.

Estaba mentalmente preparado para lo que fuera.

—¿Por donde empiezo?— preguntó retóricamente antes de mirarme a los ojos.

Y yo, aún sabiendo que no esperaba una respuesta de mi parte, decidí abrir la boca.

—Puedes empezar a contarme quién diablos es Ricky Méndez.

—Es un hijo de puta que se empeña en hacerle daño a nuestra familia.

—¿Nuestra familia?— me es inevitable preguntar—. ¿Eres mi padre?

Luce ligeramente sorprendido y, aunque sabe disimularlo de puta madre, se le olvida que lo conozco mejor que nadie y que conmigo no debe de aparentar.

—Voy a hacer como que no acabas de preguntarme eso.— dijo con la voz calmada.

—¿Por qué eh? ¿Es que acaso ocultáis algo que yo debería de saber?

—Zaid, cálmate.— demandó, su tono de voz había endurecido por lo que sabía que estaba yendo en serio—. Es una historia muy larga así que agradecería que me escucharas.

—Te voy a escuchar solo si prometes decirme toda la verdad.

—Yo nunca te he mentido.— alza sus cejas al tiempo que se remanga la camisa—. En aquel entonces yo estaba prometido con una mujer únicamente por beneficio, Cyara estaba en la misma situación. Nos conocimos en un viaje que hice a Marbella, fue una noche en donde el alcohol, la pasión y las ganas pudieron con todo lo demás... El fruto de esa noche fuiste tú.— sonrió con nostalgia—. Yo me fui, tal vez porque no tenía los cojones suficientes de decirle las cosas a semejante ángel. Pensé que no nos volveríamos a ver, pero dos años después coincidimos en Italia en la boda de Joel y Fiamma, allí te vi por primera vez en los brazos de tu madre y de inmediato supe que no podías ser hijo de su esposo sino que tenías que ser mi hijo.— hizo una pausa para tragar saliva y continuar—. Moví cielo, mar y tierra para teneros a Cyara y a ti conmigo, todo con la ayuda de Zabdiel. Conseguí que se divorciaran, conseguí yo también divorciarme de la mujer con la que estaba casado, conseguí darte mi apellido... Conseguí todo lo que amo, no voy a permitir que ese hijo de puta intenté arrebatármelo todo de nuevo.

Sin poder evitarlo lo rodeo con mis brazos, tal vez me ocultaran detalles pero era con el único fin de protegerme. No podía ser egoísta con mis propios padres.

—¿Cómo se siente mamá por esto...?— pregunté en un hilo de voz.

—Destrozada, pero ya no tanto por ella sino por ti.— acarició mi nuca al tiempo que pegaba su frente a la mía—. Ándate con pies de plomo, va a darte donde más te duela y ambos sabemos que ya conoce a la persona porque os vio.

—No quiero que él esté implicado en esto.

—Lo sé, Zaid, lo sé... Al igual que tú debes de saber que yo voy a estar encargándome de todo, si pude hacerlo hace diecinueve años puedo hacerlo ahora.

¿Entonces por qué en sus ojos chispeaba la inseguridad?

ZallianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora