Capítulo 31

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Zaid Vélez

La comida de Fiamma D'Altrui es una pasada, casi tengo un orgasmo de solo saborear su nueva receta. ¿Quien lo diría? Es una de las mejores mujeres de negocios y además también una muy buena cocinera.

—Esto está delicioso —admito en voz alta, ella me regresa a mirar con una radiante sonrisa en los labios.

—Estos meses el médico me recomendó no ir a trabajar así que... Me estoy centrando más en el tema de cocinar —suelta una risita—. Aunque estoy deseando volver a la empresa, el trabajar desde casa es mucho más pesado aunque no lo parezca.

—Me imagino que si...Y más si se trata de dirigir una empresa tan grande como la tuya —chasqueé mi lengua contra mi paladar.

Recuerdo que cuando iba al instituto todas las niñas de mi clase querían ser como Fiamma D'Altrui, los machirulos se reían pero a mi me llenaba de orgullo. Era imposible no admirar a una mujer como ella. El que tuviera envidia de mi suegra que se rascase.

Sigo hablando un poco más con mi suegra mientras me termino de comer lo que hay en mi plato, Fiamma era ese tipo de mujeres que se enfadaban cuando no comías todo, así que traté de evitar un enojo por su parte.

—¿Cómo va el embarazo de tu madre? —me pregunta poco después de haber terminado.

—Bien, ya hasta le tienen nombre —me reí pero era verdad—. Marbella Vélez Ross.

—¿Marbella? —rió por lo bajo—. Claro, no podía ser de otra manera... Todavía me acuerdo cuando hace veinti... ¿Veintidós años ya casi? Madre mía, que rápido pasa el tiempo. Bueno, a lo que iba, cuando tu padre llegó de su viaje de negocios con dolores de cabeza porque la había liado en Marbella —negó con la cabeza, moviendo su cabello a la par—. Después se reencontraron en Italia, el día de nuestra boda, fue todo demasiado bonito.

Sonrío, pues no sé qué más hacer, no sabría que decir al respecto porque es un tema del pasado en el que yo no puedo opinar... Vale, por poder puedo, pero no quiero.

—Entonces... —aclaré mi garganta y señalé su abultado vientre.

—Oh, una niña —me hizo saber—. Sería gracioso llamarla Italia, ¿eh?

—Es un nombre muy bonito, ¿vas a llamarla así?

—No —soltó una risa—, será Chiara.

—Suena a italiano —alcé mis cejas, ella no tardó en asentir—. ¿Que significa?

—Bueno, en español sería Clara, y básicamente significa eso: brillante, clara... Aunque, de forma figurada, puede significar famosa o ilustre —explicó—. Es un nombre popular en mi país.

Me hace sonreír, ya me estaba imaginando a una pequeña idéntica a Killian en sus brazos dentro de poco. Por lo general no me gustaban los bebés pero la imagen mental era adorable.

Hablando del rey de Roma...

Antes de que pudiera hablar ya había cruzado la puerta, en sus manos traía su teléfono móvil con el chat de Demian abierto, saludó a su madre antes de dejar este en mis manos para que pudiera leer. Al parecer ya lo habían planeado todo y sólo faltaba llevarlo a cabo.

—¿Ya andáis con secretitos? —se quejó Fiamma cuando su hijo no le dejó ver la conversación—. Te voy a desheredar.

—Eso no es cierto, ma —rió—. Vamos a hacer una rueda de prensa, así como hicieron los padres de Demian hace años, queremos dejar claro que lo nuestro es real y no una estrategia de marketing.

—Siendo así... Podríais haberlo dicho antes, yo también tengo mis contactos —se cruzó de brazos—. Pero ya veo que sois unos chicos independientes.

Por favor, que no haga el chiste de Cataluña.

Por favor, que no haga el chiste...

Por favor...

—Si, independientes pero no independentista como...

—No —lo interrumpí, ganándome una mala mirada—. Dejemos Cataluña a un lado.

—Quiero ir a Cataluña.

Puto mimado.

—Ya te llevaré a Cataluña el mes que viene —puse los ojos en blanco—. Primero debemos de visitar Marbella e Italia juntos, ¿No crees?

—Suena a buen plan —suspiró —. Promételo.

—Lo prometo —fue inevitable no reírme.

Los siguientes minutos sólo fueron simples parloteos sobre lo que diríamos a la prensa, por supuesto que salió el tema de lo ocurrido el día de hoy y yo me tensé, no era algo que me gustase. Y eso que todavía me faltaba enfrentarme a mis padres cuando llegase a casa, estaba tentado a dormir en mi departamento esa noche solo para evitarlos.

—Lo pintas todo de una manera muy inocente y muy bonita, la vida no lo es, no va a salir así —le hice saber.

—Cállate, pesado —bufó—. Mañana aclararemos todo... Absolutamente todo. Y si alguien tiene algo que decir que lo diga, que no tendremos problema en contestarle.

—Lo que tú digas —suspiré, su optimismo era maravilloso, se notaba que no conocía este oscuro mundo. El más mínimo error y nos hundían a los dos.

Y si nos hundían a los dos mancharíamos la imagen de nuestros padres.

Eso si que era una putada.

—Todo va a salir bien —prometió, dejando uno de sus castos y dulces besos en mis labios.

Y yo le creí, por supuesto que lo hice, cuando claramente no debía de confiarme en temas como ese. Los periodistas eran periodistas y harían lo posible y hasta lo imposible por conseguir una exclusiva a su favor.

ZallianWo Geschichten leben. Entdecke jetzt