Capítulo 28

344 58 9
                                    


Killian Pimentel

No es bueno comparar tu relación actual con la anterior que tuviste, de hecho es una muy mala idea... Pero ahí estaba yo tratando de buscar similitudes entre ambas. Con Roxela todo era "perfecto", nuestras familias no ponían inconvenientes, la prensa nos adoraba y solo hablaban de lo bien que estábamos juntos, no había problemas, ni discusiones, ni nada malo.

No quería una relación perfecta.

Quiero tener esas discusiones tontas que tengo con Zaid, porque yo quiero ver películas de Marvel y él solo soporta las pelis de terror. Quiero que me regañe cada vez que haga algo mal para que yo pueda protestarle. Quiero que nos enfademos por la noche pero dormir con la seguridad de que por la mañana todo estará bien entre nosotros.

Quiero algo tan imperfectamente perfecto como lo que estábamos creando.

—¿Sabes? He estado pensando en comprarme un pisito cerca del tuyo —comenté, observándolo vestirse.

—¿Ya quieres independizarte? —me preguntó, clavando su mirada en mi.

—Bueno... Mis padres van a tener otro hijo, quizá ya va siendo hora —argumenté, tomando un cojín del suelo y poniéndolo bajo mi cabeza.

—Los míos también y eso no significa que quiera irme de casa —respondió, divertido—. Amo mi casa, la verdad... Y también a mi familia, no soportaría estar lejos de ellos por mucho tiempo.

—Suenas como el típico chico que vive con sus padres hasta los treinta y tantos... ¡Oh, por Dios! ¿Quieres vivir con tus padres hasta esa edad? —me horroricé—. Zaid, hay ciertas cosas que uno no puede hacer en casa de sus padres...

—No empieces tú a decirme que debo de hacer —bufó, terminando de vestirse y perdiéndose en el baño para ir a peinarse.

Este chico tenía menos luces que la lancha de un narco...

¿Acaso no pillaba la indirecta que le estaba lanzando? ¿Tenía que ponerle más ganas para que entendiera o cómo?

—Nos vemos por la tarde, mimado, hoy tengo un día muy liado —me dice, saliendo del baño ya peinado y perfumado. Suspiré, casi embobado, al verlo.

Creo que a veces no se daba de cuenta de lo guapo que era y de lo tanto que me ponía. Sin importar que fuera por la mañana, al mediodía, por la tarde o en la noche. Él siempre lucía bien, aunque no llevara su cabello peinado o aunque no vistiera de traje.

—¿No podemos quedar para comer juntos? —reproché cuando se inclinó para dejar un casto beso en mis labios.

—Me encantaría pero tengo que comer con unos socios —bufó, acariciándome el rostro con sus suaves manos–. Por la tarde me escapo para verte, ¿vale?

—Vale —accedí, haciendo un puchero. Quizá si tenía razón al decirme mimado, ahora estaba actuando tal cual uno—, no es como si tuviera otro remedio.

—No te quejes —rozó su nariz con la mía, haciéndome sonreír—. Voy a llegar tarde si seguimos tonteando así.

—Eres tú el que está tonteando conmigo, pesado.

—¿Ah, si? —enarcó una ceja, remojando sus labios con su lengua de forma seductora—. Mierda, tienes razón, soy yo...

Me carcajeé cuando se separó, indignado.

—No te rías, mimado —replicó, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón—. Ahora si, me voy. Tienes las llaves encima del mueble que está en la entrada, cuando te vayas cierra la puerta... Y ya sabes dónde está la ropa así que date una ducha, vístete y después desayuna algo.

—Si, pesado —puse los ojos en blanco con fingida molestia, me encantaba que se preocupara por mi.

Aprovechó para robarme otro beso y después irse como si nada, dejándome con una sonrisa tonta en los labios. ¿Esto es el dichoso amor? Entonces no quiero dejar de sentirlo.

Suspiro, embobado como siempre que se trata de él. Si esto se tratara de una serie de dibujos animados yo ya tendría corazones flotando a mi alrededor.

Hago todo lo que él me indicó, tomándome mi tiempo en cada cosa, no había necesidad de andar con prisas. Hora y media más tarde ya me encontraba peinando mi cabello, la cama ya estaba hecha y también había desayunado, solo me quedaba arreglar el desastre que tenía como pelo y después me iría. Si Zaid me viera en esos momentos me regañaría, odiaba cuando me deshacía los rizos.

Salí del departamento de mi novio y cerré la puerta, tal como me lo había pedido. Me sorprendí al ver su coche allí aparcado, ¿no lo había llevado a trabajar? Sé que me va a reprochar por no haberlo usado y es justo por eso que no me lo llevo, tenía que admitir que Zaid se veía muy sexy cuando se enfadaba.

Caminar nunca venía mal... Aunque caminar una hora me sentaría fatal, mejor pedir un taxi y punto. Tal dicho, tal hecho. El conductor es muy majo y me da conversación durante todo el trayecto, cosa que agradezco porque de lo contrario estaría muy aburrido. Cuando detiene el coche delante de mi casa le dejo un par de billetes sobre el asiento y abro la puerta para salir.

—Pero, jovencito, esto es demasiado... Espéreme que le doy el cambio.

—Descuide, quédese con el cambio —le sonrío, bajándome del coche—. Tenga un buen día.

Él me sonríe de vuelta y espera a que yo entre en casa para después irse. Casi me choco con mi padre, pues estaba también abriendo la puerta para salir de casa.

—¿Qué tal tu cita de anoche? Me imagino que más que bien porque no has dormido en casa —dice con diversión.

—No voy a darte detalles de mi cita, papá —reí, negando con la cabeza.

—Yo creo que si, pero más tarde que ahora tengo que irme a trabajar —me guiñó un ojo—. Puedes ir contándole a tu madre.

—No, no lo haré —chasqueé mi lengua—. ¿Y puedo preguntar qué haces todavía en casa? Se supone que entras a trabajar mucho más temprano.

—Mi vida, tengo a una mujer que complacer que es más importante que mi trabajo —me hace saber, dándome unas palmadas en el hombro antes de irse.

Maravilloso.

Quiero un hombre como mi padre, por favor y gracias.

ZallianUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum