Capítulo 36

318 55 16
                                    



Killian Pimentel

Mis pies dolían después de haber estado caminando durante el día, no era la única parte del cuerpo que me dolía, pero la otra seguro que la podéis intuir sin necesidad de ser mencionada.

La luz de la habitación estaba encendida, hacía contraste con la oscuridad del exterior. La puerta del balcón estaba abierta y dejaba entrar el aire fresquito que tanto se agradecía, mi novio estaba apoyado en este, con ese pantaloncito blanco que se ajustaba a sus piernas y a su culo, desnudo de cintura para arriba. Suspiro embobado; mi novio está buenísimo.

—Zaid —lo llamo desde la cama, él se voltea para mirarme, en su mano derecha llevaba un cigarro a medio fumar, sus labios se entreabren para dejar escapar el humo mientras espera una respuesta de mi parte—, ¿que será de nosotros?

Frunció el ceño, sin entender mi pregunta.

Vale, soy horrible hablando y quizá esa cuestión tenía cientos de respuestas, pero yo solo quería llegar a una.

—Es decir, después de Marbella e Italia, cuando regresemos a Estados Unidos, ¿que pasará? —ladeé la cabeza, mirándolo.

—¿Y qué va a pasar? —rio entre dientes—. Seguiremos nuestra vida como hasta ahora, mimado, quizá nos vayamos a vivir juntos como tanto deseas que hagamos. Podemos adoptar un perrito y llamarle... ¡Oh! ¿Y si mejor adoptamos una perra y le llamamos como a tu ex?

Me carcajeo. Vale, eso habría estado genial pero sería una falta de respeto muy grande hacia la perra.

—Me gusta la idea —admití, sonriéndole—. Así que... ¿vivir juntos y adoptar un perro?

—Una perra —concretó, asintiendo—. ¿Una casita con vistas al mar?

Se le iluminó no solo la mirada sino la vida completa. Es todo lo que quiero y necesito, amo el mar y amo a Zaid, tener un dos por uno sería una fantástica idea.

—Me encanta, me encanta —di un par de aplausos, emocionado. Me levanté de la cama sin importarme la desnudez y corrí hasta mi novio para abrazarlo, él se rio de mi, envolviéndome como uno de sus brazos y pegándome a su cuerpo.

—No soy un hombre celoso pero no quiero dar de que hablar, mimado —mordisqueó el lóbulo de mi oreja—. Que los demás turistas te vean desnudo no está en mis planes.

—Me has desnudado tú —me quejé.

—Si, pero para tenerte en mi cama, no para que salgas al balcón así —me nalgueó, sobresaltándome.

—¡No hagas eso! —chillé.

—Entonces mueve tu culo adentro y viste aunque sea un bóxer, amor —me sonríe con diversión.

Le robo un beso antes de volver a meterme en la habitación, lo que menos quería era aparecer al día siguiente en las noticias y sin ropita, no quería que mis padres vieran un titular de esa forma. No. Me daría una vergüenza flipante y no tendría cara para volver a mirarlos.

No me vestí, no me apetecía hacerlo, sabía que Zaid regresaría pronto de fumar y al encontrarme desnudo me haría muchas cosas deliciosas. Valía la pena arriesgarse.

Me tumbé en la cama y tomé mi teléfono para revisar mis redes sociales, una amiga de la familia había tenido a su segundo hijo hacía poco tiempo y todos sus stories eran de él. De los meses que había estado embarazada hasta el momento del parto, había dado a luz a un hermoso niño idéntico a su padre. Dejé escapar un largo suspiro, me encantaban los niños y ahora caía en cuenta de que nunca podría tener uno por la sencilla razón de que Zaid no era una mujer y no podría embarazarlo.

—Hey, ¿qué pasa? —su pregunta me hace levantar la cabeza de la pantalla del teléfono para mirarlo a él—. Te has puesto triste.

—No es nada —murmuré para no preocuparlo, sabía que si se lo decía haría lo posible y hasta lo imposible.

—Killian, sí que es algo, tus ojitos me lo han dicho —insistió.

Mordisqueé mi labio inferior con nerviosismo pero no dije, al menos no hasta que me agarró la cara con una mano.

—Quiero tener un hijo.

No se lo esperaba.

Su cara era un maldito poema, hasta se había puesto pálido y todo. No debí de soltar eso así sin anestesia porque al pobre le está dando un cortocircuito.

—Quiero decir... —aclaro mi garganta—. Algún día me gustaría ser padre, quizá en un par de años porque ahora soy muy joven.

—Esto no me lo esperaba —parpadea, recuperándose del shock—. Así que un hijo, ¿eh?

—Si —admití un tanto avergonzado.

—Vale, casita con vistas al mar, una perra y un niño... Podremos con ello —sonríe para aliviar la tensión pero se nota que todavía no lo ha aceptado del todo—. Madre mía, un hijo...

—Si —repetí, esta vez riéndome.

—Quieres que seamos padres.

No era una pregunta, era una maldita afirmación... ¡Y usó el jodido plural! Quiere incluirse, claro que si, voy a intentar no morirme de amor.

Esta vez ni respondo, me limito a asentir con una sonrisa en los labios para demostrar mi plena felicidad.

—Vaya, eres una cajita de sorpresas —peina mi cabello con sus dedos—. Supongo que es por eso que me gustas tanto.

—Y tú no haces más que satisfacerme, ¿no es eso un poquito aburrido?

—Te tengo mal acostumbrado, ¿eh? —rodeó los ojos con diversión—. Eres mimado de naturaleza, no soy quien de cambiar eso.

Me besa, o quizá soy yo el que lo besa a él. Como sea, nos besamos. Demostrándonos, una vez más, cuanto nos amamos el uno al otro.

ZallianWhere stories live. Discover now