Capítulo 6

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Killian Pimentel

Mi lado sensato me decía que no era una buena idea, que un solo movimiento de mi parte podría joder las cosas entre nosotros, no haría lo correcto si decidía besarlo.

Sin embargo, sentía esa necesidad de juntar mis labios con los suyos una vez más, mi primer beso había sido con Zaid hace años y nunca volví a sentir esa magia que me transmitió su boca con solo un beso.

Volví a pasar mi lengua por mis labios antes de acortar la distancia que quedaba entre nosotros. Sus suaves y carnosos labios se sentían exquisitos bajo los míos.

—No, Killian...— susurró sobre mi boca—. Estás borracho, vas a arrepentirte de esto cuando seas consciente.

—Tienes razón.— murmuré cerrando los ojos y maldiciendo para mis adentros.

Al menos tenía la excusa de que estaba ebrio y no sabía lo que estaba haciendo, esperaba que funcionara porque sino estaba perdido.

No mucho después sentí como mi cuerpo era depositado en una superficie blanca y cómoda, aunque no tan cómoda como sus brazos...

Suponía que era una cama así que no hice más que acomodarme en ella e intentar dormir, cosa que no fue una misión complicada pues el sueño no tardó en llegar.

No sé exactamente por cuándo tiempo dormí pero cuando me desperté todavía era de día,o al menos la luz que entraba directamente por la ventana de la habitación me daba a entender eso.

Salgo de la habitación con pasos torpes mientras tallo mis ojos, me detengo de inmediato al ver a Zaid con sus gafas puestas mientras miraba el MacBook que estaba encima de la mesa, en la mano derecha llevaba una taza de café por lo que suponía que era por la mañana, pues es el único momento del día donde Zaid Vélez soporta tomar café.

—Oh, buenos días, princesa.— murmuró con diversión cuando se dio cuenta de mi presencia.

—Dime que no he dormido tanto...

—Lamento decirte que si lo hiciste.— soltó una risa negando con la cabeza, a mi no divertía en lo más mínimo esta situación—. He preparado café, ¿quieres que también te traiga una pastilla para la resaca?

—No, no será necesario.— negué sacudiendo mi cabeza, sorprendentemente me encontraba mejor de lo que me merecía.

—Como quieras, Pimentel.— se encogió de hombros—. Tu madre te llamó un sinfín de veces, no me corresponde a mi darle una explicación.

—Me va a matar.— me pasé una mano por mi despeinado cabello—. No me acordé siquiera de avisarle que me iría contigo...

Sin duda alguna era todo su culpa, él hacía que me olvidara de todo lo demás.

Maldito seas, Zaid Vélez.

—Bájale un tonito a tu drama, Pimentel.— dijo sacándose las gafas y poniendo sus ojos en blanco—. Mejor ve a vestirte y te llevo a casa, soy más alto que tú pero seguro que algo de mi ropa te puede quedar bien.

—Oye, no hice nada estúpido estando borracho, ¿verdad?— pregunté por compromiso.

Si eso, mejor hacerme el idiota que no recuerda nada antes que admitir que le comí la boca mientras me traía en sus brazos.

Bravo, Pimentel, eres un genio.

—¿No recuerdas nada?— preguntó frunciendo ligeramente el ceño, como si quisiera disimular que estaba desilusionado.

—No, lo lamento...— negué con la cabeza—. ¿Eso quiere decir que si hice algo?

—Descuida, no has hecho nada que no me haya gustado.— sonrió de lado casi de forma seductora.

Solo Zaid Vélez podía cambiar de una emoción a otra en menos de cinco minutos.

Le devolví un intento de sonrisa antes de adentrarme en su habitación una vez más, fui al baño para darme una ducha rápida y salir más despejado.

Con una toalla alrededor de mi cintura busqué en su armario algo para ponerme, toda su ropa se veía increíblemente bien y olía a ese perfume de Hugo Boss que solía utilizar.

Tomé uno de sus pantalones de vestir más ajustados, a mi me quedaba un poco más flojo pero tampoco demasiado, y una sencilla camisa de color blanco, la cual remangué para mostrar mis antebrazos.

Salgo de allí con pasos lentos y sin prisas mientras me paso los dedos por el cabello, una sonrisa se forma en mis labios al ver que Zaid estaba junto a la puerta esperándome.

—¿Cómo me veo?— le pregunto, en realidad no estaba muy seguro de porque esa pregunta había salido de mis labios.

Su labio inferior queda preso por sus dientes mientras me escanea con la mirada.

—Jodidamente atractivo, Pimentel.

—Todo un cumplido viniendo de ti, Vélez.

Sonríe con los labios pegados y me mira a los ojos casi con burla, pero él sabía que eso de las miradas a mi también se me daba increíblemente bien.

—Después de ti.— me dijo al abrir la puerta.

Adoro esa excusa, y más sabiendo que es con el pretexto de mirarme el culo mientras camino.

Y yo como soy buena persona le doy el lujo de hacerlo.

ZallianWhere stories live. Discover now