Capítulo 23

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Zaid Vélez

Entre las ventajas de levantarse temprano estaba que mi padre se encontraba todavía en casa, mi favorita, porque lo general era el más madrugador y para cuando yo me despertaba él ya se había ido a trabajar.

—Felicidades, papá —murmuré entrando en la cocina, él me miró con una ceja enarcada pero sabía que no le tomaba nada por sorpresa que yo lo felicitara, mi madre ya le había dicho que yo ya lo sabía. Tenían una relación en la que se contaban absolutamente todo, yo quería tener el mismo nivel de confianza con alguien.

—Gracias, supongo... Tenemos que hablar de ese tema —el teléfono que llevaba en las manos vibra, señal de que alguien lo estaba llamando, pero él simplemente lo bloquea como si nada—. Hiciste preguntas muy acusadoras anoche, los dos sabemos la razón pero quiero que seas tú quien me lo diga.

—Es innecesario —me limité a decir, tomando una manzana del frutero y dándole un buen mordisco, bajo la atenta mirada de mi padre—. En serio, papá, no quiero hablar del tema.

—Yo si —su seriedad no me agradaba, solo lo veía en ese modo cuando estaba en el trabajo, fuera de él era todo lo contrario—. Tu madre piensa que tú crees que ella me es infiel, ¿a que se debe eso?

Suelto un suspiro, mi padre no era tonto y sabía a la perfección la respuesta a esa pregunta. Tenía esa manía de querer dejar en claro que quien seguía mandando era él, a pesar de que yo tuviera veinte años e iniciara como jefe de su empresa.

—Alguien me ha dicho que la había dejado embarazada en Marbella, casi siento mi mundo venirse abajo cuando ella me confirmó que estaba embarazada.

—¿Quién? —insistió,  apretando su mandíbula de forma bastante notable.

—Ricky Méndez —confesé.

Cuando pensé que me daría una mala contestación hizo eso que tanto lo caracterizaba, darle una vuelta a las cosas, y se rió. Puso una de sus manos en mi hombro, apretándolo ligeramente.

—No quiero que te hables con ese gilipollas, creo que ya hemos hablado lo suficiente sobre él.

—Papá, me he reunido con él solo para...

—¿Te has reunido con él? Esto ya es el colmo, ¿a ti te parece normal?

Estaba decepcionado, se notaba de sobra en sus expresiones. La decepción era el peor sentimiento para los seres humanos, lo sabía de sobra yo que ya había recibido varias decepciones a lo largo de mi corta vida. Pero la decepción de un padre por su hijo... Oh, mierda, eso es peor que el infierno.

—¿Puedo explicarte la cosas? —intenté que la voz no me temblara cuando lo miré a los ojos—. Él llevaba insistiendo mucho tiempo e incluso había empezado a amenazar a nuestra familia, tenía que dejarle las cosas claras.

—Comprensible.

—Papá, hablo totalmente en serio —bufé, al verlo todavía tan serio.

—¿Con dejarle las cosas claras te refieres a amenazarlo así de forma cabrona o...?

—Si —admití un tanto avergonzado—, ya sé que no son formas de hacer las cosas pero... Estaba enojado, también sé que no es una disculpa. Actué como un niñato.

—Yo también lo hice con él, tal vez sea cosa de nuestra sangre detestar a hombres como ese... O mejor dicho, detestar a ese hombre —se corrigió a sí mismo—. Y todo por la misma razón,  defender y proteger a la familia.

—A la misma mujer, ¿no? —cuestioné, sonriendo de lado.

—Si —asintió, también sonriendo—. Ricky tiene una obsesión poco sana con Cyara, no va a superarla en la vida... No lo culpo, si me separo de ella tampoco creo que pueda superarla.

—¿Por qué no os habéis casado? —escupo la pregunta que también picaba en mi lengua desde ayer.

—Está misma pregunta me la hiciste cuando tenías quince años, ¿recuerdas la respuesta? Porque sigue siendo la misma.

—Dudo que siga siendo la misma, han cambiado cosas desde entonces... Decidisteis tener otro hijo, uno planeado y no como yo —murmuré con diversión.

—Somos dos personas que ya han estado casadas en un pasado y que nuestros matrimonios han fracasado —me dijo lo que yo ya sabía—. Hace algunos años pensaba que Cyara quería casarse, pero cuando lo hablé con ella lo descartó por completo. Estamos bien así, un matrimonio no significa amor eterno.

Pasó por mi lado, despeinando mi cabello como solía hacer desde hacía años, tenía esa manía que a mi poco me gustaba. Iba a reclamarle porque me había peinado muy bien hacía poco tiempo pero entonces mi madre entró dándonos los buenos días.

Se saludaron de esa forma tan empalagosa que los caracterizaba, fuera de casa parecían una pareja muy seria, forma y empoderada... Pero dentro se comían a besos, se abrazaban y se daban muestras de afecto cada dos por tres.

—Mamá, papá —llamé su atención—, me voy para el trabajo... Nos vemos más tarde.

Besé la mejilla de mi madre musitándole un "te quiero" y tras coger las llaves del coche salí de casa. Para cuando llego a la empresa veo que el coche de Killian ya estaba allí aparcado, al parecer alguien había llegado temprano...

—Señor Vélez —me saluda uno de los trabajadores al verme llegar, le sonrío con amabilidad mientras le devuelvo el saludo por cortesía. Mis ojos dan con el niño mimado subiendo las escaleras, desde donde me encontraba tenía una perfecta visión de su trasero, ese pantalón se ajustaba perfectamente al culito respingón que se cargaba—. Disimule.

—¿Disimular? ¿Qué es eso? —me burlé de mí mismo.

ZallianWhere stories live. Discover now