Capítulo 33

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Zaid Vélez

Marbella, es un lugar extraordinario, donde conviven el lujo y las tradiciones, playas, sol, golf, restauración, naturaleza y mezcla de culturas. No se puede decir que se conoce la Costa del Sol si no se conoce Marbella.

El tejido empresarial según los datos del INE de 2018 está compuesto por 18.301 empresas, lo que supone el 14,87% del total de Málaga y evidencia el peso de la economía marbellí en la provincia y su dinamismo empresarial.

Son muchas las estadísticas que ponen de relieve el dinamismo de la economía local pero hay algunos que merece la pena subrayar:

Como por ejemplo: concentra el mayor porcentaje de venta de productos de lujo en España: el 26% de un sector que movió 6.300 millones en 2017 (datos de la asociación Luxury Spain). De ahí que mimados como Killian Pimentel quieran vacacionar por la zona, y lo menciono a él como podría haber mencionado a cualquier otro, como nuestros padres o gente de su categoría.

Es la 3ª ciudad de España, detrás de Barcelona y Madrid, con el precio de los alquileres más elevados (datos de TecnicaTasa de 2018). De ahí que la mayoría sólo vacacionen y no se queden a vivir.

—Quiero ir a la playa —la voz de mi novio me hace dejar los pensamientos sobre la divina ciudad española y volver mi mirada a él—. Voy a ponerme morenito para ti, mi amor.

Reí. No era muy fan de ir a la playa pero si Killian decía que quería ir, iríamos. Valdría la pena echarle crema solar y verlo semidesnudo, con unas gafas de sol para que los rayos solares no le dañaran la vista.

Bendita imagen mental.

—Tendremos que dejar las cosas en el hotel y después iremos a la playa el tiempo que quieras.

—¿Tu madre no tenía un pisito por aquí? —inquirió—. Ella es de España y creo recordar que de esta zona, ¿no?

—Si —asentí—, yo creo recordar que sus propiedades de aquí se las quedó su ex marido.

—Que hijo de puta —maldijo entre dientes.

—Pero bueno, estaremos de maravilla en el Hotel NH Marbella —le hago saber.

Él me sonríe porque sabe de sobra que yo no le mentiría en algo como eso. Mi padre me había recomendado ese hotel, según él es de los mejores de la ciudad y siempre que vienen se quedan allí. No dudaba de su palabra. Cuando llegamos lo pude confirmar, era una pasada y a Killian le había flipado. A mi también, no voy a negarlo.

—Tus padres sí que saben —habló, dejándose caer en la cama—. Por el invierno vacaciones a Italia y por el verano vacaciones a Marbella, así da gusto.

—Se han pasado la vida trabajando para ahora disfrutar, hacen bien —me encogí de hombros y procedí a sacarme la camisa, estaba por derretirme si seguía con la ropa que llevaba puesta—. Dijiste que querías ir a la playa, ¿no?

—Ajá —se remojó los labios, apoyándose en sus codos para mirarme mejor—, pero también podemos quedarnos un ratito más en la habitación...

Le sonreí de esa manera que lo derretía por dentro, si íbamos a jugar que fuera al completo, él me provocaba y yo a él también.

—Puedes verme sin camisa en la playa, no babees tanto —le eché la lengua solo para molestarlo un poco más.

—No me molestes —hizo un puchero—, no es mi culpa que estés buenísimo.

Rodeé los ojos con diversión, él sí que sabía como subirme el ego. Me puse una ropa más fresca para salir a la calle, Killian lo hizo a regañadientes porque su plan de quedarse en la habitación no había funcionado. Comimos algo en uno de esos restaurantes sencillos que están cerca de la playa y después fuimos a disfrutar del sol y las olas durante toda la tarde.

Mi momento divertido no fue cuando me senté el precioso y cómodo culo de mi novio para echarle crema solar en la espalda. Fue cuando un grupo de chicos se nos quedó mirando y le dio un pequeño ataque de celos, finalmente (y después de haberme comido la boca varías veces para que les quedara claro que tenía novio) dijo que no le importaba que miraran, qué total... Ellos solo podían darse el gusto de mirar y que él podría hacer mucho más que eso.

Me reí, claro que lo hice, pero fue después para no hacerlo sentir mal.

—No se me nota el bronceado, ¿verdad?

—No —admití—, pero es normal, si vienes una semana entera a la playa se te notará.

—Pero no quiero venir una semana entera a la playa... Recuerda que me prometiste llevarme a Italia la semana que viene, no quiero pasarme todas las vacaciones en la playa —bufó, cruzándose de brazos.

—Tienes razón, hay muchas cosas que podemos hacer por aquí... ¿Te apetece ir esta noche a una discoteca?

—Solo si yo puedo elegir el restaurante en donde cenemos.

Asentí, me parecía un trato justo.

Al menos no había prensa, estamos como cualquier pareja disfrutando de un increíble día en Marbella. Habíamos dejado muy claro que lo haríamos y que no queríamos interrupciones, que era algo privado y que quien se atreviera a violar nuestra privacidad tendría que pagarlo caro.

El tema de Ricky Méndez se calló por completo, al igual que el de Roxana. Nadie habló más del tema y debido a eso ambos estaban teniendo problemas financieros en sus empresas, bueno, en el caso de Roxana los estaba teniendo su marido. Al parecer, Roxela era la copia de su madre y no quería vivir de algo que no fuera su belleza, de ahí que salió en varias revistas venezolanas y después también se le acabó la fama. La desgracia de sus padres la había salpicado.

—Rib Shack Marbella —leyó Killian el nombre del restaurante—, tiene muy buenas valoraciones.

—¿Vamos a comer ribs? —arqueé una ceja.

Me respondió con una amplia sonrisa que me tomé por un si. Cenamos lo que el señorito escogió y dejó de admitir que estaba todo exquisito, la única pega que le pondría a la cena fue que el teléfono de Killian estuvo todo él maldito tiempo vibrando.

—Killian, debe de ser importante si te ha estado mandando mensajes todo el tiempo, llámale y ya está —le dije, limpiando las comisuras de mis labios con una servilleta.

—No lo es.

—Ni siquiera has mirado.

—Zaid, te estoy diciendo que no lo es.

Odiaba que se pusiera a la defensiva pero no era nadie para decirle que hacer o como actuar. Uno de los camareros se acercó a servirnos el postre, el teléfono volvió a sonar, esta vez en señal de que alguien estaba llamando. Ambos miramos en su dirección, estaba encima de la mesa, junto al mío, con la pantalla hacia bajo impidiéndonos ver de quien se trataba.

—O lo coges tú o lo cojo yo —advertí.

—Zaid...

Bufé y estiré mi mano para tomarlo, a Killian no le dio tiempo de impedírmelo, gruñó frustrado cuando miré la pantalla y vi de quien se trataba.

Roxela...

ZallianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora