38, number 12 of grimmauld place

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Doe y Phoebe seguían a la divertida chica Black por el primer piso, escuchando atentamente y recordando el recorrido para no volver a perderse.

—Dejen sus pertenencias aquí, Kreacher las ubicará —dijo Aries una vez que habían terminado—. ¡Kreacher!

Un elfo doméstico apareció, tenía mala cara y parecía querer desaparecer de allí. Escuchó las indicaciones de su ama y desapareció con las cosas de ambas pelirrojas. Las tres caminaron hacia la cocina y encontraron a Sirius Black y Remus Lupin cocinando algo que olía riquísimo.

—Buenas noches, muchachos —saludó Aries—. Supongo que conocen a Phoebe —señaló a la mujer, que los saludó y se sentó en la mesa—. Ella es Doe, una amiga.

—¿Doe? —se extrañó Sirius.

—Un apodo —dijo la niña a modo de explicación, algo incómoda.

Ninguno de los hombres sabía oclumancia, por lo que Doe podía escuchar todos sus pensamientos. Eran demasiados. Se sentó en la mesa frente a Phoebe y dejó descansar su cabeza sobre sus manos, apoyando los codos sobre la mesa.

—¿Necesitan ayuda? —preguntó Phoebe, levantándose y acercándose a ellos.

Aries se sentó en el lugar que antes ocupaba la pelirroja y se cruzó de brazos.

«¿Qué sucede?»

Doe rió, se lo estaba preguntando a ella. Sirius la miró de reojo.

«¿Está loca?»

—No estoy loca, señor Black —dijo, sonriendo de lado con burla.

Sirius se giró, asustado y miró a Doe con las cejas alzadas. Aries y Phoebe soltaron algunas risas.

—Ella tiene el don de la legeremancia natural —explicó Phoebe—. Puede leer todos sus pensamientos, así que deben cuidarlos delante suyo.

—¿Puedes leer todos? —preguntó Sirius, ahora emocionado. Parecía haber descubierto una de las maravillas del mundo—. Como... ¿todos, todos?

Doe asintió sonriendo y Sirius se sentó junto a su hija, entusiasmado.

—¿Puedes decirme qué piensa Remus ahora?

Se escuchó un golpe metálico y todos miraron a Remus, que había dejado caer el cucharón dentro de la olla. Se volvió hacia Sirius con una mirada acusadora y lo señaló con el dedo.

—Eso es trampa —se quejó—. ¿Por qué no nos dice qué pasa por tu cabeza ahora?

Doe soltó un quejido y se levantó de la mesa.

—¡No quería saber eso! —chilló, señalando a Sirius, quién reía y su cara se tornaba roja.

Fue una suerte que Aries la dejara dormir con ella, pues cuando llegó el clan Weasley con Hermione Granger, a Doe comenzaba a dolerle la cabeza de tantas personas que no controlaban sus pensamientos y no sabían oclumancia. En especial odiaba escuchar los pensamientos de la irritable Weasley, quién estaba celosa de que Doe duerma en la habitación de Aries y ella no, aunque nunca lo dijo en voz alta.

Los gemelos Weasley habían quedado encantados con Doe y, siempre que podían, le pedían ayuda para hacerle bromas a cualquier persona que se siente en la silla de la esquina a la hora de comer. La mayoría había caído (exceptuando a Remus y a Sirius) y ahora nadie ocupaba el lugar.

Pero Doe quiso escapar de la casa una tarde, cuando convocaron una reunión de emergencia. Todas las personas que pertenecían a la Orden habían llegado a la casa y a Doe comenzó a dolerle la cabeza de inmediato, así que subió las escaleras y se encerró en la habitación hasta que todos se hubieran ido. Cuando bajó, luego de unas horas, sólo se encontraban las personas que ya vivían allí, además de Dumbledore y Severus Snape. Pero Doe no se preocupó ya que nunca había podido leer la mente de alguno de ellos. Lo había intentado varias veces, pero sus barreras eran sólidas y gruesas, no podría hacerlo a menos que la dejen.

SOULMATES ━Harry J. PotterWhere stories live. Discover now