Capítulo 49: El cierre perfecto sin un final concluyente

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Clarke POV

La novedad de un nacimiento siempre genera una revolución linda y emotiva, en las personas cercanas, mucho más potenciada a la generada por la noticia de un embarazo. Los primeros días después de la llegada de los mellizos así fueron. Lexa permaneció internada un par de días, por molestias propias de la cesárea, por lo que limitamos las visitas para no atosigarla demás y pudiera tener el descanso que merecía. Sin embargo, una vez que pusimos un pie en nuestro apartamento ya no se pudo controlar el desfiladero constante y las repetitivas visitas de sus abuelas emocionadas y entrometidas que, ante la fascinación y deslumbramiento por los pequeños, no se querían perder detalle de absolutamente nada. Por un lado, me daba tranquilidad saber que mientras las guardias no me permitían cuidar a Lexa como deseaba, mamá y Becca estaban allí con ella, ayudando y acompañándola. Aunque se volvía difícil invitarlas a regresar a sus casas después.

Una tarde,  luego de un día largo de guardia, llegué y me encontré una escena de lo más conmovedora, en donde jamás imaginé cuan satisfactorio sería verla. Lexa, se encontraba sentada entre mi madre y la suya, cada abuela con uno de los mellizos en sus brazos; Nasha obviamente acurrucada también allí. Una de las manos de Becca, sostenía con cariño la de Lexa, una muestra de cariño que por mucho tiempo habían sido un gran anhelo, y ella se mantenía aferrada con fuerza como si sintiera protegida, sin ser consciente de lo perfecto que era aquel suceso. Por años, nuestra familia se mantuvieron separadas por orgullosos y soberbias, y aquel instante el recuerdo triste de un pasado sin retorno parecía lejano y ajeno, y comprendí que la vida siempre encontraría la manera de devolvernos lo que nos pertenecía, para poder apreciarlo, valorarlo, y hacernos felices viendo lo que el amor logra.

***

Los meses pasaron uno a uno, trayendo con ellos los primeros pasos de Olivia y Timothy, las primeras palabras y la emoción que todo aquello genera.

Aún recuerdo el grito eufórico de Lexa, desde la cocina, cuando Olivia se aventuró a caminar a pasitos lentos y torpes. Nuestra niña lejos de espantarse por la emoción entusiasta de una de sus madres, arrastró a su hermano a que la siguiera. Y allí estábamos nosotras, observando entre sonrisas, alegría y otras tantas emociones, como el tiempo avanzaba dejándonos la nostalgia y el deseo imposible de detener el paso del tiempo para no irnos jamás de aquel perfecto instante.

Esos preciosos primeros pasos fueron un anticipo de lo que realmente significaba que Olivia y Timothy comenzaran a caminar; ahí supimos con certeza que junto a Nasha harían un trío de lo más caótico y revolucionario, ya que de repente teníamos un revuelo de corridas y persecuciones por toda la casa, sus risueñas risas inundaban cada lugar por el que pasaban y luego era verlos dando volteretas en el suelo, jugueteando hasta que el cansancio los vencía. Apreciarlo, era tan lindo como agotador. La maternidad se caracteriza por poseer esas dos partes: lo bello y lo caótico; conviviendo a la par. Sin embargo ninguna de las dos se quejaba, porque éramos felices a pesar de todo.  

—Creo que debemos mudarnos a una casa más grande.

—Leíste mis pensamientos. — reflexionamos mientras levantamos del suelo, dormidos, a los pequeños, para llevarlos a sus camas.

Así fue, como un par de meses después, conseguimos mudarnos a una casa bellísima, a las fueras de la ciudad, con la comodidad perfecta para que Olivia, Timothy y Nasha pudieran corretear de manera libre.

El jardín era lo más hermoso de nuestro nuevo hogar. Lleno de árboles, con un parque inmenso en donde se podían plantar las flores que quisiéramos para decorarlo; Y, gracias a la lejanía de las luces de la ciudad, se apreciaban las estrellas de manera magnifica. Realmente era la casa de nuestros sueños.

¿Casualidad o destino? [CLEXA AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora