Capítulo 44: Deseos compartido

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6 meses después

Clarke POV

El calor de fines de Julio era abrasador, dando tregua las primeras horas del día, las cuales las sabía aprovechar muy bien yendo a hacer un poco de ejercicio junto a Nasha que feliz salía detrás mío con su correa en la boca. Eran nuestras rutinas matutinas o vespertinas dependiendo de cuando me tocara trabajar.

Aquel día el cielo estaba limpio, lo que auguraba una excelente jornada. Se me ocurrió que sería un buen plan hacer un picnic en el parque cuando el sol cayera y disfrutar un poco del verano ya que ni Lexa ni yo habíamos tenido vacaciones. La idea me alentó las horas siguientes y motivo a que en el hospital fuera todo más tolerable a pesar de lo intensa y movida de la jornada.

Ya cerca de lo hora de irme, una distraída Raven chocó conmigo en los pasillos.

—Oh Clarke, lo siento. — Exclamó como si volviera en sí, pero siguió caminando.

—¿Estás bien? —Intenté detenerla.

—Perfecta. — respondió acelerando sus pasos.

—Raven...— La seguí —¡Ey! — Y me paré delante de ella.

—¿Qué ocurre? — Pregunté preocupada. Resopló con su respiración acelerada y un tanto nerviosa.

—Sólo estoy yendo a buscar a otro cardiólogo que atienda a un paciente, porque me necesitan en otro lado.

—¿Segura que no sucede nada más?

—Clarke, tengo al paciente esperando. — No sé que sucedía, pero no era la Raven que conocía; desde hacía semanas no era la Raven que conocía.

—Vale. Pero sabes que...

—Lo sé. — Ahorrándome las palabras, me dedicó una sonrisa un tanto forzada y con pesar, porque sabía qué iba a decirle. Dejé que se marchara e intenté tener paciencia. Estaba segura que en el momento indicado ella vendría a mí.

Seguí mi camino y luego de juntar mis cosas me fui de compras. Quería tener todo listo, para poder pasar a buscar a Lexa por la editorial e irnos directamente al parque. Deseaba sorprenderla con la cita.

Compré lo necesario, me fui rápidamente al apartamento, preparé todo, lo eché en una canasta y con la canasta en una de mis manos y en la otra sosteniendo a Nasha, volví a salir. Diez minutos después estaba con el coche detenido frente a la editorial, aún faltaba un poco para la hora de salida de Lexa, por lo que le envié un mensaje avisándole que estaba allí, pero sin comentarle lo demás.

Bajé con Nasha para esperar fuera, porque el calor estaba un poco tedioso. Cuando ella, distinguió a Lexa a la distancia solté su correa y corrió eufórica al encuentro. A los segundos aparecieron ambas rebalsando alegría.

—Que lindo que hayan venido por mí.

—Tenemos una sorpresa para ti. — abrí la puerta trasera del coche para enseñarle la canasta. — Una cita de 3 en el parque.

—¡¿En serio?!—demostró entusiasmo. Respondí afirmando con mi cabeza.

—¡Ay! ¡Te amo! — Exclamó antes de dejarme un beso en los labios, al que luego se sumó Nasha que lamió el rostro de ambas. —A ti también te amo con toda mi alma. — Dijo dejándole besitos por todo su rostro.

***

El parque estaba completamente lleno, buscamos algún espacio libre y estiramos una manta para sentarnos allí.

Lexa, una vez en el suelo, se recostó con la mirada puesta en el cielo.

—¡Que hermosa noche! — Se apoyó sobre sus codos y me miró. — Gracias por esto, lo necesitaba.

—Ambas lo necesitábamos. — Estiré todo mi cuerpo para dejarle un beso en la mejilla, y luego comencé a sacar todo lo de la canasta: —He traído un poco de todo porque no sabía de qué tendrías antojo. — colocó una picara y comprendí su intención.

—¡Demonios Lexa! Quita esa cara que es peligrosa y estamos en medio de un parque. — Mordí mi labio ante su insinuación a través de miradas.

—Adoro como te pones de nerviosa.

—Eres terrible...

—Y te encanta...— Para que negarlo. Ambas reímos y nos dispusimos a disfrutar de la noche y de la suave brisa de verano que se filtraba entre los árboles.

Poder compartir momentos como aquellos volvían el día a día en algo especial. No hacían falta cenas lujosas o vestimenta elegante para llamarla "cita verdadera". Sentía que todos los días llegaban a convertirse en una cita con Lexa, cada instante que compartíamos; aunque estuviéramos en pijama, o abrazadas en la cama después de un largo día de trabajo. Lo especial no estaba en lo externo sino en la capacidad que teníamos de volver un lugar en algo tan nuestro. De lo simple hacíamos algo único.

Recosté mi espalda sobre el árbol que tenía detrás y me quedé observando como Lexa jugueteaba con Nasha y una ramita. No supe identificar quien era más tierna, pero sí que ambas lograban hacerme sentir muy privilegiada de tenerlas.

Un rato después, a la escena se le sumo una niña del grupo cercano al nuestro, quien no pudo aguantarse las ganas de corretear y jugar con Nasha.

Quedé conmovida y con una sensación linda en el pecho al ver la imagen de ellas riendo de manera tan pura e inocente, como si todo en este mundo estuviera bien y no hubiesen preocupaciones. Entonces me pregunté, cómo sería tener una familia, si se vería así de feliz. Un nuevo deseo se apoderó de mí y comenzó a crecer con fuerza.

—Me han dejado sin aliento. — Exclamó Lexa, quitándome del ensimismamiento, mientras buscaba un poco de agua.

—¿Te gustaría ser madre? — Solté y enseguida se ahogó con el agua que estaba tomando.

—¿Es muy loco? — pregunté ante su reacción. Se sentó a mi lado y sonrió.

—Hace meses que vengo con esa idea en la mente. — Volvimos a observar la escena de la niña jugando con Nasha, tan risueña, feliz, tan mágica. Nos conmovió, colmándonos de emoción a ambas.

Las veía recién y sentí que es la vida que siempre deseé, sin quiera saberlo. Sabes que los niños son mi debilidad, pero no te presionaría nunca a que los tengamos. — expresé con sinceridad.

—Sueño con la idea de tener una casa enorme con muchas mascotas y un par de niños corriendo, jugando, riendo. Creo que seriamos muy felices. — Mis ojos se cristalizaron, estaba ahogada en emociones diversas, pero todas lindas.

—¿Cómo haces para hacerme tan feliz con cada cosa que haces o dices?

—Lo mismo te preguntaría a ti. — La rodeé con uno de mis brazos y la acurruqué sobre mi pecho, ambas nos mantuvimos en silencio observando la imagen que teníamos delante nuestro, fantaseando con el anhelo que compartíamos: una familia, una vida juntas.

¿Podíamos ser mucho más felices de lo que ya éramos? Los años, los meses o los días nos los irían demostrando. No estábamos apresuradas para saberlo tampoco, porque en aquel instante tuvimos la felicidad justa y necesaria, el resto llegaría a su tiempo y disfrutaríamos de cada cosa y de cada instante. 

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¡Buenas, buenas! Y buen día! Acá un capítulo nuevo que nos va acercando de a poco al final de esta historia... 

No tengo mucho más que decir hoy, que ya no esté dicho. Así que espero que hayan disfrutado de la lectura y agradezco una vez más que sigan apoyando la historia. 

Les deseo un hermoso viernes y fin de semana, nos leemos de nuevo el domingo.😘💜 Abrazote.

        Sofi


¿Casualidad o destino? [CLEXA AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora