19- Problemas

19.3K 1.8K 316
                                    

Julia

—Tenemos problemas —es lo que dice Esteban cuando entra y no entiendo por qué.

—¿Qué tan graves? —pregunta el idiota.

—¿Además de que esperan confirmes tu noviazgo? Pues, nuestro querido primo ha anunciado a su prometida.

—¿Quién? —me impresiono—. Pero si ese tipo iba con una diferente a cada evento.

—Bueno, no me lo preguntes a mí, no tengo nada que ver.

—¿Qué hacemos? —pregunto.

—Salgan, dense un beso frente a las cámaras y...

—No nos besamos —interrumpimos el idiota y yo al unísono.

—De... acuerdo —dice algo confundido—. Vayan de la mano, muéstrense prudencialmente cariñosos y vayan a darle la enhorabuena al duque. Lo demás sigue como se tenía planeado.

Asiento y me dispongo a bajar del auto, pero me piden que no lo haga porque debo esperar que me abran la puerta. De acuerdo, estuve días preparándome para estos eventos... pero no me dolían las piernas.

Joder, no es buen momento para pensar en mi noche.

Me bajo del auto y tomo el brazo del idiota mientras ingresamos al salón del evento. Todos los flashes se concentran en nosotros y muestro una sonrisa para todos. Muchos pensarían que lo peor eran los periodistas y que ya lo habíamos pasado, pero no. Lo peor es cuando entramos y toda la burguesía se lanza sobre nosotros preguntando si no planeamos dar algún comunicado oficial.

El duque y... su prometida, que es una mujer que no había visto, están sentados en una mesa frente a todos, cerca de ellos hay un micrófono y supongo que ya dieron la noticia de su matrimonio porque varias personas se acercan a saludarlos.

Nosotros hacemos lo mismo, el idiota trata de ser considerado con las personas que están cerca de él, aunque yo solo quiero mandarlos a la mierda por andar de curiosos.

Cuando llegamos a la mesa del duque, ambos se ponen de pie y los saludamos a la vez que le damos la enhorabuena por su compromiso. No sé por qué lo hacemos, si me lo preguntan, esa boda posiblemente ni siquiera se realice.

—Me gustaría tanto que dijeran unas palabras para nosotros —habla el duque, y le sonrío de forma hipócrita.

—Claro —concede el idiota a mi lado—. En seguida lo hago.

—Oh no, primo. Espero que no te moleste, pero preferiría que lo hiciera Spencer.

Ambos nos miramos. Yo, ¿hablar en público? No es que tenga pánico escénico, pero un tropiezo aquí y...

—Claro —contesto.

Me pongo frente al micrófono y doy dos toques sobre él. Siempre quise hacer eso. Algunos me miran, otros siguen en murmullos, así que me acerco al micrófono y empiezo a hablar. Afortunadamente una de las viejas me enseñó cómo debía pararme, por lo que mantengo mis manos unidas al frente mientras me dirijo al público.

—Buenas tardes —a ver, ¿cómo había que decirles?—, sus majestades —bien, no se ven molestos—. Puede que no me conozcan, pero el duque ha querido que diga unas palabras, así que, hola —aquí hay muchos ancianos que me miran raro—. Conocí al duque de Montblac hace poco tiempo, pero estoy gratamente sorprendida y agradecida de que nos traiga tan hermosa noticia como lo es su compromiso —¿Cómo se llamará la fulana? Bueno, a nadie le importa—. Quiero darles todos los buenos deseos y felicidad en esta etapa y que la prosperidad abunde en su matrimonio. Gracias.

En la cama del príncipeWhere stories live. Discover now