18- Éxtasis

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ADVERTENCIA:

Este es el capítulo más descriptivo y erótico que verás en la novela, se recomienda discreción. 

Nícolas.

      —Su majestad, no puede irse.

      El secretario llega a mí corriendo. Es más de media noche, ya terminé con todo y aun así buscan la manera de retenerme aquí.

      —¿Falta algo? —le pregunto.

      —No, pero se supone que se marcha mañana.

      —Revisé todos los documentos, firmé los que tienen el visto bueno, revisé las instalaciones y el cuerpo de seguridad, escuché a los mandatarios, puse en orden a todo el mundo y lo hice antes de lo planeado. Si cree que estoy fallando en algo o que hice algo mal, dígamelo, pero en lo que a mí respecta nada me detiene para irme si mi trabajo ya está terminado.

      —Lo lamento su majestad.

      —Que tenga buena noche —le doy un ligero asentimiento y me marcho.

      Llamo a Martín, el que llevó a Julia hasta el hotel, y le pido que venga a recogerme. Queda a una hora de aquí, así que el camino es largo. Preparo todo y salgo para recibir un poco de aire fresco mientras espero. Trato de pensar en cosas buenas, pero recuerdo los gemidos de cierta persona y mi cuerpo empieza a calentarse. Finalmente ha llegado la oportunidad de acabar con estas ganas sin que nadie nos interrumpa. Tenemos hasta el mediodía de mañana y espero que sea suficiente.

      Martín llega en cuarenta minutos, lo que me impresiona, pero le pido que conduzca al hotel con la misma velocidad. Mientras antes pueda llegar, mejor.

      Una vez en el hotel, tomo mi tarjeta en recepción y subo a la suite. Me mentalizo para no mirar a la cama e ir directo al baño por una ducha. Cuando abro la puerta, todo está oscuro, bien. Dejo la maleta a un lado de la puerta y enciendo la linterna de mi celular. Me obligo a no mirar a la cama, porque no sé si pueda controlarme. Me encierro en el baño y enciendo la luz. No pierdo tiempo al quitarme la ropa y meterme bajo la ducha.

      La idea de lo que me espera es suficiente para provocarme una erección, pero me complace la idea de que esta vez podré bajarla como se merece. Lo hago tan rápido como puedo sin descuidarme y sabiendo que he quedado limpio, tomo una toalla para secarme por completo. Mi cabello sigue húmedo, pero al menos mi cuerpo está seco, aunque algo frío por culpa del agua.

      No voy a perder tiempo poniéndome ropa. Salgo del baño, dejando la puerta abierta para que entre a la habitación la luz suficiente que me permita detallarlo todo.

      Puedo ver su cuerpo sobre la cama, y automáticamente mi deseo se enciende más de lo que estaba. Llego hasta la orilla y me la quedo viendo. Está de espaldas a mí, pero puedo ver como las bragas le abrazan el trasero. Está dormida, así que la tomo del hombro para girarla y que quede boca arriba. Mi respiración se corta. Parece un jodido regalo de navidad. Mi regalo.

      Con mi dedo recorro desde su clavícula, pasando por el medio de sus senos, su abdomen y llego a ese punto delicioso que me hace perder la cordura. Necesito que despierte, porque con las ganas que tengo si entro así en ella no será una buena experiencia. La necesito lubricada.

      —Julia —muevo su cara a los lados. Deben ser las dos o tres de la madrugada—. Despierta.

      Escucho un quejido y luego veo como poco a poco abre los ojos. Me mira extrañada, pero luego empieza a caer en la cuenta de lo que ocurre y rodea mi cuello con sus brazos mientras yo me subo a la cama.

En la cama del príncipeWhere stories live. Discover now