3- El contrato

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      Cuando termino de leer me da un profundo dolor de cabeza. Todo es puntos y acápites que solo están arruinando mi estado de ánimo.

      —No le encuentro sentido a esto. Son solo un montón de reglas para hacerte quedar bien. ¿Yo qué gano?

      —Tu libertad.

      —Esto es ridículo. Búscame papel y lápiz.

      —¿Siempre eres así de mandona?

      —Sí.

      —Claro. Olvidé que en la cuarta ronda me dijiste que ibas arriba.

      Quise asesinarlo con la mirada pero se puso de pie de inmediato. No sé de dónde saca papel y lápiz, pero me los trae. Empiezo a escribir lo que deseo y cuando termino le paso la hoja para que la lea.

      —¿Pagar tu carrera, apartamento. Ropa nueva? ¿Qué clase de peticiones son estas?

      —Las de una persona que no se está pudriendo en dinero. Oh, eso me recuerda. Quiero que me consigan una pasantía en un consultorio psicológico.

      —¿Por qué?

      —Porque eso es lo que estudio, genio.

      —¿Estudias psicología pero te emborrachas en antros y tienes sexo con extraños?

      —Suenas como si me juzgaras. Te recuerdo que hiciste lo mismo.

      —Por lo menos yo tengo una carrera militar y estoy graduado en ciencias políticas.

      —No quieras ser presuntuoso ahora. Ah, también quiero hacer mi semestre mientras esté aquí.

      —No creo que eso sea posible. Recuerda que...

      —Como sea –lo corto poniéndome de pie—. Vamos a salir de esto.

      Se levanta y me lleva por... no sé por dónde, pero llegamos al despacho. Una vez atravesamos la puerta, tres pares de ojos se dirigen hacia nosotros. El rey, Lory y otro hombre que no conozco.

      —Nícolas –habla el rey.

      —Padre.

      Hace una ligera reverencia y me mira de reojo para que haga lo mismo. Ruedo los ojos pero lo hago. No puedo empezar a perder puntos desde ahora.

      —Spencer... —empieza el rey.

      —Julia... su majestad –lo corrijo.

      —Spencer –repite—. Él es el abogado real –señala al hombre que no conozco— que avalará todos los puntos referentes al contrato ¿Algo que quieras decir respecto a eso?

      —De hecho, sí, señor... su majestad –me rectifico—. El documento en cuestión no me beneficia en ningún sentido, por lo que tengo algunas solicitudes que espero se tomen en cuenta.

      —¿Y usted se cree en la posición de exigir? –pregunta con desdén y yo sonrío, captando la atención de todos.

      —Su majestad –digo mientras empiezo a caminar hacia él—. Mis padres tienen orden de arresto en cuatro países. La única manera que tiene de obligarme a hacer esto, es con la amenaza de enviarme a prisión, ¿y sabe qué? –coloco ambas manos sobre su escritorio—. Estoy a una violación de la ley de ser arrestada. Así que cumple con lo que quiero o perfectamente me voy a prisión luego de haber tenido una entrevista con la prensa. Sí, debió investigarme mejor.

En la cama del príncipeWhere stories live. Discover now