La culpa, el miedo y angustia, me llenaban. La mayoría de nuestra familia estaba feliz y ansiosa por el nacimiento de nuestros hijos, ¿cómo se supone que les diga? Que, si siguen en mí, ellos no tendrán la oportunidad de ver al mundo. Y que acepté el trato del Dios Poseidón, que él se los llevaría y los protegería hasta que yo capture al mestizo inmortal.

El día que me encontré con el Dios pactamos un intercambio. Yo debía capturar a nuestro enemigo en común y él vendría por las almas de mis bebés a final del mes y los resguardaría hasta que todo sea estable para su futuro. Lamentablemente, fue y es la única opción que tenía para salvarlos de la muerte permanente y poder tenerlos conmigo cuando todo pase.

—¿Y ellos quiénes son? — preguntó So Ji, al ver a Ian y Maia.

Me adelanté antes de que Theo hablará y dije:

— Son Ian y Maia — señalé a Ian — él es mi guardaespaldas personal, lo envió mi padre. Y ella — señalé a Maia — es mi prima de Oslo — mentí.

So Ji asintió contenta, se acercó a ellos y lo saludó con un fuerte beso y abrazo.

— ¿Hablan coreano? — les preguntó So Ji, en su idioma natal. Maia negó con la cabeza al no entender nada de lo que decía—. ¿Inglés? — preguntó está vez, esperanzada en recibir una respuesta.

— Sí — respondió Maia feliz por haber entendido a la señora —. Encantada de conocerla, señora.

— Por favor, llámame So Ji. Me haces sentir vieja y esta mujer se siente joven aún — respondió con diversión —. ¿Y tú, joven? — le preguntó a Ian. Este me miró como si pidiera permiso para comunicarse con extraños. Asentí.

— Encantado de conocerla, soy Ian Deveraux — saludó galante, antes de besar el torso de la mano de mi suegra.

Mis ojos se abrieron de par a par. Theo, por favor, no seas un cavernícola.

Theo lo fulminó con la mirada, tenía la mandíbula tensa por lo que veían sus ojos.

— Los esclavos no tienen permitido tocar a mi madre — espetó como un animal rabioso. So Ji se giró molesta hacia su hijo.

— ¡No seas maleducado! — gritó mi suegra. Theo no le hizo caso y siguió con su duelo de miradas con Ian.

— No se preocupe, señora So Ji, estoy acostumbrado a tratar con animales — se defendió Ian.



(...)


Theo ordenó a los empleados a que instalarán a Ian y Maia en dos de las habitaciones subterráneas de la mansión.

¿Cómo tienen cuartos subterráneos? No lo sé, pero planeo averiguarlo a como dé lugar.

Posteriormente, Theo ordenó a los hombres de seguridad de la mansión hicieran guardia en la puerta que conectaba la parte superior de la casa con la subterránea. Y ordenó a que, si veían algo extraño o peligroso, tenían orden de disparar. Luego, de múltiples recomendaciones de Theo a su madre y empleados, accedió a ir a nuestra habitación... Empero, ¿cuál sería nuestra habitación? No habíamos conversado del tema de donde nos quedaríamos, si en mi antiguo cuarto o en el suyo.

— ¿Iremos a tu cuarto o al mío? — pregunté con genuina curiosidad. Theo sonrió con los labios cerrados, tomó mi mano y comenzó a guiarme a la cochera —. ¿En el auto?

— Eres impresionante acabando con bestias, a veces me cuesta creer que la misma persona que mató a licántropo es la que me hace este tipo de preguntas — lo miré con cara de pocos amigos. Me mandó un beso volado, mientras abría la puerta de su auto para mí.

AMAR ENTRE REINOS [02]Where stories live. Discover now