Capítulo 1.- El preso

Start from the beginning
                                    

―Si me ayudas, habrá una gran cantidad de dinero para ti, abogada ―me dice, con cierto tono de genio tentador.

―No tengo intención de hacerlo, señor Burnside. Solo he venido para rechazar el trabajo, porque es usted muy insistente. Quería decirle personalmente que busque otro abogado. Yo no voy a dinamitar mi carrera por defender a un asesino de mujeres. En lo que a mí respecta, señor Burnside, lo único concerniente a usted que puede interesarme, es la cantidad de dinero que gastará el estado en mantenerle antes de poder usar la inyección letal.

Se inclina hacia delante tan rápido que, aunque quiero evitar cualquier gesto que le dé pistas sobre el miedo que me provoca, no puedo evitar echarme hacia atrás en la silla. Solo consigo darme con el respaldo, por cierto, porque ya estaba lo más atrás posible. Sin embargo, no parece alegre con mi reacción, no se burla por imponer como he visto hacer a otros asesinos. Parece enfadado.

―Yo no he matado a ninguna mujer, señorita Irons.

―He leído su expediente, señor Burnside. Ha mandado a más de uno y dos al hospital, ha robado, atracado, agredido, traficado... ¿Sigo? Entiendo que pretenda generar una duda razonable y retrasar la sentencia de muerte, pero no voy a prestarme a eso. Así que agradecería que dejara de molestarme.

No le digo nada más, me pongo de pie para salir. Estoy a punto de llamar al agente, cuando él vuelve a hablar.

―Espero que puedas dormir cuando ese asesino vuelva a matar a una mujer y sepas que te has negado a ayudar a un hombre inocente, Ada.

Aprieto los dientes, mientras el dichoso mechón de pelo vuelve a clavárseme en el ojo. Me giro hacia él. Ahora la enfadada soy yo, y me parece que lo nota, porque vuelve a recostarse en su asiento. Quizá era justo lo que quería provocar.

―Usted será cualquier cosa, señor Burnside, pero de inocente no tiene nada.

Esta vez se ríe con una carcajada seca. El gesto no llega a sus ojos, de hecho, me parece bastante calculador. Pero por algún motivo quiere transmitir una imagen mucho más relajada con el tema. Lo cual no tiene sentido si quiere hacerme creer que es inocente.

―Para ser tan pequeña, tienes muy mala leche ―asegura―. Tengo pruebas de mi inocencia. Sé que quieres llegar a fiscal y también estoy enterado de tu opinión sobre la pena de muerte, señorita Irons. Si encuentras al verdadero asesino en serie, ¿no crees que te darán ese ascenso de una vez?

―Está muy bien informado para llevar semanas en la cárcel, señor Burnside ―le digo, entre nerviosa y ansiosa, pero vuelvo a acercarme.

No digo que no sea el asesino, estoy bastante segura de que lo es. Y ponerme a investigar sobre ello y defender a alguien así, enterrará mi carrera. Pero es verdad que entre todo lo que leí anoche encontré un par de incongruencias. No pierdo nada por comprobar esas pruebas que dice que tiene, ¿no? Me siento frente a él de nuevo y me dirige otra sonrisa.

―Buena chica.

Soy consciente de que dejé de crecer a los doce años y me cuesta mucho que me tomen en serio, pero soy una adulta muy capaz y no voy a permitir que este tío me trate como a una niña. Es él quién quiere mi ayuda.

―Mantengamos las formas ―ordeno con tono duro―. ¿Qué pruebas tiene, señor Burnside?

―Más despacio, abogada. Primero tendrás que aceptar el caso.

―Vale, eso es que no tiene nada. Me gustaría decir qué ha sido un placer, pero no es verdad, señor Burnside.

―¿Y desde cuando mentir es un problema para un abogado? ―lo dice con tono burlón, pero ya no me paro a mirarle―. ¿Conoces ese bar de billares junto a las vías de la estación central? El Número Ocho, se llama.

Un estremecimiento me recorre al pensar en aquel lugar. Y tengo que morderme la lengua un instante, en el que la imagen de mi padre se cruza ante mis retinas. Parpadeo y desaparece.

―Sí, claro.

No doy más detalles, pero crecí muy cerca de él. Provengo de un barrio muy malo y, al parecer, Burnside salía por la misma zona. Por suerte, con el paso de los años pude mudarme a un barrio de un nivel mucho mayor y ya no tengo que ir a esas zonas salvo por trabajo en algunas ocasiones.

―Pregunta allí, te dirán por qué no puedo ser el asesino. Te esperaré después, abogada.

Agito la cabeza y llamo al guardia. Si se piensa que voy a estar de recaditos para él, va listo. Solo tengo ganas de recuperar mis tacones e irme a casa a dormir, cosa que no puedo hacer porque tengo que seguir trabajando. Pero ha sido una noche muy larga para esta absoluta pérdida de tiempo.

 Pero ha sido una noche muy larga para esta absoluta pérdida de tiempo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¡¡Holi!!

Como ya he comentado varias veces tengo muchas dudas con esta novela, porque es un género muy diferente a lo que suelo escribir. ¿Me ayudáis con vuestra opinión?

-¿Qué os parece la idea?

-¿Creéis que Burnside es culpable o inocente?

-¿Cambiaríais algo?

-¿Os está interesando? ¿Queréis leer más?

¡Gracias!

El fuego no siempre quemaWhere stories live. Discover now