Cap. 1º: "El Comienzo"

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Cada segundo que marcaba la afilada manecilla del metálico reloj de pared era un infierno. Un constante y molesto recordatorio de en donde me encontraba en estos momentos... Las voces resonaban en mis oídos y chocaban contra las blancas paredes de mármol, que para mí, solo significaban cuatro barreras que me aprisionaban y asfixiaban de todo el mundo.

Mis palmas se cerraron con fuerza en torno a la papeleta azul marino, donde había pasado los últimos meses del año. Debía sentirme nostálgica, tal vez incluso triste como el resto, pero en cambio, mis deseos de despegarme de aquella paleta de madera tan incómoda, de esa silla plástica tan dura, iban en aumento con cada minuto que pasaba.

Mis tensos dedos tamborilearon con desesperación sobre la hoja blanca que se encontraba delante de mí. No me molestaría en siquiera mirarla, sabía lo que era. El último anuncio escolar del año, desconocía el contenido, pero no me importaba, lo único que deseaba era salir de ahí, respirar el fresco aire mezclado con lluvia que chocaba contra la ventana a mi izquierda.

Mis ojos recorrieron una última vez la atestada aula a mi alrededor, comenzaba a creer que el hecho de haber pasado en este mismo lugar un año completo, era algo que ameritaba un premio.

Comencé a soltar un pesado suspiro, pero antes de que pudiese sacar el aire por completo, la manecilla del reloj marcó la hora tan esperada y el estridente sonido del timbre fue la melodía más dulce para mis oídos.

—¡Al fin! —exclamé poniéndome de pie y tomando mi anticuada mochila del suelo.

Inmediatamente me precipité hacia la puerta y me abrí paso apresuradamente por el pasillo repleto de alumnos hasta llegar a mi casillero. Me sentía acelerada, prácticamente eufórica y no pude evitar esbozar una enorme sonrisa al momento de guardar el último libro en mi mochila.

—Veo que alguien está muy feliz —escuché que decían a un costado mío.

Instantáneamente giré la cabeza y me encontré con la amplia sonrisa de Cam, quien me observaba recargado en el casillero de al lado con su mochila colgada al hombro.

Cameron Fellon, era mi mejor amigo en todo el mundo, nos conocíamos desde el 1º grado del instituto. Se podría decir que Cam era el hermano mayor que nunca había tenido. Éramos tan diferentes y parecidos a la vez, que aquello resultaba en las conversaciones más profundas y largas que jamás hubiera podido tener con otra persona.

—¿No debería de estarlo? —dije sin borrar mi amplia sonrisa al momento de cerrar mi casillero.

—Bueno... omitiendo el hecho de que eres una amargada... —dijo lentamente, sus ojos color avellana contemplándome con diversión.

—¡Oye! —golpeé su hombro—¿A quién llamas amargada, señor "No voy a la estúpida fiesta de Mike porque prefiero estudiar"?

—Tienes razón. —asintió mientras comenzábamos a caminar hacia el estacionamiento— Pero tú mejor que nadie sabe que las fiestas de Mike siguen siendo las mismas de cuando íbamos en maternal. Además, ¿Te das cuenta que eres el único ser humano feliz aquí?

Miré a mi alrededor, todos parecían con el mismo estado de ánimo de siempre. Era solo un día más en el instituto, como cualquier otro, y lo único que parecía relativamente poco común, era la feria de ciencias que se montaba en el conocido gimnasio de la parte posterior de la escuela, donde cientos de padres observaban los proyectos finales de sus hijos.

—Bueno, ya sabes que no soy de esas personas que se ponen nostálgicas en el último día.

Habíamos llegado finalmente al aparcamiento, donde Cam acostumbraba a estacionar su amada motocicleta roja, misma que nos había transportado a lo largo de toda la preparatoria. Definitivamente extrañaría ese cacharro viejo. 

Good Girls love Bad BoysWhere stories live. Discover now