Cap. 9: "Jazmín."

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Antes de que pudiese responder algo, Alexander me dedicó una última sonrisa y desapareció en el mar de gente a nuestro alrededor, haciendo que lo perdiera de vista al instante.

Nunca había sido la clase de chica que va continuamente a bares o pubs, ya que prefería estar en casa escribiendo o leyendo, pero las pocas veces que había ido a uno, era porque Cam básicamente me arrastraba de mi cuarto a su moto, pero debía admitir que cada vez habíamos pasado un buen rato.

Prácticamente por costumbre me dirigí a la enorme barra y tomé asiento en uno de los pocos lugares disponibles. Casi al instante en que recargaba mis codos sobre la barra de madera un chico de camiseta negra, cabello rapado al estilo militar, y una sonrisa demasiado amplia para mi gusto se sentó a mi costado. Involuntariamente enarqué las ceja un tanto sorprendida.

—Hola, preciosa —dijo alargando las palabras al tiempo que ponía su botella de cerveza en lo alto.

Tratando de ignorar a aquél sujeto, quien claramente estaba pasado de copas, concentré mi vista en las miles de botellas de colores que se encontraban delante mío en la enorme estantería de madera.

—Ah, ya veo —dijo el chico camiseta negra— Vas a jugar a ignorarme. Bien —dijo susurrando asquerosamente a mi oído— me gusta que se hagan las difíciles.

Para estos momentos mis dientes estaban tan apretados, que mi mandíbula comenzaba a doler, y mis manos formaban dos perfectos puños que no planeaba dejar inmóviles en caso de ser necesario.

—Vamos, nena, ¿Por qué no nos ahorramos las introducciones y damos un paseo? —dijo al tiempo que comenzaba a colocar su mano en mi hombro.

¿Y este sujeto quién se creía que era? Estaba a punto de girarme hacia él y hacer uso de las clases de defensa personal a las que me había obligado a ir mi madre, cuando en la barra un golpe fuerte y seco hizo que el tipo girara la cabeza y dejara de tocarme. Lentamente mi mirada se desvió hacia la misma dirección.

—¿Por qué no vas tú solo a dar un paseo, cariño? —dijo una chica alta de cabello rubio rojizo, rizado por debajo de las costillas.

Sus ojos azules fulminaron con la mirada a mi acosador, al tiempo que colocaba sus delgados brazos en sus voluptuosas caderas.

El extraño soltó una seca carcajada.

—Siempre presente para arruinar la fiesta ¿No es así, Jaz?

—Sabes que el jefe sólo te permite estar aquí bajo supervisión, y si yo te digo fuera. Es fuera —dijo con un tono de voz que no admitía reproche alguno.

—Estúpida Zorra, seguro lo haces porque mueres por ser tú a la que lleve —dijo escupiendo en el piso.

—Largo —fueron las únicas palabras que salieron de los labios de la chica, al tiempo que apuntaba hacia la salida principal.

El tipo soltó un bufido y dando grandes zancadas desapareció de mi vista.

—Gracias —dije dedicándole una sonrisa insegura a la barista.

—Jazmín Crowell —dijo estirando su brazo lleno de distintas pulseras— y tú debes ser nueva en la ciudad.

—Katherine Hastings —dije imitando su gesto— ¿Se nota mucho?

—Las chicas que acostumbran a venir aquí no vienen aquí sólo a tomar una copa, si sabes a lo que me refiero —dijo apuntando con la cabeza a una mesa detrás de nosotras donde chicas en minifalda se sentaban en las piernas de los chicos— Y además Billy siempre percibe a la carne fresca a cientos de kilómetros.

—Ya veo —dije desviando la mirada de las que parecían ser porristas universitarias— Debo asumir que el tal Billy te causa muchos problemas a menudo.

Good Girls love Bad BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora