Cap. 27º: "Café."

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—¿Kate? —escuché una voz un tanto suave y ronca del otro lado de la línea.

—Am ¿Sí? ¿Quién habla?

Una risa dulce inundó mis oídos.

—¿Tan rápido te olvidaste de mí?

—¿Ethan? —dije de golpe al reconocer su voz, la cual sonaba un tanto distorsionada debido a la mala recepción— No me olvidé de ti —me apresuré a decir— ya voy en camino.

—Perfecto, te espero aquí —podía imaginar en estos momentos una sonrisa pintada en sus labios— Ya te he mandado la dirección por Whats.

—Genial... —dije antes de que me quedara escuchando el "bip" de la llamada concluida.

Mil veces genial ¿Ahora qué iba a hacer? Al parecer la única opción era irme con Alexander y esperar que Ethan no se sintiera raro con la compañía de mi hermanastro, aunque pensándolo bien no era una cita ¿o sí? Y Alexander e Ethan eran amigos, así que no había razón para sentirse rara ¿verdad?

Con toda esa bola de pensamientos atravesando mi cabeza, comencé a descender por las escalerillas rojas de metal y cuando hube tocado la grava del suelo, Alexander me esperaba recargado en su perfecto auto con las llaves del Camaro haciéndolas girar alrededor de sus largos dedos de pianista.

—¿Nos vamos? —dijo comenzando a sonreír.

—Claro —dije acercándome a él y extendiendo mi mano para que depositara las llaves en mi palma.

Alexander hizo ademán de entregármelas, pero antes de que el frío metal rozara mi piel, alejó las llaves y se las metió al bolsillo trasero de sus jeans.

—¿Sabes? Estuve pensando y creo que es mejor idea dejar uno de los autos e irnos los dos juntos —dijo con sencillez.

¿Era broma?

—Pues creo que es evidente que eso de estar pensando no te sienta bien —objeté cruzándome de brazos— porque no le veo sentido a tu propuesta.

—Yo sí, porque he metido todos los instrumentos en el Camaro y apenas si se puede ver algo por el retrovisor —dijo mirándome con atención— No es seguro que manejes así.

—Perfecto —repliqué— entonces préstame este —dije señalando con la barbilla su Cadillac negro.

—Oh, eso jamás, gatita —exclamó negando con la cabeza.

Podía ver un amago de sonrisa en la comisura de sus labios. Maldito.

—Como sea —rodé los ojos y me dirigí a la puerta del copiloto— será como tú quieras, porque no pienso llegar tarde por tu culpa.

La sonrisa de mi hermanastro se acentuó aún más, al punto de parecer el mismísimo gato de Cheshire. Solté un bufido involuntario.

***

En el camino tuve que guiar a Alexander por calles que al parecer él ya conocía a la perfección y que evidentemente yo no, al ser nueva en la ciudad.

—Estas conduciendo demasiado rápido —me quejé, sin poder dejar de mirar el tablero que marcaba los 120 kilómetros.

—Creí que querías llegar a tiempo —me miró con fingida inocencia.

—Sí, a tiempo no muerta.

Alexander soltó una carcajada y sinceramente no pude evitar sonreír por lo menos un poco. Conversar con Alexander era excitante y agotador a la vez, y es que requería de todo mi ingenio, ya que para todo él parecía tener una respuesta.

Good Girls love Bad BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora