Capítulo 65.

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Amanda Turner

Mierda.

Mierda.

Mierda.

No podía parar de repetirme esas seis letras en mi cabeza mientras veía cómo mi padre sostenía la revista con nuestra foto. ¿Pero cómo era posible? Habíamos tenido muchísimo cuidado en no vernos en ningún sitio público y ahora resultaba que estábamos en primera plana de la revista 'People'.

— ¿No piensas decir nada? ¿Ni siquiera negarlo? —mi padre se acercó a mí.

Continué callada.

¿Qué demonios iba a decir? No podía negar algo que era más que evidente. La foto era muy clara y por lo que podía deducir por nuestra ropa era de la fiesta de lanzamiento del álbum de los chicos. ¡Genial!

— ¿Y qué ha pasado con Sam? Yo siempre pensaba que estabas saliendo con alguno de ese grupo porque venían a verte a menudo pero luego llegó la cena y empezaste a salir con Sam y...

—Mamá —pedí que parara. Mi padre no sabía que los chicos de One Direction eran amigos míos.

— ¿Esto qué es? ¿Alguna especie de complot contra mí? ¿Por qué no me contaste que salía con esos chicos?

—Solo somos amigos —intervine.

—Sí, ya lo veo —ironizó él—. Sobre todo con este, el mayor de todos, eh —señaló la revista.

—Ahí le doy la razón a tu padre. ¿Es que no había chicos de tu edad, cariño?

Ya sabía yo que no iban a tardar en sacar el tema.

—Eso no es un problema para nosotros —dije bastante seria, cruzándome de brazos.

—Pero para los demás, sí. No voy a dejar que salgas con alguien cinco años mayor que tú que además es famoso y que seguramente solo quiera acostarse contigo.

Hacía poco me había dicho prácticamente que era natural que me acostara con Sam, que además, me saca casi tres años y ahora me viene con estas. Irónico. Muy irónico todo.

—He tenido la oportunidad de comprobar que eso no es así.

Fue terminar mi frase y que mi mejilla empezara a arder a causa de la bofetada que mi padre me había dado. Mis ojos se cristalizaron pero no le iba a dar el lujo de verme llorar.

—Eres solo un capricho para él. Ahora que ha conseguido su propósito te dejará tirada —mi padre seguía hablando y mi enfado iba en aumento—. O peor —hizo una pausa—: embarazada.

— ¡No tienes ni idea! ¡Ni siquiera le conoces! —grité. Mi madre tan solo nos observaba.

—No me hace falta. Sé cómo son los chicos como él.

—Nos queremos —me defendí.

—Solo tienes diecisiete años y harás lo que yo te diga, así que no quiero que le vuelvas a ver. Ni a él ni a sus cuatro amiguitos ¿entendido?

—Me da igual lo que quieras, no pienso dejarle —dije y subí en dirección a mi habitación.

—Por si no te había quedado claro: ¡estás castigada! —le escuché gritar y cerré la puerta fuertemente, dando un portazo.

No pude aguantar las lágrimas durante más tiempo y en cuanto caí en la cama, empecé a llorar sin poder evitarlo.

Unos toques en la puerta me hicieron levantar la cabeza del colchón. Bajé de la cama y fui hacia la puerta mientras tocaban de nuevo y escuchaba la voz de mi hermano al otro lado. Le abrí y en cuanto entró en la habitación, me abrazó con fuerza y volví a llorar.

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