Capítulo 25.

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Louis Tomlinson

Estaba sin hacer nada aquella tarde de domingo así que, quizás por culpabilidad o quizás no, decidí acercarme a casa de Amanda para ver cómo llevaba lo de su tobillo. Me sentía como en la obligación de hacerle una pequeña visita. Me invitó a pasar una vez que su novio se marchó y, aunque al principio no hablábamos mucho, cosa que era bastante normal ya que yo me había dedicado los últimos meses nada más que a fastidiarla, su proposición de jugar al FIFA cambió radicalmente la situación. Escogí el 2012 y tras introducir el disco en la consola, cogí los dos mandos, le entregué uno a ella y me senté de nuevo a su lado.

— ¿Preparada para perder? —la miré de reojo.

—No me subestimes, Tomlinson —advirtió mientras colocaba la pierna buena debajo de la otra, sentándose como un indio, pero solo con una pierna—. ¡Eh, me has robado al Manchester! —exclamó cuando fui más rápido que ella eligiendo equipo.

—Ah, se siente. Te queda el City —me sacó la lengua y terminó escogiendo al Liverpool.

Empezó el partido y en seguida marqué un gol. Sin poder evitarlo, me levanté del sofá y empecé a hacer una especie de baile mientras ella me miraba entre asustada y divertida. Volví a sentarme y continuamos con la partida. Me quedé alucinado cuando, después de que yo marcara dos goles más, ella consiguió darle la vuelta al marcador quedando 4-3 al final del partido.

—Oh, sí —canturreó intentando hacer su baile de la victoria en el sofá—. Te dije que era buena.

—No. Eso no lo mencionaste —me crucé de brazos mientras ella reía—. ¿Me concedes la revancha?

Eso nos llevó a otras dos partidas más ya que yo gané la segunda, pero había que desempatar. Ese partido lo volvió a ganar ella, quedando como la vencedora de la tarde.

—Creo que debería irme. Te he quitado toda la tarde.

—Al final lo he pasado bien —admitió y sonreí. Recogí los mandos y cuando lo estaba guardado, alguien entró en la casa.

—Hola mamá.

—Hola —saludó—. ¿Quién es tu amigo? —preguntó directa al grano. Me di la vuelta para presentarme y me encontré con una señora bastante parecida a Amy: ambas tenían los mismos ojos verdes.

—Soy Louis. Louis Tomlinson —me presenté extendiendo la mano que ella estrechó después de decirme su nombre—. Yo me iba ya. Un placer —dije educadamente—. No te levantes —pedí a Amy que había cogido las muletas.

—Gracias por venir, Louis.

—Es lo menos que podía hacer después de todo.

Conduje hasta mi casa y, nada más entrar, escuché la música que Ronnie tenía puesta a todo volumen por la casa. Casualmente sonaba Troublemaker y sin poder evitarlo sonreí al recordar a Amy cantando con total despreocupación sentada en el sofá mientras intentaba bailar.

—Vas a quedarte sorda —bromeé asomándome a su habitación. Bajó la música.

—Hola Boo. ¿Dónde has estado?

—He ido a ver a Amy —me miró abriendo los ojos exageradamente—. No me mires con esa cara. Está así por mi culpa —puso una sonrisilla que no me gustó nada—. No pienses cosas que no son. No empecemos —me puse a la defensiva cruzándome de brazos.

—Vale, vale. No diré nada —dijo levantando las manos.

— ¿Te has enterado que tenemos cena mañana? —asintió.

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