Capítulo 14.

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Amanda Turner

Cada una volvimos a casa y yo pasé todo el camino pensando en cómo explicar la coartada de la noche anterior si mis padres me sometían a un buen interrogatorio al llegar a casa. Metí la llave en la cerradura y solo tuve que dar media vuelta. Eso solo significaba una cosa: que había alguien en casa. Con un poco de suerte, solo era Dani. Entré y me encontré a mis padres hablando en el sofá. Quise subir sin hacer ruido hasta mi habitación, pero fue imposible: mi padre tenía un oído demasiado bueno.

—Chss, chss —me chistó mi madre.

—Señorita, creo que tiene varias cosas que contarnos —dijo mi padre.

Bien Amanda, ha llegado la hora del interrogatorio policial.

Me asomé a la puerta del salón y ambos con un gesto me indicaron que entrara y me sentara junto a ellos. Y eso fue lo que hice.

— ¿Dónde estuviste anoche? —preguntó mi padre, directo al grano. ¿Para qué andarse con tonterías?

—Estuve con Eli. ¿No os lo dijo Dani?

—Sí. La cuestión es por qué pasaste la noche allí —inquirió mi madre.

—La verdad es que...se me hizo tarde —empecé a explicar—. La madre de Eli está con depresión. Ella apenas sale y fui a visitarla —continué—. Nos pusimos a hablar y se nos pasó el tiempo volando. Entonces, ella me propuso quedarme a cenar y a dormir porque no quería que volviera a casa sola a esas horas. Como sé que tú —dije dirigiéndome a mi padre— sueles apagar el móvil nada más llegar a casa para desconectar del trabajo y mamá no suele escucharlo, le mandé un mensaje a Dani para que os avisara y eso es todo.

Lo has clavado, Amy.

— ¿Y ahora de dónde venías? —esa fue mi madre. Mi padre se había quedado en silencio, pensando detenidamente mi explicación para ver si todo encajaba.

—De tomar un café con las chicas. Con Gin y Eli —conté—. ¿Puedo irme ya a mi habitación? Me apetece ponerme cómoda.

—Sí, sí, claro. Ve.

Besé a ambos en la mejilla, recogí el bolso que lo había dejado a mi lado y subí rápidamente las escaleras. Había colado.

— ¿Qué haces, tortuguita? —sin llamar a la puerta, asomó su cabeza por la puerta de mi habitación.

—Ver las fotos del viernes.

— ¿Puedo?

—Claro —le hice un gesto con la mano y, tras cerrar la puerta, se colocó a mi lado en la cama, mirando el portátil que tenía sobre mis rodillas.

—Lo pasasteis bien, ¿eh? —dijo dándome un codazo. Reí.

— ¿A ti que te parece? —señalé una foto de todos juntos.

— ¡Qué bonito! Hacéis una fiesta de chupitos y no me avisáis...—se quejó cruzándose de brazos.

—Calla, calla. No quiero volver a oír hablar de los chupitos.

— ¿Tan mal te fue con ellos? —asentí.

—Mal no, fatal.

—Ay, mi pequeña y su primera borrachera —me abrazó de lado—. ¿No hay fotos de eso?

—La fotógrafa era yo. En cuanto me emborraché, se acabaron las fotos —me encogí de hombros riendo.

Seguí enseñándole fotos: Harry en su sillón de Inglaterra, Niall con sus ray-bans negras, Harry y Louis intentando cocinar, Liam con su cara de personamásadorabledeluniverso, Louis con mala cara por hacerle fotos y la que le hice a Zayn tirándome un beso.

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