Capítulo 42.

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Louis Tomlinson

Me vestí con unos pantalones azul marino hasta la rodilla de chándal y una camiseta básica blanca de manga corta. Me calcé unas deportivas y bajé a desayunar.

— ¿Tú arreglado un sábado a estas horas? —preguntó divertida mi querida amiga que me observaba desde su banqueta mientras mordisqueaba una tostada con mermelada.

—Voy al gimnasio con los chicos —contesté mientras echaba té en una taza para desayunar.

— ¿Al gimnasio? ¿Y desde cuándo eres tú un deportista? —ella intentaba aguantar la risa. Resoplé. Vale, yo no era un gran amigo del gimnasio pero deportista sí que era: jugaba al fútbol cada vez que tenía ocasión. Eso contaba, ¿no?

—Sí. Eso he dicho —me senté frente a ella a comerme una tostada también antes de irme.

—Qué extraño —murmuró—. ¿Seguro que te encuentras bien? ¿No tienes fiebre ni nada? —me eché a reír.

—Mira que eres pesada. Estoy perfectamente. En unos días empezamos la gira por Australia y hay que estar en forma, eso es todo —expliqué. Nos quedamos en silencio desayunando aunque ella me miraba con los ojos entrecerrados, como si intentara leerme la mente o algo parecido—. Ron, ¿quieres dejar de mirarme así? Me das miedo —confesé mientras reía.

—Ponerte en forma por la gira no es la única razón por la que vas al gimnasio —afirmó. Rodé los ojos.

— ¿Ah, no? —ella negó con la cabeza.

—La chica de la fiesta estará allí, ¿verdad, Boo? —abrí los ojos como platos y casi escupo el último sorbo de té que había bebido— ¡Bingo! —exclamó haciendo un gesto de triunfo— ¿Por qué no me dices quién es, eh?

—No hay ninguna chica.

—Claro que la hay. A mí no me engañas, Boo —comentó. Recogí lo poco que había ensuciado y me dispuse a salir de casa.

—Que pases un buen día, Ron —le dije antes de salir.

—Lo mismo digo. Pero que sepas que averiguaré quién es esa chica misteriosa que te tiene loquito —gritó antes de que cerrara la puerta. Sonreí. Tenía razón en lo de que había una chica que me tenía loco y la iba a ver en cuestión de minutos.


Niall Horan

— ¡Me voy ya, Nialler! —escuché gritar a mi chica. Yo aún estaba en la cama.

—Espera, Lu. Te olvidas de algo —dije saliendo casi corriendo de la habitación.

— ¿El qué?

—Mi beso de despedida, mujer —reí antes de poner morritos en los que ella rápidamente depositó un beso.

— ¿Vas a estar aquí todo el día?

—Pues —iba a contestar que sí cuando recibí un mensaje de Liam.

"Hemos quedado en media hora en el gimnasio. Un poco de ejercicio y luego, comida en el Nando's de Lu, ¿te apuntas?"

—Ya no —respondí—. Vamos a ir a comer a tu trabajo así que, nos vemos allí.

—De acuerdo. Os guardaré la mesa de siempre.

—Y guárdame ración doble de comida, la voy a necesitar —se echó a reír.

—Me voy ya que al final llego tarde por tu culpa, irlandés.

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