Capítulo 23

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Amanda Turner

— ¿Cómo te encuentras?

—Bien. Me duele un poco la cabeza, pero bien.

—Lo siento. En serio, no quería —empezó a disculparse de nuevo, pero mi cabeza estaba dándole vueltas al comentario que la enfermera había hecho y mi lengua me traicionó.

— ¿Dijiste que eras mi novio? —pregunté y me miró sorprendido. Incluso podría decir que tenía un ligero rubor en sus mejillas.

—Verás —se rascó la nuca—. Cuando te trajimos, el médico dijo que solo podía pasar un familiar contigo y como ni Ron ni Eli darían el pego como hermanas tuyas pues... —no pudo seguir con su explicación ya que fue interrumpido por la enfermera que traía una bandeja con lo que supuse sería mi desayuno.

—Siento interrumpir —se disculpó mientras acercaba una de las dos mesillas, sacaba una tabla de uno de sus lados y lo ponía junto a la cama, haciendo que la tabla quedara sobre mis piernas. Después depositó la bandeja que traía—. Que aproveche —la sonreí y musité un gracias—. Ah, hay alguien que quiere verte —informó antes de salir por la puerta y que mis dos amigas entraran montando algo de jaleo.

— ¡Amy! —gritaron mientras me abrazaban.

—Menudo susto nos diste ayer.

—Lo siento.

- ¿Estás bien entonces? —me preguntó Ron, sentándose en la cama.

—Sí, sí —afirmé.

—Deberías desayunar —recomendó Louis.

Asentí con la cabeza y empecé a comer las galletas que me habían traído mientras las tres charlábamos animadamente y Louis se limitaba a observarnos. Unos minutos después, entró mi hermano en la habitación con los papeles de mi alta listos. Terminé de beberme la taza de leche con un poco de café que me habían dado y, tras vestirme, me hicieron sentarme en una silla de ruedas ya que no podía apoyar el pie. Salimos del hospital en dirección al coche de Louis que sería quien nos llevaría hasta mi casa.

—Ya vendremos a visitarte, cojita —bromeó Eli cuando Louis aparcó frente a mi casa.

—Sí. Tú y yo tenemos una charla pendiente —agregué. No había olvidado que tenía que contarme lo que fuera que pasase entre Zayn y ella.

—Cuidado con las muletas no te nos vayas a caer —pidió Ron.

Entre Louis y mi hermano me ayudaron a bajar del coche y los tres fuimos hasta la puerta.

—Gracias por traernos —le dijo mi hermano.

—Es lo menos que podía hacer. Y lo siento de nuevo, Amy.

—No te preocupes —sonreí levemente. Él también lo hizo y volvió al coche.

Mi hermano abrió la puerta de casa y me ayudó a entrar. En el hospital me habían prestado un par de muletas que tendría que usar durante estos quince días para ayudarme a caminar y debía reconocer que yo, para estas cosas, era muy torpe. Entré como pude con ayuda de Dani y directamente me senté en el sofá.

— ¿Y papá y mamá? —imaginaba que estarían trabajando, pero preguntaba por si acaso.

—En la empresa, ya sabes. Estuvieron anoche en el hospital, pero como me iba a quedar contigo, estabas perfectamente y ellos tenían que madrugar hoy se vinieron —explicó.

— ¿Avisaste a Nick?

—Sí —se sentó a mi lado—. Le dije que estarían nuestros padres así que no podía acercarse al hospital. Me dijo que esta tarde o mañana se pasaba a verte.

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