49. Perturbaciones

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-¿Hay algo más que quieras hacer antes de irte?- le pregunté a Marco, recostándome en el sillón y buscando un cojín para poner tras mi cabeza.

Ocho días. El número de días que duraba su visita, la cual estaba pronta a terminar. En todo ese tiempo habíamos ido a una serie de lugares que en realidad nunca había pensado en visitar, pues con mi familia solíamos salir de la ciudad en busca de atracciones veraniegas. Pero al parecer no le habíamos prestado atención a la cantidad de cosas que podíamos encontrar en los alrededores.

Marco se había encargado de investigar y de encontrar lugares que visitar, por lo que gracias a él había ido hasta al Museo de Historia Natural, el cual sorprendentemente estaba muy cerca del ayuntamiento. Si ser psicólogo no le funcionaba, probablemente podría ser guía turístico.

-Hay un Club de Campo a cuarenta minutos por la carretera.- comentó tomando su teléfono y escribiendo en él.-Sí, cobran en la entrada y está abierto hasta las nueve.- agregó.

-¿Y quieres ir?-

Él me miró desde dónde se encontraba sentado, es decir, en uno de los sillones de mi sala de estar, y dejó su móvil sobre la mesita. Se había recogido el cabello, porque era otro de esos días calurosos, y volvió a acomodárselo exasperado mientras observaba a nuestro alrededor, como asegurándose de que en verdad estábamos solos.

-¿Adónde dijiste que estaban tus padres?- quiso saber.

-Se fueron de vacaciones.- le dije, otra vez.

Le había sugerido sutilmente a mis padres que sería una muy buena decisión para ellos partir antes a nuestro destino turístico de este año, pues era claro que luego de su reconciliación debían darse un tiempo para estar a solas y fortalecer su vinculo afectivo y de confianza y... no sé qué más les dije. Pero en resumen, ambos se habían ido muy satisfechos con mi idea y esperarían que Maya y yo nos uniéramos a ellos en las próximas semanas.

-Que conveniente para ti.- sonrió.-¿Y Maya?-

-Fue a acampar con unos amigos, es como su despedida antes de irse a la universidad.- dije despreocupado.-Alan está en el grupo, así que tengo menos de qué preocuparme.- suspiré relajado.

Puede que también le hubiera sugerido a mi hermana que se fuera de viaje con sus amigos, pero finalmente había sido ella la que había tomado la decisión definitiva de ir a acampar por cinco días al sur.

Marco se levantó del sillón luego de guardar silencio por unos segundos, lo que hizo que yo me irguiera un poco por instinto, sin embargo, él me indicó con un gesto de la cabeza que continuara recostado. Acaté conteniendo una sonrisa y seguí sus movimientos mientras se sentaba a horcajadas sobre mi regazo. Sus ojos me examinaron pensativos, luego una de sus manos encontró su camino hasta mi rostro y, literalmente, me pellizcó una mejilla antes de besarme.

Me había erguido y le sostenía la cabeza con una mano cuando escuché el sonido del timbre retumbar en la sala. Me alejé suavemente con la intención de ver de quién se trababa, pero él volvió a exigir mi atención, o así fue hasta que el timbre volvió a sonar.

-Yo iré.- dijo dejando un fugaz beso en mi boca.

-Debe ser algún vecino...- me quejé, recostándome en el sillón y cerrando los ojos.

Marco se puso de pie para ir a atender la puerta y no pasaron ni dos minutos antes de que volviera e escuchar sus pasos volviendo a la sala. Abrí los ojos y vi que se frotaba la nuca con cierta inquietud.

-¿Qué?- pregunté apoyando mi peso sobre uno de mis codos.

-Es Alice, y no creo que conozcas muchas Alice, o que todas sepan dónde vives... Así que supongo que es la Alice.- dijo, tropezando con sus propias palabras.-Y deberías saber, aunque supongo que lo sabes, que es muy... astuta, porque una de las primeras cosas que me dijo fue "Eres tú..." así que supongo que supo inmediatamente que soy tu... No lo sé, está esperando afuera.- apuntó hacia la entrada.

La Primera RupturaWhere stories live. Discover now