42. Los últimos días

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Revisé una ultima vez todo lo que había escrito y cuando me hallé satisfecho me levanté del pupitre y le entregué el ultimo examen del año al profesor. Apenas solté las hojas una sensación de tranquilidad me recorrió y con una sonrisa aliviada busqué a Dana en el salón. Mi amiga terminó su examen mientras yo recogía mis cosas y salimos al mismo tiempo de la sala, una vez afuera ella alzó la mano con una gigantesca sonrisa y le choqué los cinco.

Oficialmente estábamos libres de cualquier responsabilidad académica y podíamos partir hoy mismo de vuelta a nuestros hogares, ya que gracias a la magia del internet nuestros promedios finales podrían ser consultados en la pagina de la universidad. También ayudaba el hecho de que ambos sabíamos que no tendríamos que hacer un examen especial, el esfuerzo del semestre rendía sus frutos.

-Vamos por Ben.- dijo ella poniéndose en marcha.-Tenemos que celebrar, iremos a un pub y nos emborracharemos como nunca. Será genial.- dijo apretándome el brazo con una mano.

-Primero que nada, son las dos de la tarde.- le indiqué.-Y segundo, no iré a un pub contigo.-

-No seas tonto, iremos mañana.- sonrió.-Y tienes que ir, lleva a Marco y yo le pediré a Sam que vaya.-

-¿Sam es el tipo de derecho?-

-Sí, por suerte a él sí le gusta festejar.- sonrió complacida.

-Entonces quieres que vaya porque sabes que no voy a beber y que seré el que conduzca.- adiviné.

-Tu camioneta es grande.- dijo.

-Esto se está convirtiendo en una amistad utilitaria.- resoplé.

Dana sacudió la cabeza en negación y me revolvió el cabello como si fuera menor que ella, el gesto más cariñoso que se podía pedir de ella normalmente. Rodé los ojos con cierta exasperación pero aún así cedí ante su petición, después de todo nos quedaban apenas unos días juntos y usarlos para compartir me parecía bien.






La habitación de Marco era un desastre por donde se la mirara. Por un lado estaba su armario completamente abierto y con toda su ropa amontonada sin distinción, pantalones, camisas y chaquetas; sus zapatillas, botines y bufandas. Tenía un librero con muchos libros y cómics sin organización alguna; su escritorio tenía una impresora y una infinidad de papeles desparramados encima, también tenía una pizarra de corcho con varios papeles y afiches colgados, algunas fotos también. En una esquina vi unas cajas de cartón con quizás qué cosas adentro y con una guitarra apoyada en ellas; su televisión colgaba de la pared y abajo vi una consola con sus respectivos videojuegos en cajas apiladas.

No me sorprendió que estudiara sentado sobre su cama, el único lugar que se veía vacío y que de hecho ahora estaba siendo ocupado por más papeles y cuadernos. Aguanté sentado en la silla de su escritorio por quince minutos antes de ponerme a inspeccionar la habitación más de cerca, dándome varias vueltas por ella y tomando algunas cosas. Sus libros eran académicos, pero en su mayoría se trataba de novelas de ciencia ficción o clásicos de la literatura. "Veinte mil leguas de viaje submarino" tenía un marca paginas y al abrirlo vi que tenía unas pocas ilustraciones, notas escritas en los margenes de algunos párrafos y líneas subrayadas.

-Escribes en tus libros.- dije cerrándolo y volteandome de golpe a mirarlo.-¿Qué clase de persona eres?-

Él sonrió, pero me ignoró y continuó en lo suyo. Guardé el libro con dolor y me alejé del librero en dirección al escritorio; allí comencé a revisar algunos de los papeles y al hacerlo descubrí que se trataba de informes y resúmenes. Recogí varios para ponerlos en una pila más ordenada y cerré algunas carpetas que estaban abiertas, puse lapices en el lapicero.

La Primera RupturaWhere stories live. Discover now