35. Hablando del drama

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No sé por qué me sorprendí tanto cuando Alice se apareció en la residencia un viernes por la tarde. Apenas abrí la puerta ella me sonrió con toda la naturalidad del mundo y me acarició la mejilla antes de estirarse a dejar un corto beso en mi boca. 

-No tienes idea de lo terrible que ha sido esta semana.- comenzó a hablar mientras entraba.-Pero lo peor pasó ayer, se rompió una cañería en el baño de mi habitación y todo el piso se inundó como con tres centímetro de agua, ¡fue todo un desastre!- se lamentó.

La seguí hacia el interior sin detenerme a pensar si la familiaridad de la situación me ponía contento o si simplemente estaba jugando conmigo. Ella continuó con el relato, deteniéndose sólo una vez en la mitad de las escaleras para preguntarme cuál era mi habitación. Siguió su camino y al entrar a mi cuarto se quitó los zapatos y se lanzó de lleno sobre la cama.

-¿Por qué no me llamaste?- pregunté, tratando de mantener el ánimo despreocupado de la conversación.

-No quería molestarte con eso.- dijo.-Además, Holly y yo somos bastante buenas en situaciones límite, ella se encargó de salvar las cosas del dormitorio mientras yo buscaba un conserje que nos ayudara a detener el desastre.- rió.

-¿No perdieron nada importante?-

-Nada.- negó.-Pero desalojaron nuestro piso hasta que se resuelva el problema y dejen todo limpio; Holly me llevó a la casa de su novio para pasar la noche. Era un lugar lindo, sus padres viven un poco lejos de la universidad pero hay una línea de metro que pasa cerca, así que eso es bueno.- comentó.

No es que fuera adivino, sino que más bien fueron los años en los que me dediqué a estudiar a fondo a Alice los que me permitieron concluir a qué venía. Incluso ella sabía que no necesitaba decirlo en voz alta, porque se quedó mirándome expectante.

-No puedes quedarte aquí.- le dije.-La casera no nos deja traer chicas.- expliqué.

-Es una lástima.- suspiró.-Nos habríamos divertido, tengo tres películas en mi lista de pendientes y creo que te gustarán.- me dijo levantándose de la cama y yendo hacia mi emocionada ante la idea.-Acompáñame a buscar un hotel, puedes quedarte conmigo y vemos una.- dijo como si fuera la mejor idea del siglo.

Los antiguos hábitos eran difíciles de controlar, por lo que casi por inercia la atraje en un abrazo y le besé la cabeza. Tenerla entre mis brazos otra vez me hacía olvidar mis dudas, tanto así que volvía a aparecer esa voz que me incitaba a dejar de lado la ruptura y sus consecuencias. Una voz que me decía que dejara de cuestionarme a cada segundo si estar con ella otra vez era bueno. 

-Tenemos un hotel en la ciudad, te llevaré.- le dije.

-¿Cuántos hoteles tiene tu madre?- preguntó frunciendo el ceño.

-¿Aquí? docientos veintiséis.- recordé.

-Que conveniente.- rió.

-Entonces, ¿quieres que antes pasemos por tus cosas?- le pregunté mientras sacaba una chaqueta de mi armario y buscaba las llaves de la camioneta.

-Sí, supongo que con una maleta pequeña bastará.- pensó en voz alta.

Salimos de mi habitación en dirección a la entrada de la residencia discutiendo temas de logística, como cuántos días necesitaría el alojamiento, si necesitaba que la recogiera para llevarla a clases o si prefería el transporte público. Era una conversación tan normal y corriente que me sorprendía un poco pensar en ella como si no lo fuera; casi como si hablar con Alice con ese nivel de familiaridad no pudiera ser posible. Creo que me costaba la idea de que las cosas volvieran a la normalidad.

La Primera RupturaWhere stories live. Discover now