20. Relaciones fracturadas

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No estaba esperando que lloviera hasta dentro de una semana, pues decidí poner mi fe en los cálculos del canal del clima, pero otra vez me defraudó y el aluvión comenzó a caer al tercer día de mi llegada. El tema era que justamente ese día había planeado salir a correr para volver al régimen de ejercicios que tenía antes, pero no... el mundo no quiere apoyarme en mi proceso terapéutico.

Suspiré sonoramente y observé la forma en la que las gotas de agua se deslizaban por los ventanales de la sala, eran tan gruesas y abundantes que todo el paisaje se distorsionaba y se convertía en una especie de obra abstracta. Era una imagen bonita y la lluvia podía resultar muy relajante, aún así no me agradaba demasiado.

-Si te tomara una foto justo ahora...- dijo mamá.

-Acabas de tomarle una foto.- la interrumpió papá.

-Serías el modelo perfecto de una portada de libro deprimente.- continuó ignorándolo.

Me giré en su dirección con el ceño fruncido y le mostré la punta de la lengua. Papá estaba sentado tranquilamente en el sillón contiguo leyendo e-mails en su teléfono y respondiendo los urgentes, mientras que mamá estaba estirada en el mismo sillón con sus pies sobre las piernas de él comiendo almendras.

Era una imagen común que había visto desde que tenía memoria y me sorprendió un poco, sobretodo porque se suponía que acababan de reconciliarse luego de su última gran pelea. La cual debo decir fue bastante estúpida, pero como toda estupidez en el mundo, se encargaba de arruinar cosas buenas sin sentido y al azar.

Como Antonio, que había llegado a arruinar este hogar.

-No tengo depresión, mamá.- repetí por enésima vez.

-Si me dieras el teléfono de tu terapeuta...-

-Todo lo que él hable con ella es confidencial, si te entregara cualquier clase de información tendríamos el derecho legal de demandarla.- dijo papá.

-Además, no es ético y soy mayor de edad.- agregué.

-¿Cómo dices que la conseguiste?- preguntó luego de rodar los ojos exasperada al escucharnos.

-Un amigo de la universidad me la recomendó, es buena.- dije.

Otra vez miré por el ventanal y noté que la lluvia había parado como por milagro. Me levanté del sillón y caminé en su dirección para mirar hacia afuera, las nubes eran gruesas y grises, por lo que adiviné que volvería en cualquier minuto.

-¿Ben?- preguntó ella.

-Otro amigo, tengo más de dos amigos.-

-Claro.- ella rió con suavidad, pero su risa murió cuando notó la mirada de advertencia de papá sobre ella.-Lo siento.- se disculpó.

-Su nombre es Marco, estudia psicología y fue mi reemplazo en el equipo el semestre pasado.- les conté.-Uno de sus maestros recomendó a su esposa, lo que es bastante parecido al nepotismo, pero está bien, me agrada.-

Ella me sonrió y alzó su teléfono en mi dirección, supe que me estaba tomando otra fotografía y simplemente le mostré los dientes sin siquiera esforzarme porque pareciera una sonrisa. 

Todo estaba bien e iba a volver a echarme con ellos a charlar otro rato, pero de pronto la bestia de la casa apareció y se estiró en medio del sillón que estaba ocupando minutos antes.

-Me odia.- les dije apuntando a Antonio.-Me va a asesinar cualquiera de estas noches, lo sé.-

-No es depresión, es paranoia.- dijo mamá con completa seguridad.

La Primera RupturaWhere stories live. Discover now