17. Dos ventanas

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Tenía que dejar de aceptar las invitaciones de Victoria a la casa de su sororidad, Dana me iba a matar si se enteraba. Esta era la tercera vez que el buen tipo que llevaba en mi interior no se atrevía a decirle que no y, aunque nada extraño había sucedido desde la vez en que nos encontramos en la librería, no podía ignorar el hecho de que había una tensión entre ambos.

Era tan fuerte que me había comenzado a preguntar si era gracias a que no nos encontrábamos solos que nada sucedía. Era una pregunta importante, ya que no quería estar en una posición donde se me nublara la mente y cometiera el error de volver a acostarme con ella. Porque, maldición, era una posibilidad.

Con esto en mente volví a poner mi atención sobre Lisa y me relajé al saber que estaba allí. Su compañera de sororidad, o hermana como ellas se llamaban, tenía que ser una de las chicas más agradables que había conocido en la universidad. Era una ávida fanática del deporte y seguía a todos los equipos que tenía la universidad, por lo que en el fondo de su closet guardaba una caja con camisetas de cada uno de ellos. Era gracioso, porque admitía que ese hobby se salía por completo de su fachada de chica ultra femenina, pero era algo que a mi parecer sólo la hacía más interesante.

En ese momento estábamos sentados en la sala y Lisa hablaba acerca del equipo de basketball mientras que yo la escuchaba con atención, a diferencia de Victoria, quien leía un libro ignorándonos. Otra vez me pregunté por qué estaba allí.

-Como sea, creo que ya se me acabaron todos los chismes deportivos del equipo.- suspiró la chica.

-Estás muy bien informada.- le comenté.

-Tengo una red de amigos que maneja información privilegiada.- sonrió orgullosa.-Si alguna vez necesitas enterarte de algo, solo dímelo.-

-Lo tendré en mente.-

-Me agradas, deberías venir más seguido.- dijo.

-Ya veremos.- dije entre dientes, mirando a Victoria de reojo y atrapándola observándome.

-Bueno, yo ya debería irme.- anunció Lisa.-Unas amigas me esperan, pero me distraje charlando contigo.-

-Oh, ok.- asentí.

-Iré por unas cosas a mi cuarto, nos vemos.- se despidió.

Apenas Lisa salió de la habitación esa cosa extraña que sucedía cuando estaba con Victoria apareció y mi postura pasó a ser más bien rígida. La chica cerró el libro que leía y comenzó a ordenar sus papeles en una pila que sostuvo con ambas manos.

-¿Quieres subir?- me preguntó a medio camino entre la sala y su salida.

Miré las escaleras y me froté la nuca con cierta impaciencia. Allí arriba ya se encontraban dos puntos con historia complicada, no estaba seguro de querer acercarme a ellos y la verdad era que Victoria continuaba poniéndome los nervios de punta.

-Ok.-

Me puse de pie y la seguí, mi mente se desconectó por completo hasta que me encontré en su habitación observando sus cortinas estampadas. Era un cuarto relativamente amplio, cubierto por colores purpuras y grises, la ventana era amplia y un suave aroma a lavanda impregnaba el ambiente.

Victoria guardó sus libros en un estante y luego comenzó a mover algunas cosas en la habitación, como bolsos dentro del armario y lapices abandonados a su suerte en el escritorio. Ok, no estaba pasando nada, tal vez estaba siendo paranoico.

-No deberías estar tan nervioso.- la escuché decir.

-¿Ah?-

Suspiró y se aproximó a mí, deteniéndose a una distancia bastante intima. Yo era varios centímetros más alto que ella y definitivamente más fuerte, pero aún así me sentí bastante indefenso cuando puso sus ojos marrones sobre mí. Ella siempre me miraba como si fuera algo complicado, como si no lograra entender qué estaba viendo y eso no ayudaba a mi nerviosismo.

La Primera RupturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora