encontraré la solución

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Capitulo 3: encontraré la solución

Cuando Lia abrió los ojos, se cegó por una luz que le apuntaba directamente. Parpadeó para enfocar la vista y trató de recordar qué había pasado. Pero su mente se había bloqueado por completo. Oía voces a lo lejos y la luz no le dejaba ver dónde estaba. Parecía que todo el mundo estaba muy nervioso porque oía las pisadas de la gente corriendo de un lado para otro.

Suspiró y un agonizante dolor se el instaló en el pecho. Trató de respirar más despacio, pero cuando trataba de coger o soltar aire, el dolor le impedía moverse. Buscó a alguien a su alrededor. Sus pupilas ya se habían acostumbrado a la luz y pudo ver a un par de enfermeras que no paraban de mirar una pantalla que emitía pitidos entrecortados.

Intentó llamarlas, pero no podía moverse.

-          Sus constantes no son regulares- dijo una de ellas-. El pulso va y viene, y la tensión le baja cada poco rato.

-          Su corazón es demasiado inestable. Deberíamos hablar con la doctora porque lleva una semana sin despertarse. Tal vez se pueda hacer algo.

-          Espera- le interrumpió la otra-. Mira esto.

Lia intentó incorporarse de nuevo para ver qué había asustado tanto a la mujer.

-          La actividad cerebral se ha detenido- dijo la otra en un susurro tras mirar la pantalla.

La máquina empezó a emitir un pitido muy molesto. Lia se tapó los oídos, pero a pesar de eso el sonido seguía escuchándose igual. Vio cómo las enfermeras se acercaban a ella. Desesperada porque no vieran que tenía los ojos abiertos y que podía verlas y oírlas, cerró los ojos para volver a dormir.

El pitido era tan molesto…

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Lia se despertó movida por un dolor penetrante en el pecho que le hacía convulsionarse. Tosió tratando de coger aire desesperadamente. A su alrededor, se oían demasiadas voces como para poder identificar lo que decía alguna de ellas. Su visión se aclaró y lo primero que vio fue a una joven.

-          Lia, ¿puedes oírme?- le preguntaba la joven-. Si puedes oírme parpadea dos veces seguidas.

“Es Sophia”, pensó Lia al reconocer a su hermana. Tal y como le había dicho, parpadeó dos veces.

-          Está consciente- dijo Sophia girándose hacia el grupo de gente que había en la habitación-. Lili, ve a por más suero y trae el compuesto que preparé antes.

La muchacha a la que se había dirigido salió de la habitación. Lia intentó decir algo, pero su mente empezó a nublarse de nuevo. Los puntitos negros borraron por completo su visión y volvió a perder la consciencia.

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La segunda vez que Lia despertó, ya no había tanta gente en la habitación. A su lado estaba su madre recostada en una silla. Ella estaba tumbada en una camilla de hospital, conectada a varias máquinas. El pitido constante que marcaba el pulso de su corazón era todo lo que se podía oír.

Trató una vez más de recordar qué había pasado antes de desmayarse por primera vez.

“Me encontraba mal”, pensó. “Me dolía la cabeza y no tenía fuerzas. Bajé a la cocina y me desmayé” eso era todo lo que recordaba antes de despertarse en el hospital. La primera vez había sido la más extraña. No sentía realmente su cuerpo, tan solo podía ver qué pasaba a su alrededor.

“Pero las enfermeras no vieron que yo tenía los ojos abiertos”, razonó ella. Entonces recordó el pitido que había hecho que se despertase y que volviese al estado de inconsciencia. Abriendo mucho los ojos, se volvió hacia la máquina que tenía a su derecha, la que indicaba los latidos de su corazón.

El pitido acelerado que emitía era muy parecido al que había oído la primera vez. “Se me paró el corazón.”

Lia se volvió hacia la silla en la que estaba sentada su madre. La zarandeó por el hombro con la mano que no estaba conectada a ningún aparato. Su madre se despertó sobresaltada. Al ver a su hija con los ojos abiertos, se levantó de un salto y corrió a la puerta de la habitación gritando el nombre de Sophia.

Cuando se escucharon unos pasos por el pasillo, volvió a entrar y agarró la mano con la que su hija le había despertado.

-          ¿Cómo te encuentras, mi vida?- le preguntó.

-          Rara- contestó la niña-. ¿Dónde estoy?

-          Estás en el hospital en el que trabajo- intervino la voz de su hermana mayor-. Has estado inconsciente mucho tiempo, hermanita.

Lia la miró confundida.

-          ¿Cuánto tiempo?- preguntó extrañada.

-          Cinco meses- respondió ella.

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Tal y como prometí… empieza lo interesante ;) ahora Lia está muy confusa, pero poco a poco se irá aclarando todo.

Por favor, si lo leéis y hay algo que no os guste o que creéis que debería cambiar, decídmelo. De verdad que me encantan las críticas constructivas ;) dicho esto, si os gusta votad y comentad, y si no ya sabéis…DECÍDMELO!! ;)

Un besoooo!!!!

Hasta siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora