Día 90

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29 de Octubre

15:34. Aunque oficialmente no soy dueña de este departamento aún, Arturo me ha estado ayudando en el cambio. Hemos visto que su cama de dos plazas es mejor que la mía, que es de plaza y media. No hay mucho que organizar. Lo que más tengo que traer es ropa. Arturo tiene de todo en el departamento. Cuando me fui, él continuó comprando las cosas que le faltaban. Aunque, el lugar carece de estilo y calidez. Así que me he propuesto trabajar en ello las semanas que siguen… Arturo se ha mostrado feliz con mi idea. Partí comprando un hermoso ramo de flores en la Pérgola.

Cuando terminamos de subir la última caja, fui yo la que cerró la puerta del departamento. Me quedé con la mano en el pomo y Arturo estaba sentado en uno de los brazos del sillón, descansando. Me miraba tan lascivamente que sentía como mi falda desaparecía… jejeje... Yo, una dama como lo que soy, le sonreí con modestia, pero no se me pasó por alto ese brillo tan especial que se le pone en los ojos, cuando quiere algo más que simplemente observarme. Yo me mordí el labio y traté de no hacer evidente lo que era bastante evidente… mm… por que de verdad que era evidente… mm… me pongo media idiota cuando pienso en estas cosas… emm…

-  Al fin solos… - me dijo.

-  Sip… ¿qué hacemos? – dije haciéndome la inocente.

-  Pues… - con una sonrisa medio pícara, se puso de pie y caminó seductoramente hacia mí. En otro momento me habría hecho dudar sobre sus sanas intenciones. Ahora, lo que más quería era que sus intenciones no tuvieran una pizca de sanidad – no sé tú, pero yo tengo muy claro lo que pretendo hacer…

-  ¡Ah!... – lo tenía frente a mí haciéndome un suave masaje en los hombros. Yo, había deslizado mis manos por su cintura y ahora se las metía entre medio de sus bóxers. Le tocaba su firme trasero y lo atraía hacia mí. Era divertido permitirme esta violación al espacio personal con alguien. No lo había podido hacer antes. Ahora podía. Ese guapo espécimen masculino me lo permitía y por su mirada, estaba segurísima que le agradaba. Jejeje… me llevé una entretenida sorpresa cuando lo atraje hacía mi y descubrí que mi recio macho estaba más que listo para la acción.

-  ¿Sabes por qué me gustan las mujeres bajitas, como tú?

-  Mm…no… y me mata la intriga…

-  Pues… - dijo apretándome suavemente contra la puerta de entrada, lo cual me pareció magníficamente primitivo. Me sacó la camiseta. Me levantó con una facilidad que me hizo sentirme como una frágil pluma. Yo lo atrapé entre mis brazos y puse mis piernas alrededor de su espalda – ahora lo sabrás mi pequeña gatita traviesa…

-  ¡Hum!... – dije en forma arrebatadora - mi propio hombre de las cavernas… ¡pero qué rudo! ¡qué salvaje! ¡grrr!

Cada vez que mire esa puerta, de hoy en adelante, no podré dejar de sonreírme como una boba al recordar la suciedad cavernícola que me hizo Arturo… jejeje…

Después de nuestro inicial arranque de pasión, bastante fogoso y placentero debo reconocer, me llevó a la pieza y terminamos lo comenzado en la puerta. ¡Oh, Dios! Cuánto extrañaba las maldades de Arturo.

Me fue imposible no hacer un breve resumen, mientras Arturo me tenía abrazada y yo jugueteaba con unos pelos de su velludo pecho:

1º Jeremy tenía mucho que aprender en la cama, definitivamente.

2º La ex novia de Arturo había sido una bruta de primera al dejarlo salir de su vida. Aunque le agradezco su torpeza.

3º Las chicas jamás podrían imaginarse lo que yo, una insignificante aprendiz de librería y esforzada profesional del escalafón más bajo de una empresa, había logrado hacer sentir a este lindo tipo que tenía en traje de Adán perdido en mis encantos. Ok, lo de esforzada profesional, es discutible.

Yiyi, La peor de todasWhere stories live. Discover now