Capítulo Setenta y dos (PRIMERA PARTE)

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21 de Agosto

Esta ha sido sin duda, la experiencia más bizarra de toda mi vida.

Si mi padre se enterará de dónde estoy, no me hablaría nunca más en su vida. 

Pero creo que debo comenzar por el principio.

El viernes, el mismo día de la fiesta me tomé un sumo de agua del Carmen al seco, para lograr tranquilizarme un poco. En serio que tenía pánico.

A eso de las 16:00 los chicos me estarían esperando en su salón de belleza.

Cuando llegué me felicitaron por mi ocurrencia de la depilación. Aunque sumaron un dilema, que no tenía contemplado ni en mis peores pesadillas.

-          Supongo – dijo Marlon – que fue depilación completa.

-          Si – respondí con orgullo – pierna entera.

-          No, no – replicó Esteban – Depilación completa, no es toda la pierna. Es el body completo. – mi cara de signo de interrogación debió ser muy evidente, ya que Polín añadió.

-          Todo el cuerpo, hermanita. – mi cara debió haber continuado siendo una pasa arrugada por la duda, ya que Marlon, bastante exasperado, me dijo.

-          O sea… ¿te depilaste la chiquilina?

Ok. Código de estilistas con mucha confianza con sus clientas. La última vez que escuché eso, fue en la mesa, en hora de colación, con mis amigas las secuaces de siempre. Hablaban, con mucho detalle de la depilación, por allá abajo. De lo dolorosa que era la primera depilada, pero lo fresca que quedabas. En serio…. No es conversación para la hora de colación.

-          No – dije intentando recomponer mi rostro.

-          No, no pues… - exclamó Esteban cruzándose se brazos – no puedes ir con una jungla. Pésimo, perdería todo el lujo. Partiste donde la señora Francesca, la depiladora colombiana de acá al lado y te haces la brasileña.

-          ¿Me hago una qué…?

-          Tendrás que quedar como bebita…

-          ¿Me van a qué…?

-          Polín y Marlon, acompañen la Dama de las cavernas. Yo iré adelantando las cosas por acá.

Me agarraron de un brazo y me llevaron al local de depilación de la famosa Francesca. Una mujer con el maquillaje y las uñas más perfectas que hubiese visto en mi vida.

La habría apreciado más, si no fuese por la tortura a la que fui sometida. Fue un tirón… pero ha sido el tirón más doloroso de mi peluda vida. Los otros tirones casi me pusieron camisas de fuerza para lograr su cometido.: dejarme como bebe. Pero bastante más irritada…

Cuando ya todo eso hubo terminado, me llevaron a andas hasta el Salón. Ellos se reían y yo aún tenía los ojos colorados por el llanto que me salía frente a cada maldito tirón.

Juré… que esos tres infelices me las pagarían. En serio los haré pagar muy caro.

Me sentaron en un sillón y vino la parte más compleja de todo el asunto. Yo sabía que ese momento llegaría… tarde o temprano…

-          Yiyi, ahora cuéntanos qué tipo de fiestas es – me preguntó Esteban como un connotado médico.

-          ¿Cómo que qué tipo de fiesta es? Una fiesta como cualquier otra.

Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora