Capítulo Cincuenta y nueve

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26 de Julio

12:24. A pesar del gran movimiento social que he tenido, Jeremy aún está muy presente en mi vida. Cuando lo veo me duele la guata. Lo encuentro feo, guatón, asqueroso y no sé cómo me pude acostar con él. Mm… yo sé que es lo típico que dicen las mujeres despechadas, pero, era malo hasta en la cama. Parecía un animal obeso refregándose encima de mí.

Ok… lo reconozco… estoy muy molesta con él. Estoy enfadada, furiosa y una larga lista de sentimientos malsanos pululando en mi interior. Él sabe que se portó mal. No me mira. Cuando pasa rehúye mi presencia y prefiere ver hacía otro lado. Eso se llama culpa. Yo me siento culpable por haber traicionado a mi género, por no haber visto las cosas antes, por haber sido tan ingenua. Él se siente culpable por lo asqueroso que fue conmigo y con la que es su esposa, ahora. Cómo puedes vociferar que amas tanto a alguien y estar buscando amante. Es algo que aún no me entra en mi boba cabecita. Jeremy está enfermo… Jeremy es una bestia repugnante.

16:23. El día ha sido largo, cansador y muy aburrido. En la hora de colación hablamos de muchas cosas y les conté a las chicas que había ido al salón de Marlon y Esteban. Carla me reclamó que por qué no le había avisado, para que hubiésemos ido juntas.

Les prometí arreglarles una hora con ellos para que fuésemos todas al salón. Ellos estarían felices de complacerlas con tratamientos de belleza a mitad de precio. Aunque les advertí que son bastante costosos, aunque muy profesionales y saldrían realmente bellas del lugar.

-          Oigan…- dijo de pronto Cristina – la Cote anda diciendo que el jefe la invitó a la fiesta.

-          ¿En serio? – exclamé.

-          ¡Si…! - replicó Olguita – como la invitaron al matrimonio de ese Gerente que se casó la semana pasada. Dice que ella es parte de ese círculo y que el Jefe la invitó, personalmente.

-          También escuché que anda diciendo que la van a ascender – dijo Cristina.

-          A mi no me ha llegado nada de nada – respondió Berenice levantando las manos.

-          ¿Pero a dónde la podrían ascender, si nadie se va? – preguntó Olguita. Y en eso nos quedamos mirando todas a Berenice.

-          ¿Por qué me miran a mí? – dijo ella.

-          Por que a ti te llegan los finiquitos primero – respondí. Berenice se sintió tan intimidada que no le quedó otra que ceder ante la presión visual.

-          Ok, ok, ok… pero que no se les salga por que es información más que clasificada. El correo me lo mandó personalmente Isabel de Witt.

-          Ya dale ¿me van a echar? – dijo Cristina mordiéndose el dedo pulgar.

-          Berenice eso no lo sabría. Jamás le dirían a ella, que una de las personas con las cuales almuerza, será despedida – dijo Carla.

-          Es cierto… - dijo Berenice -, me han hecho hacer los cálculos de finiquito de dos personas de nuestro lado, y una del tuyo – dijo apuntándome –. Son las jefaturas de servicio al cliente y de ventas, y de tu lado a un chico que llevaba un par de meses nada más.

-          ¿Mi jefa? – preguntó muy asombrada Cristina.

-          Si, tu jefa pidió que la despidieran. No se quería ir sin plata de la empresa y negoció su salida. Dicen que ya dejó heredera.

-          La Cote – dijo Olguita.

-          Esas dos son calzón y poto. Dicen que la recomendó y que tu jefe, Yiyi, la ha estado apoyando en todo. Sino le resulta por Ventas, la van a tirar como Jefa de Servicio al cliente. Como sea, la desgraciada la va a ascender.

Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora