Capítulo 1 - Un día normal

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Un día normal

La alarma no dejaba de sonar, su molesto sonido retumbaba en mis oídos como si fuera un martillo contra concreto sólido. Abrí lentamente los ojos, la luz que se colaba por mi ventana me cegó por un momento. De un golpe apagué la alarma y comenzó mi día. Al igual que todos, me levanté con la mayor pereza posible, entré al baño y tomé una ducha. El agua caliente... bueno, agua hirviendo, siempre me ha relajado mucho, mi celular suena en mi habitación pero no planeo contestarlo, absolutamente nada ni nadie puede interrumpirme. Después de 15 minutos... ok, después de 30 minutos bajo el agua Salí, me coloqué una toalla y fui a mi vestidor y tomé lo primero que encontré. Nunca me importó mi forma de vestir, digo, al final de cuentas es un pedazo de tela que la sociedad me obliga a usar para no "faltar a la moral" mientras estoy en público. Mi celular volvió a sonar, era Omar, un compañero de la universidad obsesionado con obtener el mejor promedio de la clase... y desafortunadamente, soy su compañero de equipo.

-          ¿Qué quieres?

-          ¡Erik! ¿Dónde carajo estas?

-          Estoy a cinco minutos, no tardo en llegar.

-          ¿Olvidaste qué día es? Hoy es tu examen final de literatura, si no llegas a tiempo vas a reprobar, y como soy parte de tu equipo, si tu repruebas ¡YO TAMBIÉN!

-          Lo sé, no te preocupes.

-          ¿Cómo demonios no quieres que me preocupe? En lo que va del semestre solo has llegado una vez a tiempo, y eso fue porque yo te llevé a rastras.

-          Si quieres que llegue a tiempo, tengo que colgar en este momento.

-          ¡NO PUEDE SER, AÚN ESTÁS EN TU CASA, VERDAD!

Colgué y me apresuré a tomar las llaves de mi auto, el trabajo final y unas cuantas notas para el examen, aunque para muchos podría parecer un acordeón, no lo era, solo era mi guía de estudio... que sacaría durante el examen. Nunca fui un estudiante muy brillante, y no era algo que realmente me importara. Nunca comprendí el sentido de aprender un montón de cosas inútiles para en tu vida vas a utilizar, ni tampoco la obsesión de mis compañeros por obtener buenas calificaciones... era solo un número en un papel. Y en muchas ocasiones me pregunté si tenía caso el terminar una carrera universitaria. Y casi inmediatamente recordaba que si no estudiaba, mis padres dejarían de mandarme un apoyo económico y tendría que trabajar... prefiero ir a dormir a las clases que trabajar.

En camino a la universidad trataba de recordar las clases de literatura. Pero era demasiado; periodos, autores, obras, influencias, estilos... ¡para qué diablos necesito saber eso! No creo que sabiendo que el poeta Lope de Vega pertenece al periodo barroco de la literatura europea me dé un mejor trabajo o una mejor oportunidad de vida.

Cuando llegué al salón de clases el profesor me sentó justo frente a él y en ningún momento me quitó la mirada de encima... creo que sospechaba que yo hacía trampa en sus exámenes. Dos horas pasaron como si hubieran sido cinco. Todos salieron con dolor de cabeza, demasiado estrés y preocupación. Por mi lado, fui a la cafetería, pedí un café y un cigarro, me senté en una de las mesas vacías y suspiré tranquilo.

-          No puedo creer que estés tan tranquilo, ¿Acaso estaba fácil el examen?

Me preguntó Cristian, un compañero de clase... y también mi único amigo, o por lo menos la única persona que me soporta.

-          No, fue uno de los exámenes más difíciles que he visto en mi vida.

-          Entonces ¿cómo puedes estar así de relajado?

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora