Capítulo 51 - Apuesta

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Apuesta

Huor no se contuvo en lo absoluto, sus garras atravesaron la piel con gran facilidad, el golpe por sí solo fue capaz de dejarme sin aire, la velocidad del impacto pretendía lanzarme varios metros por al aire, Aún no percibía el dolor en mi cuerpo pero Huor logró decirme:

-          Fallaste.

Volvió a cegarme el manto amarillo de Huor, mis ojos se desactivaron por el impacto haciendo que todo terminará muy rápido.

Estando en el suelo retorciéndome por el dolor, Huor corrió para darme de beber otra poción de curación a la vez que sostenía mi cabeza.

-          Bueno, esto duró más de lo que pensaba, me sorprendes mucho con tus avances Galdor.

-          Pe… Pero.

-          No hables, espera a que surta efecto la poción.

Huor no movió sus labios, pero en mi cabeza entendí eso… ¿estaré alucinando?

-          No lo estas Galdor. Tu cuerpo estará dañado pero tu mente se encuentra intacta. Estoy seguro que tú me puedes dar la respuesta a lo que sucede.

Son tantas cosas a la vez, en primer lugar, qué le pasó a mis ojos.

-          Tú dime, sé que puedes comprenderlo por tu cuenta.

Conforme el dolor desaparecía de mi cuerpo, mi mente se aclaró lentamente. Huor tiene la capacidad de generar una cantidad enorme de energía y expulsarla de su cuerpo a voluntad.

-          Bien, ya tienes la primera parte del rompecabezas, continua.

Esa cantidad de energía hizo que no pudiera ver, ya que mis ojos pueden captar justamente eso, energía. La ventaja la tuvo él todo el tiempo, además de mi fatal error de no revisar las armas.

-          Eso no fue un error tuyo, fue un acto mío.

¿Las armas se encontraban llenas y cargadas? Entonces fue él quien me desarmó sin que lo notará… Fue cuando atacó por la espalda, su mano libre…

-          Así es.

Pero me intriga su brazo, como es que… esa es su habilidad.

-          Por lo menos una de ellas sí, tú ya lo estudiaste, existen…

Habilidades que se adquieren por herencia, nacimiento, aprendizaje, etc. Obviamente su experiencia le permite manejar más de una habilidad.

-          ¿Puedes mencionarlas?

Manejo de energía pura, velocidad sobre humana, transformación, creación de escudos… por lo menos eso creo.

-          Y te falta un repertorio que aún no conoces, usé solo un 15% de mi poder total.

Y con solo esa pequeña cantidad fue suficiente para derribarme en tan poco tiempo. Huor comenzó a hablar normalmente:

-          Ahora entiendes Galdor, así será tu vida si decides quedarte en el Credo. Te enviaré al mundo humano apenas salgas de la enfermería y recuperes tu memoria.

¿Recuperar mi memoria?

-          Claro, cada uno de tus enfrentamientos te dejó una enseñanza valiosa, esta es la mía.

Huor colocó su mano sobre mi frente por unos segundos hasta dejarme inconsciente.

-          Si eres capaz de recordarlo todo antes de partir al mundo humano, entonces sabré que estás listo.

Fueron las últimas palabras que escuché antes de perderme en la eterna penumbra. Al abrir los ojos me encontraba en la enfermería con Faelivrin.

-          Huor tiene formas extrañas de hacer las cosas, pero también es la razón de ser un excelente líder.

Me decía Faelivrin con un tono suave al retirar la última venda.

-          El tipo es un completo lunático, pero creo entender sus razones.

-          ¿Entonces qué harás Galdor?

-          Cumplir con lo prometido. Muchas gracias por todos los cuidados, espero no verte otra vez… no me lo tomes a mal.

-          No te preocupes, entiendo, pero podemos vernos fuera de la enfermería.

-          Sería lindo.

-          ¿Te puedo preguntar algo?

-          Claro.

-          ¿Cuál es tu nombre humano?

-          … Erik.

-          Gracias.

Faelivrin Caminó hasta salir de la habitación, mi ropa sobre una silla y un sentimiento de nostalgia sobre la habitación. Terminé de vestirme y partí a la sala de portales. No tenía intenciones de hablar con nadie, no me sentía avergonzado por lo ocurrido, pero sencillamente quería terminar con esto lo antes posible.

Otra persona, mucho más enérgica me recibe al entrar a la habitación de portales.

-          Muy buenos días… Galdor, por favor, párate sobre el símbolo en el suelo, tu viaje ya se encontraba programado.

-          Gracias.

Seguí sus instrucciones, las líneas en el suelo empezaron a brillar, levante la mirada y la curiosidad fue más fuerte que mi deseo de permanecer callado.

-          ¿Desde cuándo está planeado mi viaje?

Le pregunté a la persona la cual respondió con total seguridad:

-          Tres semanas atrás.

Maldito Huor, sabía lo que pasaría y tenía todo contemplado… ¿Lúthien sabrá sobre todo?

-          Nos vemos pronto.

Dijo la persona antes de golpear el suelo para regresarme al mundo humano, el trayecto fue tranquilo, ni mareos ni náuseas. En un abrir y cerrar de ojos me encontraba en el baño de mi habitación. Casi había olvidado como era todo. Di un par de pasas de felicidad al no sentir ningún malestar… mierda.

Era demasiado bueno para ser verdad, me desplomé sobre la taza del baño para vomitar toda la comida que no tenía en el estómago, no era posible que tuviera tal cantidad… ni siquiera desayune algo… odio los viajes en los portales.

Una vez expulsado todo el contenido de mi estómago en forma líquida, me arrastré, literalmente, hasta la cama, cerré los ojos para recuperarme. Ahora sí que extraño a Faelivrin, ella podría liberarme de mi sufrimiento. Y por si fuera poco, minutos después alguien tocaba a la puerta, con esfuerzo sobre humano, caminé hasta la puerta. Intenté activar mis ojos pero me fue inútil por el sello de mi espalda. Es cierto, estoy en el mundo humano.

-          ¿Quién?

Grité detrás de la puerta, la voz que respondió hizo que olvidará por completo mi malestar, solo para ser sustituido por una náusea aún mayor.

-          Erik, soy papá, ¿olvidaste que día es hoy?

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora