Capítulo 46 - No puedes verme

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No puedes verme

-          Y entonces fue así como encontré una forma para enfrentarme a Nindë y Merenwen.

-          Fue una solución muy creativa, ¿recuerdas todo el combate?

Me preguntó Faelivrin mientras me retiraba algunas vendas de mi brazo derecho.

-          Recuerdo el combate, pero no haber recibido daño alguno, al contrario, salí ileso del encuentro.

-          Lo sé, no olvides que soy tu enfermera, pero quiero ver si tu memoria puede recuperarse al cien por ciento el día de hoy, el hablar te ayuda mucho, así que cuéntame todo lo que sucedió.

Después de elegir el arma que utilizaría necesitaba urgentemente saber a usarla, aunque debo admitir que no fue mi mayor preocupación en su momento, creía que todos los años que pasé jugando videojuegos de guerra me darían la experiencia necesaria para manejar un artefacto de esa naturaleza. Lo importante era pensar en los tres objetos que usaría en el combate, la última vez funciono el paralizar a mi adversario, aunque no sé si seré capaz de estar lo suficientemente cerca como para hacer que el plan funcione.

Dentro de la armería existía un cuarto que llamó mi atención “Encantamientos y objetos”, ese pequeño cartel sobre la puerta me invitó a entrar, lo sé, parece un poco tonto que justamente lo que necesito aparece en el lugar adecuado en el momento preciso, pero sería tonto de mi parte si no lo aprovecho.

Al entrar me encontré con un pasillo tan largo que no logré ver el fondo del mismo, con dos hileras de estanterías a cada lado, en ellas descansaban diversos objetos; piedras, manillas, guantes, cinturones, cada uno de ellos con una pequeña inscripción de un formato muy simple: Nombre, efecto, tipo y rango. Parece que todos los objetos que se forjan en el credo se almacenan para ser utilizados por otros, por lo menos tuve esa impresión.

Nombre: Manillas de Mitrilio, Efecto: Dureza superior al diamante, Tipo: Arma, Rango: Novato. Una forma muy simple de clasificar pero también parece ser la más útil. Caminé por el largo pasillo sin encontrar algo que realmente me sirviera, pocos minutos pensé que podría hacer una búsqueda al igual que en la biblioteca… no pierdo nada al intentarlo.

Aclaré mi garganta y con voz firme dije:

-          Tipo objeto.

Los estantes vibraron por un momento, todos aquellos que no cumplían con mi especificación se levantaron del suelo, los espacios vacíos fueron llenados por aquellos que albergaban a todos los objetos, así sería más fácil encontrar algo de utilidad, pero mis búsqueda no fue tan exitosa como pensaba, la variedad de efectos fue basta y sin sentido. Decidí reducir los rangos de búsqueda.

-          Tipo objeto, efecto parálisis.

El proceso se repitió y aunque ya se trataban de muchos menos estantes, de igual manera no podía ver el fin del largo corredor, pero no todo fue en vano, al parecer el rango del objeto determina mucho su poder, aquellos con la etiqueta de novato apenas y tienen algún poder mágico, pero existían unos bajo el nombre de “Red Wolf” que prometían capacidades realmente útiles, de gran fuerza y versatilidad.

-          Tipo objeto, rango “Red Wolf”

Indiqué con gran firmeza, todos los estantes a mi alrededor dejaron el suelo para dar espacio a solo 30 estantes con cinco objetos cada uno. Sería una búsqueda mucho más corta y posiblemente encuentre lo que necesito. Examiné cada uno de los objetos y pensando si serían de utilidad para mi propósito, pasados diez minutos ya tenía en posesión todo lo que necesitaba, caminé lentamente a la salida, detrás mío todos los estantes se colocaron en sus respectivos lugares.

Fui a mi habitación para descansar lo más posible, faltaban seis horas antes de mi encuentro y curiosamente logré conciliar el sueño de inmediato. Al despertar, tomé los tres objetos y los coloqué en mi bolsillo, el rifle lo puse en mi espalda gracias a su correa y caminé decidido a lo que fuera a pasar.

Al llegar a la cúpula de entrenamiento cuatro fue una sorpresa encontrarme con Huor, Lúthien, Elrohir, Finrod, Fëanáro, Lólindir y Faelivrin.

-          Llegas a tiempo, parece que te encuentras emocionado.

Huor y su voz tan desafiante fue lo primero y único que me recibió al llegar.

-          Al parecer tu pequeño evento marco revuelo en todo el credo y te convertiste en la atracción principal del día.

-          Pero solo estamos siete personas aquí.

-          Galdor, con la habilidad de ver y a la vez tan ciego.

Me extrañó su comentario, al verme totalmente confundido Huor señala con su dedo a la parte superior de la cúpula, el levantar la mirada noté que los pasillos superiores a las cúpulas se encontraban al tope con espectadores que no conocía.

-          ¿Y todos ellos?

-          Miembros del Credo que han escuchado sobre este combate y me han pedido parar sus actividades para observar, felicidades, eres una celebridad, pero no debes presionarte, si triunfas tu nombre resonará en todo el recinto, pero si fracasas… al menos será entretenido para todos.

Y como siempre, soy meramente el bufón de Huor y ahora de toda una organización. Comencé a sudar y los nervios lentamente abordaron mis piernas que hicieron de mí caminar algo vacilante.

-          Huor, debemos estar muy atentos por si es necesario activar los Daimus manualmente.

-          ¿Por qué lo dices Lúthien?

-          Por el arma que ha elegido Galdor.

-          No te preocupes, lo tenía previsto, Nindë y Merenwen poseen una protección extra.

Solo escuché ese intercambio de preocupaciones y responsabilidades mientras atravesaba la puerta de la cúpula. ¿Será que existe una oportunidad de que obtenga la victoria? O solo es un protocolo para cuidar el bien estar de las chicas.

La zona de combate en esta ocasión se trataba de un campo abierto con apenas un par de árboles distribuidos aleatoriamente, a lo lejos se escuchaba el cantar de un rio y apenas visible una pequeña montaña que superaba la altura de los árboles.

Mientras perdía mi mirada en el entorno, Merenwen salió corriendo a saludarme.

-          ¡Galdor!

Bueno, no solo a saludarme, sino que salto para abrazarme con mucha fuerza, me preocupó un poco que fuera parte de combate.

-          Tranquilo, no pienso sabotearte si el combate no ha iniciado, solo quiero desearte buena suerte.

Merenwen me dio un beso en la mejilla y se retiró hasta donde estaba Nindë, tan misteriosa y silente, no he podido entablar ninguna conversación con ella y es lo que más me preocupaba a pesar de tener una pista de lo que es capaz de hacer. Su cabello largo y lacio que cubría la mitad de su rostro me impedía verla. Era algo extraño.

-          No alarguemos esto más,  el público está ansioso.

Era Huor hablando por el micrófono.

-          Ya conocen las reglas, así que el combate inicia en tres.

Activé mis ojos.

-          Dos.

Tomé el rifle entre mis manos listo para disparar.

-          Uno.

Metí rápidamente mi mano derecha en mi bolsillo y extraje una pequeña piedra con el resplandor de un diamante.

-          Comiencen.

Merenwen y Nindë no dudaron ni un segundo en lanzarme algún hechizo apenas iniciando el combate. Me tiré al suelo para apenas evadir el ataque y coloqué la piedra en mi pecho. Mis oponentes quedaron totalmente sorprendidas y el silencio reino sobre todos los espectadores. Desde fuera, Lúthien se acercó a Huor y le preguntó qué había pasado.

-          Galdor… es invisible. 

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora