Capítulo 2 - Fuerza bruta

14.5K 590 84
                                    

2

Fuerza bruta

Me despertó mi celular y casi instintivamente contesté:

-          ¿Quién habla?

-          Soy Cristian, Omar te está buscando en toda la universidad. ¿En dónde estás?

-          En mi casa.

-          ¿No se suponía que después del examen debías entregar el trabajo final de literatura?

-          El profesor dijo que se debía entregar el trabajo, jamás mencionó que yo debía estar presente. Eso me recuerda, ¿Puedes entregar mi trabajo?

-          No creas que voy a ir por tu trabajo.

-          La parte interesante es que no tienes que hacerlo. Mi trabajo está en tu mochila en este momento.

-          ¿Pero… cómo…?

-          Mientras me arrastrabas por toda la universidad coloqué mi trabajo en tu mochila.

-          Ya veo… A Omar no le va a gustar.

-          Bueno, igualmente mi trabajo no es bueno, le pedí a un estudiante de comunicación que lo redactará.

-          … ¿Alguna vez te tomas algo enserio?

-          Eso puede caer en lo subjetivo… yo considero que me tomo las cosas muy enserio.

-          Esa no es la opinión de tus profesores.

-          Eso es lo que menos me importa. Entonces ¿podrías entregar mi trabajo?

-          Lo entregaré con una condición, debes leer por lo menos las primeras páginas de lo que hallas sacado de la biblioteca.

-          ¿Ahora quién te crees? ¿mis padres?

-          No, solo la persona que tiene tus consolas de videojuegos y computadora.

-          ¿Pero… cómo…?

-          Mientras te encontrabas en la biblioteca.

-          Ya veo… ¿quién te está obligando?

-          ¿Eso importa?

-          Realmente no, pero puedes quitarme la curiosidad.

-          Si lees por lo menos 50 páginas te contaré.

-          ¿Y si no lo hago?

-          Tú puedes deducir lo que puede pasar.

En ese instante Cristian colgó el teléfono. Aun me encontraba adormilado y me tomó varios minutos entender lo que pasaba. ¡CRISTIAN ROBÓ MIS CONSOLAS! Seguramente el profesor lo amenazó de alguna manera para que me obligue a leer el libro. Aunque debo admitir que fue astuto por parte de Cristian, no creí que tendría el valor para hacer algo así.

Son solo 50 páginas, no creo que me tomé mucho tiempo. Busque el libro en mi mochila y me senté al borde de la cama. Me parecía extraño que no tuviera título, ni nada. Cuando lo sostuve en mis manos, aquella melodía apareció, resonando en todo mi cuerpo, mi mano acarició el borde del libro y trate de abrirlo… ¡no se abre!

Busqué por todos lados, tratando de ver si existía algún seguro, un botón, un listón o algo que mantuviera el libro cerrado. Pero no había nada. Intenté nuevamente pero era inútil. No entendía lo que pasaba. Tomé el libro con las dos manos y usé toda mi fuerza para abrirlo, pero el único resultado fue un terrible dolor en la punta de los dedos.

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora