Capítulo 11 - Identidades

9K 438 55
  • Dedicado a Andrea V. Deloera
                                    

11

Identidades

La noche pasó como un suspiro. Mi mente vagaba sin algún pensamiento en específico. El cansancio nunca llegó a mí y admiré el amanecer por mi ventana. Mi cuerpo se sentía relajado, tranquilo. Mi nariz y hombro ya no dolían. Mi apetito disminuyo mucho desde que entré al credo… quizás la experiencia de ver mi desayuno fuera de mi hacia que la idea de comer fuera un poco repugnante.

El estar en mi casa generó en mí una extraña sensación… tendré que vivir dos vidas; la aburrida y monótona vida de estudiante y la intrigante y emocionante vida en el credo. La idea de no poder compartir lo que he visto en estos días es un poco frustrante, quiero decir, tengo conocimiento de que los dragones existen y uno de ellos casi me quema la cabeza. Pero si se lo cuento a los demás, solo me tomaran como un loco más con sus cuentos fantásticos… ¿abre perdido la razón? O ¿es que la humanidad no está preparada para conocer la verdad?

Quiero hablar con Huor sobre muchas cosas y espero que me pueda dar respuestas. Aunque ahora debería concentrarme en mi vida como estudiante… o mejor no. Las cosas saldrán naturalmente sin que yo haga algún esfuerzo.

La hora para ir a la universidad se aproximaba, fui a tomar una ducha y desayunar algo. Con gran calma y tranquilidad realice mi rutina de todas las mañanas y conduje hasta mi escuela.

Me senté en la cafetería para esperar mi primera clase, a los pocos minutos Cristian hace su aparición.

-          Es extraño verte a esta hora en la universidad.

-          ¿Tú crees?

-          Si, aunque es aún más extraño que no mencionaras a tu computadora o tus consolas de videojuegos.

-          He estado ocupado.

-          Esa es una gran mentira viniendo de ti.

-          Por una ocasión podríamos tener una conversación normal, una en la que no incluya tus locas teorías y tu obsesión por saber lo que hago y lo que pienso.

-          Veo que alguien se levantó con el pie izquierdo esta mañana.

No me encontraba con el humor para seguirle el juego a Cristian. Al final de cuentas es el único que se ha preocupado por mí, no entiendo el motivo, pero lo hace. Lo ignore, pero el insistía en hablar.

-          Y déjame recordarte que tu plazo para leer un libro se agota y tu posibilidad por salvarte del curso de verano va disminuyendo poco a poco. Además tus proyectos finales de las otras materias también se aproximan y como sabes, Omar es tu compañero en varios de esos proyectos, debes hablar con él para saber cómo se van a distribuir el trabajo…

-          ¡Puedes callarte por un momento!

-          Creo que he hablado de más.

-          Ese es siempre tu problema, solo hablas y hablas. Eres como una maldita recordadora, créeme que estoy consciente de todo lo que tengo que hacer, no tengo ocho años, pero insistes en tratarme como si los tuviera. Hablas como si me conocieras a la perfección, pero sabes algo, no es así, solo te he permitido que conozcas una parte de mí y con eso has hecho conjeturas erróneas de mi persona.

-          Ahí vas de nuevo, a cubrirte y esconderte de…

-          ¡DE QUE! De mis problemas, de la sociedad, cómo puedes decir eso de mí, acaso no lo haces tú también.

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora