Capítulo 43 - Motivo

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Motivo

Con tan poco tiempo para prepararme, decidí usar el primer día para entrenar mi cuerpo y el segundo para entrenar mi mente. Sin perder tiempo, fui con Lólindir quien se encontraba en uno de los cuartos pequeños de entrenamiento.

-          Es muy extraño verte tan temprano aquí.

-          Tengo un combate en dos días.

-          No te pregunté nada, hoy no vamos a entrenar aquí, sígueme.

El enanito caminó fuera del cuarto, al salir, cerró la puerta sin soltar el picaporte, espero unos segundos y volvió a abrir la habitación.

-          Entra Galdor.

Obedecí y mi sorpresa fue que la habitación se convirtió en una pista de obstáculos bastante compleja.

-          La habitación se siente más grande.

-          No importa si es más grande o más chica, empieza el recorrido.

-          ¿No voy a calentar?

-          ¿Me vas a estar cuestionando o iniciaras con el circuito de una buena vez?

Es imposible dialogar con él. Caminé a un lugar en el suelo que decía Inicio con letras amarillas. Al mirar al frente, noté que la pista serpenteaba por toda la habitación, cada sección constaba de una prueba, ya sea de equilibrio, fuerza, velocidad, etc. Como en los campos militares que aparecen en las películas.

-          ¿Vas a admirar la pista?, ¡Empieza de una vez!

El grito de Lólindir, además de irritante, lo usé como silbato de salida. Corrí en línea recta por unos diez metros antes de girar para entrar al primer segmento que trataba de varios muros que debía pasar sobre ellos. El primero era de medio metro de altura, el segundo de un metro, el tercero de dos metros y medio, el cuarto ya fue un problema ya que su altura era de cuatro metros. Por más que saltaba, corría en la pared y estiraba mis brazos, no alcanzaba agarrarme de la cornisa.

-          ¿Problemas en el principio?

-          No puedo saltar tan alto.

-          Entonces si no puedes, lárgate de aquí.

Lólindir suele ser rudo, pero nunca tanto.

-          No quiero saber que puedes o no puedes hacer, simplemente hazlo.

Enfadado, di dos pasos hacia atrás, corrí al muro pero el resultado fue el mismo.

-          ¿Tus ojos no te pueden ayudar en nada verdad?

Mis ojos… mis ojos no, pero puedo manipular mi energía. Concentré un poco en la planta de mis pies, lo que me ayudo a alcanzar la altura necesaria. Al intentar con el último muro de 5 metros de altura, no era suficiente para que alcanzará la cornisa.

Me quede pensando un momento para descubrir cómo superar el obstáculo.

-          ¿Por qué pierdes tiempo, salta el maldito muro?

-          Estoy figurando como hacerlo.

-          Oh. Lo siento, olvidé que tienes todo el tiempo del mundo para descubrir las cosas. No es que exista alguien que quiera quitarte la vida si no saltas ese muro.

Sus formas de motivación son muy duras, pero afortunadamente son solo palabras.

-          Es solo un entrenamiento Lólindir, no te lo tomes tan enserio.

-          ¿Qué no me lo tome enserio?

Mientras observaba el muro, una esfera de color verde golpea el suelo cerca de mí, giré asustado y no era gran sorpresa, fue el enanito de plomo con un rostro bastante molesto.

-          ¡Sube el maldito muro!

Lólindir corrió hacia mí con la intención de hacerme daño, no pensé más, lancé una enorme cantidad de energía a la planta de mis pies y otro poco a mis palmas, supuse que podría sostenerme un poco si hago eso. Por los pelos me libre del golpe que dio el soldadito, salté al otro lado, pero el entusiasta de mi entrenador atravesó el muro de otro golpe.

-          Aún te quedan dos secciones del trayecto. ¡NO PARES!

Sus ojos estaban inyectados en sangre, jamás lo vi así. Giré para correr, sentí que mi vida peligraba, aunque tenía mi Daimus, el dolor no se podía evitar. El siguiente segmento era una viga de apenas 10 centímetros de grosos del que se supone que pasaría sobre él sin caer.

Di los primeros pasos con total seguridad, pero a paso lento. Activé mis ojos por si era necesario, sentí como Lólindir se disponía a disparar contra mí. Apenas tuve la oportunidad de agachar la cabeza para evadir el ataque.

-          ¡No pienses!

Mis pasos se volvieron torpes, pero rápidos, apenas cruce la estrecha viga sin recibir ningún impacto severo, solo meros roces. La siguiente sección era un pasamanos. Salté sin pensarlo tratando de ganar la mayor distancia posible del enanito de mierda.

Al bajar, corrí el último tramo sin antes ser alcanzado por una esfera de energía verde que impactó de lleno en mi espalda, haciéndome caer con un dolor punzante que me impedía moverme.

-          ¡Te faltan 5 metros, si no te apresuras seguiré atacando!

Comencé a arrastrarme por el suelo, un miedo invadió mi cuerpo, si trataba de racionalizar los hechos no haría nada, necesitaba terminar, necesitaba huir del soldadito idiota.

-          Te tengo.

Lólindir se encontraba sobre mí, apenas miré a su rostro solo para anotar que su puño se dirigía a mi cara. Mis ojos hicieron su trabajo, ralentizaron todo, necesitaba llegar al final, pero no podría huir a la velocidad necesaria, debo enfrentarlo. Lamenté mi pierna derecha y golpee a Lólindir en la rodilla para que perdiera el equilibrio, funcionó. Cayó a un lado mío, dándome al tiempo suficiente para atravesar la meta arrastrándome con mis brazos.

-          Bien hecho, siéntate un momento.

Jadeando y con un enrome dolor en la espalda, apenas pude sentarme a un lado de la meta, mi entrenador se levantó y tomo lugar junto a mí.

-          Debes entender que las cosas no serán fácil a partir de ahora. Tienes una habilidad muy peculiar, pero eso no te garantiza nada. Tu Daimus no te puede proteger al cien por ciento, y puede que la vida de otra persona caiga en tus manos. El entrenar tu cuerpo y alma no es suficiente, necesitas una motivación. Por un tiempo creí que el instinto de supervivencia sería suficiente, pero no es así. Necesitas encontrar lo que realmente te motiva.

Su voz no era la fuerte y estricta de siempre, parecía más un amigo que el soldadito de plomo de siempre.

-          Galdor, debes preguntarte si quieres esta vida, y no solo eso, también piensa por qué quieres esta vida. Todos tus días podrán tener dolor, tu corazón se volverá obscuro, perderás tu lado humano entre muchas otras cosas. Si quieres continuar, hazlo con un propósito. Debes enamorarte de lo que haces.

Lólindir volteó a mirarme fijamente, y con un gesto que jamás creí en el me dijo:

-          Eres bueno Galdor, solo te falta descubrir porque eres bueno.

Se levantó y abandonó la habitación. No podía crearlo, lo que había en su rostro era… una sonrisa. Pero sus palabras pueden tener razón. ¿Por qué hago esto? Simplemente se me presentó y seguí el juego para saber a dónde me llevaría, puedo abandonar cuando quiera… el destino no existe, uno lo construye… pero si llega a existir, tenemos la capacidad de cambiarlo, modificarlo.

Tengo miedo… de hacer algo que en lo profundo de mí ser, no quiera hacer.

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora