Capítulo 36 - Enfermería

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Enfermería

-          ¡REACCIONA ERIK!

-          Debes tranquilizarte, no quieres abrirte tus heridas.

-          ¡Pero!

-          Que te tranquilices, estas en la enfermería, si no te lo tomas con calma volveré a dormirte.

Las manos de una mujer sosteniéndome del brazo fue lo único que me tranquilizó. Miré alrededor con la respiración muy agitada, se trataba de una habitación blanca de tres metros por tres metros, algo casi claustrofóbico. Estaba sentado en una cama con solo una sábana blanca a la altura de mi cadera, en mi cara corría el sudor, la boca totalmente seca pero eso era todo.

-          Vamos, recuéstate.

Mi cuerpo obedeció la indicación casi instintivamente mientras que mi mente quería salir saltando de la cama. Se supone que estaba en la cúpula peleando contra Finrod, él corría hacia mí con su puño en dirección a mi cara.

-          Disculpe… ¿Qué fue lo que ocurrió?

-          Pareces estar más calmado, si quieres puedo contarte lo poco que sé, siempre y cuando permanezcas tranquilo, no quiero suturarte por tercera vez.

Al escucharla me calmé por un momento, quizás lo que ella sepa me ayude a recordar… ¡Por tercera vez!

-          La verdad es que si no fuera por el Daimus de Lúthien estarías muerto desde la primera vez que ingresaste aquí. Pero esto puede ayudarte mucho a desarrollar tus habilidades, y si me permites decirlo, eres de las pacientes más tranquilos mientras duermes, cuando despiertas es un verdadero espectáculo calmarte, incluso ya estaba preparando otro hechizo somnífero para que durmieras un par de días más.

Si alguna vez creí que Huor era experto en llenarme la cabeza de preguntas, esta mujer se ha llevado el premio y por mucho.

-          Lo siento, creo que no me he presentado, mi nombre es Faelivrin Celebriän y soy tu enfermera, doctora, sanadora o como me quieras llamar, aún no te conozco del todo entonces será mejor que me digas si prefieres que te cuente lo que ha pasado, o prefieres hacerme preguntas y que te responda.

No sé qué decir, pero si ella está dispuesta a darme respuestas entonces creo que podré tranquilizarme un poco al escucharla.

-          Hola, mi nombre es Galdor y creo que me ayudaría si me respondiera a lo que pregunto.

-          Mucho gusto Galdor, con gusto responderé lo que pueda.

Mi cabeza empezó a dar de vueltas y un agudo dolor atravesó mis ojos hasta llegar a mi nuca, la luz era demasiado fuerte para mí. Ella se dio cuenta de eso y fue a apagar la luz de la pequeña habitación.

-          Lo siento, no sabía que tan sensibles son tus ojos, entonces dime, qué quieres que te responda.

Al parecer puedo ir con mucha calma con ella, no servirá de nada acelerarme, y mucho menos con los dolores que poco a poco aparecen en mi cuerpo, mis ojos, luego mi pierna, mi abdomen, mis brazos, pero especialmente existía un ardor en la espalda, como un río de lava fluyendo por toda mi columna. A pesar del dolor respiré hondo y empecé por las preguntas básicas.

-          ¿Qué fue lo que pasó?

-          Creo que tienes que se run poco más específico, han sucedido muchas cosas en los últimos meses.

-          ¡Meses!

-          Si, has entrenado con mucho entusiasmo últimamente.

-          Pero se suponía que debía regresar al mundo humano.

-          No te preocupes por ello, Huor no me dio todos los detalles, pero al parecer todo está cubierto para ti. Se dice que un nuevo miembro tiene la habilidad para cambiar de forma y adoptar la voz de quien sea, creo que él será tu coartada mientras estés aquí.

Al parecer Huor nunca deja cabos sueltos nunca. De igual manera, cada vez creo que tengo menos que ver en el mundo humano.

-          ¿Qué fue lo que me pasó?

-          En general, déjame ver el archivo.

Faelivrin se levantó de la pequeña silla ubicada a un lado de la cama, tomó una tabla de metal con papeles sobre ella de la diminuta mesa al pie de la cama, comenzó a pasar las páginas.

-          Bueno, ingresaste por una fractura de cráneo, después te adjudicaste una fractura expuesta de tibia y peroné, tres costillas fisuradas, luxación de hombro derecho, laceraciones múltiples en tórax, piernas y brazos, una laceración profunda en la espalda de casi cuatro centímetros de profundidad, ambas clavículas partidas en tres, después otra fractura en el cráneo, fémur roto en siete partes, un pulmón colapsado, desprendimiento de la rótula izquierda y sorpresivamente te rompiste todos los huesos de la mano derecha.

Ella me miró con cierta satisfacción en el rostro y caminó hasta tomar su lugar a lado de la cama.

-          ¿Cómo es que puedo seguir vivo después de eso?

-          Bueno, eso es gracias a tu Daimus y a mis cuidados. No por nada soy la mejor sanadora que tiene el credo.

-          ¿Cómo es que el Daimus me salvó?

-          Es muy sencillo, el Daimus es un punto medio entre un sello y un conjuro, este se conecta directamente a ti y solo tú puedes activarlo, cuando tu energía se encuentra a cierto porcentaje se te teletrasnporta aquí para que seas sanado a la brevedad. Entonces nunca estas en peligro real porque nunca eres expuesto a heridas letales.

-          ¿A qué te refieres con un punto medio entre un sello y un conjuro?

-          Siempre nos referimos así a los trabajos de Lúthien.

Era de suponer, empecé a estudiar eso pero… creo que es hora de retomar un poco esos viejos libros.

-          ¿Esta es la primera vez que se activa mi Daimus?

-          Claro que no, esta es la quinta vez.

¡La quinta vez! Pero por qué no puedo recordar nada.

-          ¿Sabes por qué llegué aquí por primera vez?

-          Si, estabas entrenando con el chico que no puede sentir dolor.

-          Finrod.

-          Justamente él, Huor me había llamado para estar alerta, entonces fui a la cúpula cuatro para observar el combate y preparar los hechizos de sanación pertinentes. El combate fue muy corto, apenas él dio el primer golpe y tú ya tenías tu primera fractura de cráneo.

Entonces fue así, rápido y simple. Nunca tuve una oportunidad contra él. Lentamente los recuerdos llegaron a mi mente. Recuerdo su grito y como corrió hacia mí, recuerdo que pude anticipar sus movimientos pero yo no lograba moverme, aunque no era del todo cierto, mi cuerpo reaccionaba pero lo hacía muy lento. Entonces aunque mi mente puede ver todo yo no logró moverme a la misma velocidad. Necesitaré una mejor condición física para compensar eso.

El dolor en la cabeza regresó con una solemne estocada que casi me hace gritar. Faelivrin colocó su mano en mi frente haciendo que el dolor desapareciera inmediatamente.

-          ¿Quieres saber algo más?

-          Quiero saber mucho más.

-          Entonces pregúntame.

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora