La culpa de un Ángel

15K 881 20
                                    

La culpa de un Ángel

Iba perdida en mis pensamientos sin prestar atención a mis pasos, ni a la dirección en que se movían mis piernas por sí solas, y mucho menos me importaba el tiempo que había transcurrido desde que me habían revelado el verdadero asesino de mi papá. Debo confesar que, aunque quisiera fingir que no me afectaba demasiado, el hecho era que una parte en mi interior se sentía oprimida en la nostalgia y la venganza de querer ver pagar a ese sujeto. Recordaba con sufrimiento y frustración aquella mañana en donde vi a mi padre yacer en el suelo, en ese momento no vi la evidente verdad y no me consternó aquel líquido rojizo que fluía de su cuerpo. Lo peor de todo es que, la inconsciencia de mi inexperiencia infantil, tampoco me advirtió acerca de que el sujeto parado frente a mí, era el culpable de todo.

Acomodé mi cabello, que revoloteaba con la fuerza del viento fresco y que causaba cosquilla sobre mi rostro. Fruncí el ceño confundida, sin tener realmente un plan al cual otorgarle todas mis esperanzas.

—Y… ¿ya pensaste que harás?

La imprevista voz de Erick me hizo sobresaltarme y mirar fijamente sus ojos, algo desorientada. Me observada de igual forma, pendiente de mi respuesta, sin preocuparse tampoco de mirar al frente por cualquier posible obstáculo que se interpusiera en nuestro camino. Al parecer se veía bastante seguro, como si se supiera el trayecto de memoria.

—No, dame otros cinco minutos —hice una mueca mientras veía entretenidamente el avanzar de mis pies.

—Dirás otras dos horas. Le hemos dado como cuatro vueltas al parque —repuso con una ligera sonrisa divertida, como si le pareciera entretenido mi trastornada mente. Abrí los ojos algo más de lo normal ante su informe.

—¿En serio? ¿Dos horas? —inquirí incrédula.

—Dos horas, quince minutos —corrigió mirando su reloj.

Fruncí el ceño y le miré acusadoramente.

—¿Tienes algo mejor que hacer? —pregunté alzando una ceja, conociendo de antemano la respuesta.

Erick ladeó la cabeza e hizo un gesto chistoso, algo avergonzado.

—No, la verdad es que no —aceptó sonrojándose tenuemente, al mismo tiempo que alzaba los hombros y bajaba la barbilla para tratar de ocultarlo.

—Eso mismo pensé —reí dándole un amigable empujón con el brazo —. Deberías conseguirte una novia —solté sin pensar, que cuando terminé de decirlo, me maldije internamente por idiota.

—Es difícil —respondió con simpleza, pero pude notar en su rostro un indicio de desconsuelo.

Me sentí culpable una vez más y no pude hacer otra cosa más que darle un buen consejo. Yo había iniciado el tema, ahora tenía que terminarlo.

—Lo siento. Entiendo que puede ser complicada para una persona antisocial y tímida como… —Me detuve rápidamente, creo que no estaba llegando a un buen punto, por lo que tuve que corregirme deprisa —. No quiero decir que tú lo seas pero… Lo que trato de decir es que muchas chicas quisieran un poco más de emoción y determinación en un hombre y no como… —cerré los ojos al mismo tiempo que me mordía la lengua.

Debía de parar, parecía que me en vez de querer ayudarlo y reconfortarlo, le quisiera destrozar el poco autoestima que tenía. Nuevamente me quedaba claro que no era nada buena consolando personas. Qué bueno que no estudiaría Medicina o haría sufrir mucho más a la gente al no poder decir suavemente que morirían…

Doctora CorazónWhere stories live. Discover now