Una pésima idea

19.8K 1K 65
                                    

Una pésima idea



Mis nervios estaban a flor de piel, mis piernas querían dar la media vuelta y volver a casa, pero no, necesitaba sacarme de la cabeza a Ángel. Todavía sentía sus labios sobre los míos, su cálido aliento y sus manos sujetándome con suavidad, no podía con esto. Lo que sentía no era un simple gusto o algo de agrado, era más y tenía miedo… mucho miedo. No quería enamorarme de una persona que no me corresponde.

Debía de borrar o tan siquiera ocultar un poco el embriagante sabor de su boca, no quería recordarlo siempre y pensar que nunca más podría volver a tocar sus labios. Necesitaba una manera de dejar de pensar en él…y sabía cómo, aunque mi conciencia me dijera mil veces que me alejara de ahí.

Toqué la puerta dos veces con mis nudillos mientras que sentía mis piernas moverse como gelatina a medio cuajar. En pocos segundos se abrió la puerta y me dejó verlo con toda claridad.

—Hola hermosa, me da gusto volverte a ver —habló con una gran sonrisa.

Lo miré fijamente antes de hablar, hace unos ocho meses que no lo veía y había cambiado un poco su aspecto.

Era más alto de lo que recordaba, sus ojos cafés claros resaltaban por sus gruesas pestañas negras, su mandíbula se decoraba con una fina barba dándole un toque más varonil y atractivo, sus cejas algo gruesas dándole al mismo tiempo un aire peligroso. Vestía unos jeans rotos y su playera blanca sin mangas me dejaba ver que su cuerpo estaba más trabajado y parecía lucir con orgullo su nuevo tatuaje en torno a su brazo derecho. Su largo cabello castaño oscuro que antes le llegaba hasta las orejas, ahora era sustituido por uno más corto pero igual de descuidado.

—Hola Dylan —musité sin emoción alguna.

Él extendió aun más su sonrisa marcando un hoyuelo en su mejilla izquierda haciendo notar su apariencia latina que contractaba con su piel bronceada que muchas veces me había robado el aliento

Me ofreció una bebida pero me negué, no pensaba estar mucho tiempo en ese lugar. Me adentré a su departamento, veía todo algo sucio, una caja de pizza a medio terminar casi tirada en la mesa junto al televisor y envolturas vacías en el suelo. Miré más allá y observé la puerta de su habitación entreabierta, muchos recuerdos desagradables me cruzaron la mente, la agité para ahuyentarlos.

—Te extrañé mucho Ailyn, no sabes cuánto —volvió a hablar acercándose más y más, me tocó la mejilla, pero me alejé deprisa antes de que fuera demasiado tarde y cayera de nuevo en su jugada.

—Tú y yo ya no somos nada Dylan, recuérdalo —dije sin mirarlo a los ojos, hacerlo era como si me pusiera un letrero en la frente diciendo "Bésame" o al menos él lo tomaba así.

—Entonces… ¿Para qué viniste a buscarme? —cuestionó con una sonrisa de lado.

—Sólo tengo que hacer algo… y no quiero que te hagas ilusiones después de eso —inquirí con una mirada de advertencia.

El asintió alzando los hombros.

—Claro, haz lo que tengas que hacer.

Algo de mi me decía que él sabía lo que iba a hacer, sin embargo no me importó.

Temblé y tomé aire decidida, me acerqué, tomé su rostro entre mis manos y lo besé. Algo simple, sólo para dejar de sentir mis labios acalambrados luego del beso con Ángel. Sabía que esto era una tontería con todas las letras escritas en mayúsculas, pero quiero olvidarlo urgentemente y volver a hundirme en mi indiferencia junto con mi manipulador ex novio. Oor lo menos ya sabía a qué atenerme.

Doctora CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora