Intento fallido

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Intento fallido

 

—Abriré —avisó Katherine pero todavía seguía mirándome.

Traté de mantenerme tranquila pero solo de pensar que al abrir la puerta vería  de nuevo la expresión arrogante de Ángel, se me agitaba el estómago.

—Ponle un collar para que no me muerda —mascullé mirando fijamente la puerta, como si pudiera hacerla caer y ésta pudiera aplastarlo.

—¡Ailyn! Dijiste que lo intentarías —me replicó y sacudí la cabeza, tenía que comportarme, por ellas trataría de ser… amable.

Recuperé mi postura y puse mi mejor cara de póker. Kath abrió la puerta pero giré mi cabeza antes de verlo.

—Hola, Ángel —saludó su voz.

—Hola ¿Están listas? —siguió su chirriante voz. No sé por qué, pero con solo escuchar su voz me ponía de mal humor ¿Cómo era posible?

—Sí, lo estamos ¡Vámonos! —continuó Sherly dando saltos hacia la salida.

—Ehm… Ailyn ¿Iras tú también? —me preguntó su voz ¿cortés? Y hasta algo tímido.

Me giré para mirarlo, ahí estaba parado con unos jeans oscuros, zapatos negros y una camisa azul junto con una chaqueta negra. Casi me copió el conjunto, y lamentablemente se veía igual de bien.

—Claro que sí—contesté suavemente sin alterarme. Por el momento, el trato que había hecho con Katherine estaba funcionando.

—Entonces ¿Por qué no te arreglas? Se hará tarde. —me preguntó engreído, con una leve sonrisa en el lado derecho de su boca.

—Ya estoy lista—apreté mis dientes para que no saliera un grito. Ángel no me la estaba poniendo muy fácil. Y disfrutaba de mi enojo.

—¡Ah, perdón! No sabía que el cabello despeinado era parte de tu encanto —sonrió levemente y exploté.

Adiós al pensamiento “Está saliendo bien” y vuelve el “Lo mataré”.

—Mira Lucifer… —gruñí pero la mirada desaprobatoria de Katherine me contuvo. Le respondería cuando no estuviera ella presente —. Me alegra que te guste, ahora vámonos —continué con esfuerzo y Ángel puso una cara casi incrédula.

—Bueno… vamos a mi fierro viejo último modelo —habló con una silenciosa carcajada.

Y todos caminamos hacia la salida.

—…antes de que se me acabe la paciencia —susurré lo último sólo para mí.

Salimos y deprisa Kath y Sherly corrieron hacia el auto Porsche convertible blanco, que pertenecía a esta última. Sus padres eran rusos y tenían muy buena posición económica. Las seguí con la mirada ¿Qué pretendían?

—Katherine y yo nos iremos en mi auto —anunció Sherly subiéndose en él y encendiéndolo.

Yo me quedé atónita que no pude moverme… No se atreverían a dejarme con este patán ¿O sí?

—Pero… —antes de protestar el chirrido de las llantas en el pavimento llenó mis oídos.

—¡Ustedes sígannos! ¡Nos vemos! —gritaron mientras entraban por las calles.

—¡No! ¡Katherine, Sherly! —Estaba boquiabierta, no podía creerlo— ¡No puede ser! Me las pagaran, sí que sufrirán mucho. —pensé la forma de ahorcarlas con mis propias manos cuando regresáramos.

Doctora CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora