Cuando el enojo estalla

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Cuando el enojo estalla

Tuve miedo de girar y mirarlo, sabía que era mejor ignorarlo y entrar deprisa al departamento. Pero yo no era así, siempre enfrentaba las situaciones complicadas y les daba la cara. Solo que ahora era más complicado, no deseaba ver a Dylan, sus malditos juegos manipuladores me hacían ceder con demasiada facilidad. Y como siempre, controlaba mi orgullo.

Decidí saltarme la parte en donde Dylan comenzaba a molestarme con sus infantiles discursos, y me di la vuelta para enfrentarlo.

Lo miré y de nuevo sentí ese extraño sentimiento de odio y nerviosismo en el estómago. Lo odiaba lo suficiente para decírselo, sin embargo, algo me impedía llegar y darle un puntapié.

—¿Qué haces aquí? Lárgate ahora mismo Dylan —mascullé con una firme orden, como si fuera un soldado que había metido las narices en donde no debía.

—Oye, tranquila —Levantó las manos dejando claro que venía en son de paz —. Te dije que te tenía una sorpresa…

Parpadeé aturdida mientras veía su chocante sonrisa ladeada.

—¿Tú…? ¿Tú mandaste ese mensaje? —pregunté toda embrollada.

—Claro que sí, ¿quién más lo haría? Oh, no me digas que esperabas a tu novio —inquirió con cierto toque de gracia.

Sus palabras me hicieron tensarme y ponerme inmediatamente a la defensiva. ¿Cómo sabía que tenía novio? Si lo sabía y no solo estaba blofeando, entonces esto iba mal. Dylan era un petulante hombre que quita del camino a cualquier cosa que le estorbaba, no quería imaginar lo que inventaría o haría cuando viera a Ángel.

—¿Qué te hace pensar que tengo uno? —indagué poniendo mi mejor cara de "no sé de qué diablos hablas". Pero lamentablemente Dylan sabía más de lo que esperaba.

—Karoline me contó lo que sucedió en su cariñoso encuentro. Me hubiera encantado estar ahí —soltó una leve carcajada.

—Claro, para defender a esa zorra ¿no?

No sé por qué mi tono fue tan rencoroso, pero no me gustó para nada. Le estaba dando demasiada importancia a esa mujerzuela.

—No, para impedirle a tu estúpido novio que las detuviera, hubiera sido maravilloso verlas peleas por mí.

Abrí la boca impresionada, en primera porque le había dicho estúpido a Ángel, y segundo porque se creía el centro del universo. Contuve un grito y respiré para hablar con mayor tranquilidad. Sabía que a Dylan le encantaba provocarme y no le daría le gusto de que me viera débil.

—Eres un estúpido, no peleábamos por ti —farfullé mientras lo asesinaba mentalmente.

—Entonces… ¿Por qué la golpeaste tan repentinamente? No creo que por vengar lo que le hizo a tu noviecito, ¿verdad? —alzó una y otra vez las cejas, esperando mi respuesta.

Lo pensé un poco, y desgraciadamente era cierto. Mi primer instinto fue atacarla por el hecho de saber que era ella quien me había quitado a Dylan y no porque había engañado a Ángel. Me sentí patética y sumamente estúpida haber reaccionado de ese modo. En vez de haberla golpeado y querer arrancarle el cabello a Karoline, debí de simplemente sonreír y decirle que realmente no me importaba más la vida de Dylan, y que hiciera lo que quisiera con él, que al final le haría lo mismo que a mí.

Eso hubiera sido mucho mejor que nada y algo que claramente no se hubiera esperado. Pero dios sabe que soy muy impetuosa y de poca paciencia, claro estaba que no hubiera funcionado en el mismo instante.

Doctora CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora