Traumas del pasado

15.3K 957 64
                                    

Traumas del pasado

Salí corriendo lo más rápido posible de ahí. Mi cerebro gritaba que era la dirección contraria, pero hice caso omiso a aquel pensamiento. Tomé el primer autobús que vi, por miedo a que Ángel me estuviera persiguiendo. No me importó que fuera un transporte de convictos de una prisión, un autobús de inmigrantes, o un grupo de prostitutas con destino a las Vegas. Sólo quería escapar, huir de aquel hombre que provocaba tantas cosas en mí; entre miedo, desilusión, alegría y un irrefutable amor.

Tardé más de una hora en llegar a la seguridad de mi habitación. Como antes había sospechado, había tomado el autobús erróneo, así que tuve que pedir instrucciones para continuar con mi camino.

Cuando llegué a mi departamento, lo primero que hice fue sacar el helado de vainilla del congelador, y de ahí, ir directo a arrojarme sobre mi adorada cama.

Golpeé, maldije y amenacé a todas las cosas que se cruzaban con mi mirada, desde la almohada que tenía en mis brazos hasta una mosca que osaba entrar en mi espacio personal. Estaba sumamente neurótica, confundida y dolida.

—Todo iba perfecto… ¡Tan perfecto! ¡¿Por qué demonios tuviste que fingir llorar?! ¡No era necesario! —grité arrojando mi almohada al aire solo para que regresara a golpearme el rostro.

Eso me hizo pensar que la vida era como un boomerang, así como el karma. Todo lo malo que haces, siempre se regresa con el doble de la intensidad. Cruel pero cierto. Por eso mismo no me daban ganas de pensar en todo mis pecados, sería como un golpe para mi futuro.

—¡Ángel eres tan! tan… tan… lindo —perdí fortaleza y “lindo” fue la única palabra que consiguieron pronunciar mis labios.

¿Dónde habían quedado todos aquellos insultos que elevaban mi autoestima? Suponía que en algún lado de mi hemisferio derecho, donde vivía mi insulsa imaginación.

Me removí de mi posición fetal y me senté en la orilla de la cama, mientras volvía a revivir el momento más vergonzoso y emotivo de mi vida.

Quizás pudo ser un suceso bastante conmovedor a tal punto que llegó a tocar lo patético. Sin embargo, a pesar de que las personas me odiaron y se rieron de mí al mismo tiempo, no podía engañarme a mi misma; me había gustado.

Simplemente escuchar sus palabras, da igual si las había inventado en el último momento, me hizo sentir feliz por unos largos y tortuosos minutos. De algún modo, me obligaba a creer que era cierto todo lo que dijo, pero algo en mí… desconfiaba demasiado. Siempre la esperanza de que Ángel me quisiera tanto como sus palabras me impulsaban hacía adelante, sin miedo a equivocarme. Pero de pronto, otra parte mí ser, me obligaba a borrar aquella ilusión. No sabía que causaba aquella contrariedad, pero tenía que superarlo antes de que mi inseguridad acabara con el amor.

Sin darme cuenta, me quedé dormida hasta que fui despertada de un modo nada agradable. Sentí como alguien me ponía algo húmedo y frío sobre la mejilla, y luego la restregaba contra mi piel. No necesité de más para levantarme de un salto y poner en práctica mis lecciones de boxeo. Pero antes de que pudiera repartir el primer golpe, entré en la realidad y logré ver justo a tiempo a mis amigas frente a mí con expresiones asustadas.

 —Demonios Sherly, casi te suelto un buen golpe —musité mirando el pañuelo que tenía en la mano. Luego sentí algo viscoso al lado derecho de mi cara, lo toqué por curiosidad y miré que mis dedos tenían algo amarillo.

—Lo siento, sólo quería limpiar el helado y las lágrimas de tu rostro —aclaró mirándome con una ceja levantada.

“¿Lágrimas?” Pensé aterrorizada.

Doctora CorazónWhere stories live. Discover now