047| La vida en blanco y negro

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Olivia

Olivia ahora veía la vida en blanco y negro, como si con la partida de Daisy también se hubiera ido el color. Ya no veía el color rosado en sus baletas de baile, ni el naranja en los árboles en otoño, ni los brillantes colores de las pantallas del Times Square, no veía el cabello rojo de Lauren, ni el color anaranjado del violín de Colette, ni siquiera era capaz de ver el azúl claro en los ojos de Noah. Y claro que los veía, no se había vuelto daltonica de la noche a la mañana. Es solo que por alguna razón ya no era capaz de apreciarlos. Temía ya no tener ninguna razón para seguir amando los colores.

Gris, todo era gris y Daisy siempre odió el gris.

Olivia volvió a Nueva York de inmediato, pensó que tan pronto volviera a la rutina todo sería más fácil. Fácil, como si la muerte de Daisy fuera a ser fácil alguna vez. Pero por lo menos lo llevaba mejor en Nueva York, pues su vida ahí siempre estuvo separada de la de Daisy, vivía una realidad paralela en la que era adulta, tenía novio e iba a la universidad. Daisy nunca formó parte de eso ¿Entonces por qué incluso caminando por calles en las que nunca había estado con la mujer sentía que ella le hacía falta? Daisy nunca la acompañó en Nueva York sin embargo su ausencia se hacía notar todo el tiempo.

Tenía este sueño recurrente en el que llamaba al teléfono de su abuela y ella respondía, sentía como si allí en el Nueva York de sus sueños fuera una realidad alterna en la que Daisy Murphy aún vivía. Se lo creía por un momento pero luego despertaba e intentaba llamarla para al final escuchar una máquina diciendo que el número no se encontraba en uso. Era desolador.

Por eso se limitó a seguir viviendo, volvió a la universidad con ayuda de Donna, quien estuvo dispuesta a darle el tiempo necesario para volver a la universidad cuando quisiera. Pero Olivia lo quiso de inmediato. Siguió bailando sin parar tal y como se lo había prometido a Daisy. Siguió con Noah, formando las bases de una relación fuerte y estable tal y como Daisy se lo había recomendado. Siguió viviendo con sus amigas, intentando que cada día fuera menos triste que el anterior. La rutina era la unica cosa que la mantenía cuerda.

Siguió con su vida a pesar de que a veces sentía que no podía porque una parte de su corazón se había desaparecido dejando un hueco gigante que ni todo el baile, el amor o el tiempo del mundo serían capaces de rellenar. Siguió viviendo en modo automático.

No sabía cuánto tiempo le tomaría volver al pueblo y aún no quería averiguarlo. Si bien Nueva York le recordaba a Daisy Murphy, las calles de su pueblo natal gritaban su nombre. No sería capaz de volver pronto.

Por suerte no tenía que hacerlo.

Estaba bien en Nueva York, con sus amigos, su novio y el baile. La academia habia ganado mucho dinero y estaba saliendo adelante, Olivia retomaría su trabajo pronto mientras que Noah lo había tomado de tiempo completo.

Hablaba con personas que habían pasado por cosas similares como Michael que siempre tenía palabras amables y razonables de ánimo. O Thomas, que le cantaba canciones para que se sintiera mejor. Ahora había un lazo invisible que los unía aún más.

-La muerte de Paul fue lo más duro que viví. Prácticamente dividió a mi familia, mis padres se divorciaron, mi abuela falleció poco después y yo ya no volví a casa.

Olivia nunca había entendido por completo lo que Thomas había vivido, siempre había intentando imginarselo pero fue hasta que le sucedió su propia tragedia que lo comprendió del todo.

Cada uno vive el duelo a su manera pero rodearte de personas que lo han vivido ayuda a sobrellevarlo.

-¿Aún lo extrañas?

-Todos los días.

Eso no ayudó, las palabras solo la hundieron un poco más en sus sábanas que ya tenía hasta la barbilla.

Té para tres 2: Té sin azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora